domingo, 7 de octubre de 2012

ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LAS REPRESENTACIÓNES ZOOMORFAS CERCANAS AL "LOBO VACCEO". Capítulo ANEXO: Sobre las teseras hospitalarias; parte tercera (II).


ATENCIÓN: Esta entrada es continuación de una anterior, siendo imprescindible la lectura de aquella que le precede (de la que damos link) para una comprensión plena de la presente.

http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com.es/2012/10/blog-post.html

SIENDO LA QUE REFERIMOS EL COMIENZO Y DONDE SE TRATA DE:
TESERAS CON FORMA SIMILAR A UN OSO. Capítulo ANEXO: Sobre las teseras hospitalarias; parte tercera (I).
El estudio que sigue esta primera entrada y aquí empieza, consta de tres artículos concatenados (uno bajo otro).

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ANTES DE COMEZAR
: AGRADECEMOS AL INSTITUTO DE ESTUDIOS VACCEOS
(Federico Wattenberg, y con sede en la Universidad de Valladolid), NOS PERMITA DIFUNDIR LAS IMÁGENES QUE LES PERTENECEN TANTO COMO NOS PERMITA LA DIFUSIÓN Y ESTUDIO DE PIEZAS DE SU PROPIEDAD (en particular algunas fotos que hemos obtenido desde sus archivos o de la Revista Vaccea). Deseamos especialmente agradecer a los profesores Carlos Sanz Mínguez (Carlos Sanz -hijo-) y Fernando Romero Carnicero , el amable trato que nos dieron en nuestra visita al yacimiento de Pintia (Padilla de Duero). En la presente entrada (tanto como en otros artículos) hemos querido redactar nuestras opiniones, ideas y conclusiones, basadas en los estudios, hallazgos e investigaciones de estos arqueólogos. Interpretando sus científicos trabajos para transportalos hasta un plano simbólico del mundo celta y de la época en que fueron creados; con el fin de poder lograr entender el significado religioso y social de los mencionadas piezas -encontradas y analizadas por Sanz Mínguez y Romero Carnicero (entre otros)-.

AL LADO:
Imágen frontal en detalle de la figura de cánido lamiendo una "torta" (u objeto desconocido), que se halla como motivo decorativo el llamado Vaso de los Lobos. Crátera cerámica con asas, perteneciente a la cultura vaccea, aparecida hace unos años en la población de Roa (Rauda, antigua). Fechado entre los siglos III o primera mitad del II a.C. y adornado con este lobo sacando la lengua, se trata de un diseño depuradísimo de gran belleza y que se corresponde con otros muy similares existentes en objetos hallados en Pintia. En la presente entrada estudiaremos el posible origen y significado de esta forma que representa al cuadrúpedo agazapado. -Agradecemos a la Revista Vaccea nos permita disponer de la imagen que divulgamos, tomada desde: VACCEA, 2011 (Num. 5, pag. 53), concretamente del artículo "Los animales salvajes en el imaginario vacceo", firmado por el prof. Juan Francisco Blanco García-.
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ABAJO:
Nuevamente una imagen del cánido lamiendo un objeto circular, del Vaso de los Lobos. Esta vez desde perspectiva cenital, tal como se representaban esos animales entre los celtíberos, con una intención apotropaica o de deificación del totem. En la anterior entrada estudiábamos el posible significado de esas figuras zoomorfas vistas desde arriba, siguiendo los trabajos de los profesores Sanz Mínguez y Romero Carnicero, quienes han analizado en profundidad el sentido de estas ornamentaciones ibéricas. En el presente artículo, partiendo de sus teorías, pretendemos dar una interpretación personal al posible simbolismo y orígen de esta figura: Como objetos de culto o de magia, intentando descubrir su uso, significado mitológico y social. -La foto que vemos fue desarrollada por nosotros en procesos "croma", con el fin de destacar el diseño de la pieza. Procede inicialmente desde un original tomado de los archivos del Centro de Estudios Vacceos, al que agradecemos nos permita divulgar la imágen- 




Como decimos, nuestra intención en estas tres entrada contiguas es la de generar unas hipótesis que expliquen de algún modo qué orígenes, influencias, simbolismo y hasta qué usos rituales pudieron tener estos animales salvajes o feroces así representados. Figuras que entre los celtas y en especial los celtíberos (como sabemos y hemos estudiado en el anterior artículo) se pintaban o esculpían en postura de depredadores agachados, con las patas abiertas y la cabeza sobre el suelo -o un objeto-. Para desarrollar este estudio de hoy nos será preciso disponer de un amplio catálogo de fotos e imágenes con las que poder explicar nuestras teorías. De ello, agradecemos igualmente al Museo Nacional de Dinamarca (departamento arqueológico de Copenhaguen) que nos permita divulgar numerosas fotos del Caldero de Gundestrup; que -como veremos- se trata de una pieza esencial para exponer varias de las ideas que planteamos en nuestras entradas.

AL LADO:
Pira funeraria expuesta en el yacimiento llamado de Las Ruedas, en Pintia (Padilla de Duero, Valladolid -al que agradecemos nos permita divulgar la imágen-) . Ciudad "capital" de los vacceos, ha sido excavada desde hace decenios por el Instituto Federico Wattenberg -fundamentalmente en la zona de su necrópolis, que vemos en imagen-. En este lugar, el profesor Sanz Minguez y Fernando Romero Carnicero (entre otros) han creado un "centro de interpretación" donde puede entenderse cómo era la vida en esta urbe y para aquella tribu celtíbera, hace unos veinticinco siglos. Reconstruyendo el modo de subsistir y organizarse que tuvieron aquellos vallisoletanos de hace dos mil años. En la foto vemos la simulación del momento previo al enterramiento en urnas cinerarias, con una pira en la que se recuerda la forma en que los vacceos honraban comunmente a sus difuntos (incinerándolos, para después darles sepultura en el campo que vemos en la imagen).
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ABAJO:
Otra de las explicaciones o demostraciones funerarias del mismo yacimiento (Padilla de Duero, Pintia). En ella se muestra a través de la escultura de un cadáver sobre el que se posan varias aves, el modo de rendir tributo a los caidos en combate entre los vacceos. Cuya costumbre era dejarlos en el campo -de batalla- para que fueran devorados por los carroñeros. De esa forma tan indoeuropea, practicada aún por algunas tribus -como las "Parshis" que han sobrevivido hasta hoy en la India-; los buitres y cuervos comían la carne de los guereros. Proceso a través del que se pensaba que llegaban al cielo al reencarnarse en aquellos animales que los engullían y que se tenían por totems sagrados (símbolos fundamentalmente solares). Lógicamente, al margen de los carroñeros otros de los devoradores de cadáveres de guerreros fueron el lobo, tanto como el zorro, e incluso el oso -en zonas de montaña-. Lo que explicaría la importancia de estos cánidos (o carnívoros salvajes) en toda la mitología y religión céltica, que los identifica con deidades y patrones de conducta a seguir (como el feroz soldado o por el hombre que mora y guarda el bosque).
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Evidentemente el ritual funerario de exponer al guerrero a los animales, tiene un significado iniciático relacionando el resto de personas que no luchan y pertenecen a un mismo grupo, con los carroñeros (que sobreviven gracias al que da su cuerpo y vida por ellos). Aunque el origen de esta costumbre ha de buscarse en la imposibilidad de recoger los cadáveres durante las guerras, o en las batallas de larga de duración. Sobre este extraño tipo de honras fúnebres, Alberto Sanz (futuro arqueólogo e hijo del antes referido profesor) nos explicó que a través del estudio y observación de las gentes que aún hoy exponen sus muertos a las aves, se ha reconstruido el proceso de esta ceremonia. Ya que transcurrido un tiempo y cuando ven que los carroñeros han terminado "su labor"; deben regresar los familiares (o amigos) por los restos óseos del caido, que se han partir para que los animales terminen por consumirlos. Huesos que una vez limpios y secos se depositan en urnas -o cistas- para ser enterrados. Proceso que al parecer hubo de hacerse dos mil años atrás, de un modo muy semejante a como siguen hoy practicando algunas tribus indoeuropeas. Unos rituales que -por otro lado-, tan solo podrían realizarlos los vencedores de la batalla, después de haberse retirado el enemigo del terreno. Algo que quizás era un aliciente más para motivar al guerrero a luchar, con el fin de recuperar los restos de sus compañeros, para rendirles homenaje.
 




1- EL LOBO COMO PORTADOR DEL ALMA DE LOS MUERTOS:
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Habíamos estudiado en nuestra anterior entrada las representaciones cenitales de cuadrúpedos entre los celtíberos, siguiendo fundamentalmente el libro de Fernando Romero Carnicero (1) .Obra en la que el autor afirmaba lo siguiente acerca de aquellos cánidos, osos y animales agachados tan comunmente figurados en las decoraciones prerromanas: "En cuanto a su simbolismo, aporta una interpretación en clave dumeziliana, según la cual las tres funciones indoeuropeas, la sagrada, la guerrera y la productiva, estarían representadas aquí, respectivamente, por las figuras zoomorfas en perspectivacenital, los combates singulares y los animales naturalistas. Imágenes todas ellas que remiten, respectivamente una vez más, al mundo ctónico y regenerador, al ideal agonístico ante la vida y la muerte, y a una exal-tación del renacimiento y la fertilidad, y que, en la medida en que se presentan en estrecha conexión, adquirirían carácter escatológico y nos estarían hablando del tránsito al Más Allá" (2) .
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Todo cuanto expone el profesor Romero Carnicero, se explicaría -en cierta manera- a través nuestra hipótesis antes referida. Por la que suponemos, estas fieras del bosque hubieron de ser vistos por los celtas como "poseedores de una parte humana". Al concebir la religión metepsicótica indoeuropea, que los animales salvajes que comían los restos de los guerreros caidos en batallas, absorvían las almas y cuerpos de aquellos. Gozando con seguridad el oso y el lobo, de similares atributos al de los buitres y cuervos, en los que se pensaban los indoeuropeos pèrvivían sus guerreros. Debido a lo que numerosas leyendas celtas narran como los más valientes y nobles se reencarnaban en esas aves; contándo los ingleses aún hoy que el rey Arturo vive entre los córvidos qua habitan la Torre de Londres.
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Lo que exponemos, además tendría un sentido muy particular cuando hablamos de depredadores; ya que a diferencia de los pájaros -simplemente carroñeros- estos carnívoros engullen los huesos, no dejando rastro de la víctima que devoran. Siendo así como se comprende que el lobo y el oso (capaces de matar y acabar con el hombre) pudieron ser divinizados con un doble sentido: Primero como totems de la fuerza o del valor y en segundo lugar, como poseedores de parte del alma humana. Por lo demás, si los indoeuropeos afirmaron que el cuervo hablaba y podía ser amaestrado gracias a la inteligencia adquirida al comer carne de hombres valientes. Hemos de suponer que de un igual modo considerarían que el lobo y el oso eran inteligentes y amaestrables por el mismo motivo. Más aún, cuando aquellas fieras bien adiestradas podían ser utilizadas como medio de defensa o ataque contra los enemigos. Hechos estos, que indudablemente explican la deificación de esas dos especies de carnívoros de los bosque europeos, durante las épocas precristianas.
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Evidentemente la idea no es posible comprenderla desde nuestra forma de concebir la vida, en la que ni el animismo ni la metepsicosis se contempla. Pero hemos de comprenderlo perfectamente al saber que para los celtas las almas trasmigraban de unos seres a otros; tal como Julio César expone claramente cuando habla de los Druidas -en su "Guerra de las Galias"- (3) . Un concepto o modo de ver la muerte y regeneración de la vida, que para cuantos conocemos y hemos estudiado las religiones que creen en la reenarnación, nos es tan familiar como fácil de entender. Puesto que en una gran parte de las filosofías asiáticas -aún practicadas por miles de millones de personas-, el cuerpo no se destruye, sinó pasa a otra "esfera" o a una "dimensión" distinta. De un mismo modo que las almas de los difuntos se transforman en otras, pudiendo reencarnarse en uno o en varios seres de la naturaleza (comunmente humanos, aunque hay creencias que igualmente consideran la capacidad renacer en cualquier otra especie animal viva).
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Muy ajeno a nuestros principios, la reencarnación y la metempsicosis fueron quizás los cultos más antiguos y extendidos; tanto que se "abolió" definitivamente, considerándose anatema tras el Concilio de Nicea (en el año 327 d.C.). Por lo que nada hemos de ver extraño ni de bárbaro en estas creencias de los celtas, comunes en toda Europa y en gran parte de Asía hasta la llegada del Cristianismo. Ello explicaría -como hemos dicho- algunos de los motivos para la deificación de los depredadores carnívoros más poderosos de nuestros bosques (el lobo y el oso). Cuyo valor y fortaleza que les atribuían nacería de comer seres humanos (en especial guerreros caidos en batalla). Partiendo desde este concepto, podemos entender gran parte de los cultos y rituales celebraban los celtas entorno al cánido fiero o salvaje. Perro o lobo, que por otro lado sabemos que era muy útil como "mascota" amaestrada y entrenada para la caza, el pastoreo, la defensa y la guerra. De lo que comprendemos por qué aquel totem canino era tenido por los guerreros indoeuropeos como uno de los símbolos de dios y del mejor amigo. Por lo demás, ha de pensarse que estos ejércitos tenían perros de ayuda o defensa, que adiestrarían con gran fiereza -que incluso, posiblemente cruzarían con lobos; ya que conocida es la costumbre germana de crear razas híbridas de las que proceden géneros como el doberman y diversos perros de lucha. Siendo este probablemente el origen de las tipos caninos centroeuropeos cercanos al perro-lobo (llamado "policía" o "pastor alemán")-.


AL LADO:
Detalle del maravilloso Cadero de Gundestrup; ´"crátera" de plata cética, fechada en el siglo I a.C. y hallada hace unos ciento veinte años en en Dinamarca (agradecemos al Museo Nacional danés -Arqueológico de Copenhague- nos permita divulgar su imagen). Esta pieza que analizaremos en profundidad durante la presente entrada, contiene labradas en orfebrería las escenas de sacrificio, ritual y religión de la época. Entre ellas se pueden ver varias imágenes de cánidos, de apariencia tremendamente fiera y que vemos acompañando -o ayudando- a hombres. En este caso, el que se asemeja a un perro-lobo se halla junto al dios Cernunos (o su sacerdote), en actitud de cariño y como acercando el hocico a la cara de este. Hombre o deidad que sujeta un gran ofidio con su mano; dominando la serpiente tomada por la cabeza.
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Todo lo que contiene el extraño hecho de que estas enormes sierpes no existen (o no sobreviven) en la zona de Dinamarca; aunque -como vemos- el hombre dios con cuernos (Cernunos) la agarra en la forma en que aquellas deben sujetarse. Implicando la escena que vemos, la existencia entre los celtas de estos animales exóticos, mantenidos o cuidados en cautividad (como dioses o daimones). Observándose que toma con la mano contraria un torques enroscado, lo que habla de la significación de la culebra relacionada con el poder y el dinero (rango que se simbolizaba entre los celtas por estos collares, cuyo sentido es como el de las posteriores coronas).









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ABAJO:
Otro detalle del Cadero de Gundestrup, en el que se representa una cacería ritual de uros (agradecemos al Museo Nacional danés -Arqueológico de Copenhague- nos permita divulgar su imagen). Tal como explica César, estos toros gigantes y salvajes eran cazados por los guerreros celtas quienes se adiestraban y entrenaban en estas artes, celebrando con grandes banquetes las vivencias cinegéticas habidas con esos bóvidos. Es este uno de los orígenes de nuestra tauromaquia (al menos en mi opinión); ya que tal como el emperador romano describe con pormenores, su caza era uno de los grandes "deportes de riesgo" en el que se ejercitaban los soldados centroeuropeos. Teniendo los celtas por uno de los mayores honores y trofeos, lograr matar aquellos grandes uros, cuyos cuernos después lucían o convertíen en decorados vasos sus cazadores (como -en mi opinión- hoy hacen los toreros, con las orejas y rabos de morlacos).
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Todo lo que narramos Julio César lo expresa con las siguientes palabras: "se curten los jóvenes, siendo ese género de caza su principal ejercicio; los que hubiesen muerto más de éstos, presentando por prueba los cuernos al público, reciben grandes aplausos. Pero no es posible domesticarlos ni amansarlos, aunque los cacen de chiquitos. La grandeza, figura y encaje de sus cuernos se diferencia mucho de los de nuestros bueyes. Recogidos -los trofeos- con diligencia, los guarnecen de plata, y les sirven de copas en los más espléndidos banquetes" (4) .

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Sin lugar a dudas, la escena que vemos en el caldero de Gunderstrup, se corresponde a lo que el emperador romano nos narra, aunque curiosamente se observa que tal como otros textos y la Historia manifiestan, los celtas se ayudaban de perros para cazar (principalmente en la matanza de uros). Canes que también se sabe adiestraban y usaban en la guerra, de donde proceden diversas razas denominadas comunmente "perros celtas"; entre los que destaca el famoso "alano español". Raza hispana, que al parecer fue introducida en la Península por las invasiones godas y que se mantuvo entre los pastores o nobles de nuestro país, en estado bastante puro.
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Siendo este alano un perro de grandes dimensiones, fiero, fuerte y muy noble, que se usaba principalmente para cazar lobos (o toros salvajes). Cuyas características y aspecto encajan perfectamente al menos con uno de estos cánidos de grandes dimensiones y de enorme cabeza que vemos representados en la escena del Caldero de Gundestrup -al de abajo-. Decimos con uno, porque el segundo tipo de "perro" es el que aparece en la zona superior, ajeno o alejado de los hombres y tiene la apariencia de un guepardo o pantera de enormes garras e idealizada. Todo lo que nos habla de que o bien hubiera dos tipos o razas muy específicas caninas, utilizadas para la caza del uro. O bien, que en la imagen han querido señalar la fiereza de esta actividad incluyendo animales exóticos que quizás los templos o los reyes daness guardaban en sus recints sagrados y palacios.
 



2- PERROS Y TOROS, EN RELACIÓN CON LOS CULTOS CELTAS, MITRAICOS Y LA ADORACIÓN AL SOL
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Muy interesante nos parece la imagen superior de esta parte del Caldero de danés, en la que observamos lo que sin duda para nosotros es una tauromaquia celta ("uro venatio" -ayudada con perros-). Caza o lucha contra el toro salvaje, que de seguro tuvo mucho que ver con el mitraismo y su representación del año vencido frente al "Sol invicto". Simbolizado todo ello la muerte del tiempo en el dios toro (un Cronos superado); frente al hombre, que como la luz victoriosa lo mata y hace renacer al año -en Grecia representado en Zeus-. En cuya cosmogonía el uro actúa como un monstruo daimón, de fortaleza sobrehumana, que debía ser cazado y muerto para que naciera el hombre-dios. El ser humano civilizado gracias al calendario (dominio del tiempo, Cronos) admirado y deificado por ser superior a aquella bestia de cuernos, cuyo significado hubo de ser el ciclo lunar -el modo más simple de medir el tiempo por cuartos de Luna, en forma de astas-. Siendo esta la cosmogonía la que claramente vemos representada en al Caldero de Gundestrup, y sobre lo que deconocemos si antes se ha interpretado de esa manera: Como una tauromaquia, que simbolizaría el triunfo del calendario y culto solar, frente a los ritos de la noche, nacidos del primitivo modo de medir el tiempo -Cronos- en lunas. Lo que sin duda alguna es el origen de la religión y ritos mitráicos.
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Acerca de todo ello, deseamos añadir que sin lugar a dudas, nuestra corrida de toros se asienta sobre las bases de estas cosmogonías y rituales. Celebraciones que también se relacionan con la matanza del cerdo o del verraco y que antaño hubo de ser también la caza del jabalí. Ceremonias cinegéticas y de sacrificio del totem -animales más útiles o temidos- que aún hoy se realizan principalmente en fechas próximas al Solsticio. Debido a ello, en días cercanos al 24 de diciembre (o bien al 31 de enero) y desde la más remota antigüedad, comenzaban ciertas fiestas que se conmemoraban con estos banquetes e inmolaciones. Festividades que en gran parte han perdurado en las llamadas "Mascaradas" y en las "Matanzas del cerdo en Solsticio" -trasladadas a San Martín-; que en nuestras tierras aún comienzan en los días de Navidad y se prolongan por toda la geofrafía peninsular hasta la Cuaresma.
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Fiestas antiquísimas, cuyo origen estaba en el final de año y en la celebración del Sol Invicto -el 25 de diciembre-, que como se sabe fue sustituido hacia el siglo IV d.C. por la Natividad y el Primero de Año cristianos. Pero que en épocas más antiguas conmemoraban la muerte y nacimiento del Sol (del año y por lo tanto del tiempo); un Cronos o Saturno que debía fallecer y al que se festejaba con los ritos de muerte del "animal daimon", o del totém principal. Y entre estas celebraciones de Nuevo Sol, sin duda alguna hubo de estar entre los celtas esa caza del uro que cita César, tanto como en Roma se hallaban las famosas Saturnalias (que comenzaban hacia el 17 de enero y terminaban con el año). Fiestas de Saturno-Cronos que tras la expansión del mitraismo fueron trasladadas de fecha y llevadas junto a los "Idus de marzo", debido a su degenerado carácter y por respeto al Sol Invicto (Mitra) que se adoraba el 25 de diciembre.


AL LADO:
Detalle de la estatua de Mitra de Córdoba (procedente del Mitreo de Cabra, fechada en el siglo II d.C.y propiedad del Museo Aqueológico cordobés, al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). En la imagen vemos el perro lamiendo la sangre del animal sacrificado por el dios. Un can que siempre acompaña la figura de Mitra, representado como "Sol Invicto" inmolando al toro y dios que nacía el 25 de diciembre (el día del Solsticio). Deidad que se adoraba en la figura de este hombre frigio, que apuñalaba en el cuello al bóvido, mientras su perro lame la sangre, y una sierpe -junto a un escorpión- mordían a su vez al toro moribundo. La religión mitraica era mistérica, por lo que nada o muy poco se sabe sobre sus creencias y ritos, de lo que hemos de interpretar sus símbolos. Aunque claramente para nosotros, aquel toro es originariamente el uro (demonio y totem) que representaba a Cronos, al que vencía la luz (Zeus entre los griegos); siendo en un principio el can, la sierpe y el escorpión representaciones de las constelaciones.
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El mitraismo, era un culto solar de origen indoariano y por lo tanto hubo de estar muy relacionado con las religiones celtas (indoeuropeas). Suponiendo personalmente que sus ritos en los que cada 25 de diciembre sacrificarían toros, serían muy semejantes en signfificado a aquel que vemos en el caldero de Gundestrup; tanto como a las celebraciones de caza y banquetes que explica César en "La Guerra de las Galias". Inmolaciónes que como repetidamente indicamos, se relacionarían con absoluta seguridad con la caza del monstruo o del daimón (Cronos) y que entre los pueblos escitas -más entre los celtas- era el toro salvaje. Uros atrapados con la ayuda del perro y tras cuya caza sabemos celebraban grandes fiestas, en honor de aquellos valientes que conseguían la proeza. Unos bóvidos gigantes y bravos, mucho mayores en peligro y tamaño que nuestros toros bravos (que al ser muy encastados, son nobles en comportamiento); cuyos pitones se guardaban para convertirlos en vasos, que los más ricos entre los celtas, recubrían de metales preciosos.





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Observemos en la imagen, como el perro lame la sangre, a la vez que la sierpe muerde al toro. Ambos símbolos nos los vamos a encontrar casi iguales en el Caldero de Gundestrup, donde igualmente veremos una escena de sacrificio y un can que sorbe sangre (en este caso humana), mientras en la figura central aparece un dios Cernunos, que sujeta la gran sierpe (símbolo del daimón, "el tiempo" = Cronos).




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ABAJO: Escena completa del Mitra de Córdoba (siglo II, procede del mitreo de Cabra; agradecemos al Museo Arqueológico de Córdoba nos permita divulgar la imagen). La representación es claramente la de una tauromaquia en la que el Sol Invicto (dios Mitra), mata el demonio de la noche (el toro, que como la luna tiene cuernos). Sin lugar a dudas su culto procede y simboliza la adoración a los dioses de la luz, que triunfan con su calendario solar (en Grecia "olímpicos" y liderados por Zeus, cuyo nombre procede del radical indoeuropeo "diayus" = "día", "luminosidad"). Frente a los dioses de la noche, daimónes representados en el toro que muere; que como la Luna y su calendario regido por estos "cuernos" luminosos, son ancestrales e imperfectos (y malvados). Es decir, el triunfo del bien (la luz o el Sol que nacía el 25 de diciembre), frente a las tinieblas que dejaban de "crecer" este día del año.
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La identificación del bóvido salvaje con el demonio es inmediata por cuanto aquel animal es un rumiante, pese a lo que embiste e intenta matar todo ser vivo de tamaño que se le acerque. Por su parte, en nuestra opinión las cacerías de uros de las que habla César, estarían muy relacionadas con el nacimiento y evolución del mitraismo en Anatolia; aunque luego esta religión derivaría hacia misterios que tratarían de representar el sacrificio del toro como un deber y obligación que el hombre tiene con la Sociedad (erradicar el mal).




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Por su parte, esos cuernos de uro que menciona el emperador narrándonos que eran guardados y ornamentados por sus valientes cazadores. Sin duda alguna se relacionan con "el cuerno de la abundancia". Una "cornucopia" que mucho tiene que ver con el valor en batalla la superación de los temores, origen de la abundancia y de las riquezas entre las Sociedades de guerreros antiguas. Hecho este que relacionaría al propio Cernunos (el dios de los cuernos) con aquellas astas que lleva en su cabeza; unos pitones que en sí mismo significarían el valor, la fiereza y la riqueza. Lo que explica que estos pueblos (cazadores de animales salvajes con pitones) colocaran sobre sus cascos astas, con el fin de demostrar su rango y su ferocidad. De todo ello, se comprende la representación de este dios con los cuernos símbolo de la guerra y del valor, en medio de los más peligrosos animales en el Caldero de Gundestrup.
 




3- CERNUNOS COMO CRONOS CÉLTICO:.

Cuanto tratamos y entorno al Mundo Celta, es difícil saber en qué momento histórico aquellos hombres del Centro y Norte de Europa supieron con exactitud medir los equinocios y solsticios. Lo que más puede hablarnos de ello es el famoso calendario de Coligny (fechado entre los siglos II y I a.C), que es lunar y prácticamente igual al de origen persa que usaban los griegos -aunque se diferencia en los periodos y las formas de establecer ciclos-. Por todo ello es evidente que tal como Julio César explica, los celtas se regían por la noche, comenzando el día con las tinieblas y casi ignorando la medida del tiempo solar. Quizás por ser los ciclos del Sol unos periodos facilísimos de conocer en el Mediterráneo (al menos en el desierto); habida cuenta que basta poner una pértiga fija sobre el suelo y observar en ella durante un tiempo los días de menor y mayor sombra -conociendo en tan solo unas décadas que el año tiene algo menos de 365,25 dias aproximadamente- . Pese a ello, hay una gran dificultad de estudiar las sombras y el ciclo anual solar en el Norte de Europa. Aunque es indudable que el contacto entre los hombres del Norte y los del Mediterráneo fue constante, al menos desde el II milenio a.C. (a través de gentes que subían por Danubio o de buscadores de ámbar y metales, que lo hacían costeando por el litoral ibérico y francés). Todo ello hace pensar que de igual manera a este Caldero de Gundestrup es de gran influencia anatólica o tracia -en el que vemos fauna mediterránea (delfines, sierpes y hasta un cocodrilo)-. El culto solar y sus calendarios estaban extendidos entre los indoeuropeos y pueden tener mucho que ver en estas representaciones. Lo que obliga a determinar que las religiones celtas y címbrias de la época, también habrían de estar muy infuidas por cultos llegados desde Tracia o del mundo escita, anatólico, griego o romano.
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Por cuanto decimos, es una hipótesis admisible que el dios Cernunos fuera entre los daneses tenido en gran parte como un Cronos (nos referimos concretamente al sacerdote con cuernos o divinidad que aparece en el Caldero danés que analizamos). Tanto como no es extraño pensar que las voces "Cernunos" y "Cronos" tengan un mismo origen y significado primigenio; procediendo ambos nombres del vocablo indoeuropeo "KER" y cuyo significado es "cuerno", "corona", "penacho" o "tocado de cabeza". Algo que podría explicarse por la identificación del cuerno con el tiempo, entendiendo el asta como el arma o puñal (del toro o animal) que quita la vida y marca "la hora". Aunque también pudo concebirse esta unión, debido a que para comprender el tiempo (Cronos) ha de clavarse un "cuerno" -poste o pilar- sobre la tierra; gonomon en el que se leen las sombras y que descubre la medida del tiempo. Paso del día, de los meses o años, que se entendía por casi todas la culturas como una espiral celeste -el universo giratorio-, que nos iba devorando (haciéndonos viejos).
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Todo lo que se expresaba en aquel monstruoso padre (Cronos o Saturno) que engullía a sus hijos; representado por el mitraismo en una gran sierpe que se enrosca sobre el hombre y que irremediablemente acaba con él. Un simbolo que a su vez figuraban los adoradores mitráicos con las figuras zodiacales; meses que colocaban entorno a aquel ser humano que el tiempo devoraba (que podemos ver en las imágenes más abajo, representado en un jóven rodeado de un gran ofidio que lo contraía con sus anillos y que representaban el paso del tiempo, tanto como el carnero -Aries- o el escorpión -Escorpio-).
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Pero profundizando más en la idea de la simbología de este Cernunos, vemos que -como afirmamos- es representado como el díos de las riquezas y del poder (por cuanto sostiene y luce unos preciados torques). Por todo lo que hemos de ver en él, la figura ancestral del Zeus Meilichios griego. Una forma ajena al verdadero Zeus e importada a Grecia desde Fenicia (a mi juicio) y que se trataba de una deidad terrible o maléfica, adorada en la imagen de un gran ofidio. Serpiente que al parecer se guardaba en algunos de los templos que este Meilichios tenía en determinados puertos de la Hélade. Daimón que en verdad representaba la figura de Tifón, seguramente adorado como un Melkarte (de aquí la derivación hasta la voz griega Meilichios). Ancestral dios del comercio y del oro púnico, pero tambien del fuego y del sacrificio humano; que se sabe era adorado entre los púnicos y cartagineses con la entrega infantes (o humanos). Víctimas que se degollaban ante sus familiares y que más tarde eran quemados en la pira del pebetero sagrado de Melkarte.
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Ritual de inmolación que al parecer tenía entre sus peores prácticas la de entregar directamente al pobre infortunado a ese Meilichios, o Tifón; algo que debiò de hacerse entre algunos cultos marineros -movidos por su gran superstición y sobre todo por un terrible atraso-. Dios Meilichios de la tormenta, representado en una terrible sierpe o pez, al que en los momentos de incertidumbre o temporal (se sabe) "dejaban" un ser humano, para que devolviera la calma. Costumbres antiquísimas que se recuerdan superadas o erradicadas en tiempos olímpicos, pero cuyo recuerdo quedó en la Hélade. Bien en la forma de santuarios de la sierpe o bien en la de algunos oráculos cuyos cultos fueron transformados y cambiados por deidades como Apolo. Dios que acaba con Tifón (el gran monstruo sierpe) y lo entierra en en templo de Delfos, donde desde aquel momento el adorado pasa a ser este divo del bien, de las artes, la sabiduría y de la música. En sustitución del antiguo monstruo oracular, venerado en la forma de serpientes u horribles animales a los que se ofrecían víctimas (en ocasiones humanas), para apaciguar su sed de sangre y sobre todo para leer el futuro. Todo ello basado en la intenciòn de "conocer los deseos" del demonio deificado en aquel ofidio, del que estudiando su voluntad, creyeron se podía preveer las desgracias.


AL LADO:
Estatua de Cronos Mitraico, procede del Mitreo emeritense; fechado en el siglo II a.C. (propiedad del Museo Romano de Mérida, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Representado como un hombre con cabeza de león (quizás un Hércules zoomorfo), observamos como la sierpe del tiempo rodea al fornido "dios"; posiblemente indicando la lucha de la fuerza contra el paso de los días y las horas. Estatuas como esta nos hacen plantearnos que posiblemente en los templos de Mitra (secretos mitreos excavados en el subsuelo en forma de grutas), hubiera zonas en las que se conservaran grandes ofidios exóticos y ajenos a la fauna europea; con el fin de realizar ritos simbólicos muy próximos a los que describimos de Zeus Meilichios. Celebraciones que pretenderían identificar el paso del tiempo con la espiral del Universo y esta con aquellos anillos del ofidio, que se cierran poco a poco entorno a la víctima hasta estrangularla. Todo lo que pudo mostrarse en rituales de ofrendas de comida que se entregaban en los serpentarios al dios de la gran-culebra (al dragón). Como regalo votivo que los fieles habrían de llevar en la forma de animales vivos, para aquella sierpe la fuera alimentada; inmolaciones que comunmente consistían en cerditos a los que se denominaba "tifonios".
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ABAJO: Estatua del llamado Cronos androdéfalo, que también procede del Mitreo emeritense y se fecha en el siglo II a.C. (propiedad del Museo Romano de Mérida, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Vemos en esta estatua la representación de una deidad que identificamos personalmente con el Cernunos celta; dioses que comparten sin lugar a dudas el atributo de simbolizar el control sobre el tiempo (Saturno). Como tales son la figuración del dominio del mal (el demonio en nuestro concepto religioso); que en este caso se enrosca sobre aquellos impasibles seres de enorme valor, pero que en el caldero celta vemos atrapado entre las manos del cornúpeta sacerdote (o dios). Sea como fuere, no nos cabe la menor duda de que su simbolismo en ambas civilizaciones (la romana y la indoeuropea) relaciona el ofidio con la espiral cronológica y el clima, tanto como esta con el calendario. Coincidiendo en ambos cultos (el mitráico y en la religión danesa) unir a todo ello la figura del toro, como el dios-daimón a vencer para que muera el año -la progresión de las tinieblas- y nazca la luz nuevamente.




Cuanto recogemos, evidencia la relación del tiempo cronológico significado en Cronos, como la espiral de la Vía Láctea y ella con los anillos de la gran sierpe.
Monstruo de voraz apetito, que engulle inevitablemente a sus hijos, los hombres; asimilando el tiempo a Saturno y este al horrible ofidio. Un tiempo igualmente concebido como el climatológico, que también se sucede "por el serpentino movimiento de planetas" y que trae las estaciones, entre las que algunas producen las peores calamidades (causadas por la lluvia o temporales). Serpiente del tiempo climatológico que se simbolizaba las precipitaciones torrenciales temidísimas por los antiguos que debían asentarse en los márgenes de los rios; al igual que en las tormentas (el terror de los marinos). Gentes que para evitar el hundimiento de sus barcos, o la llegada de galernas y temporales a puerto, entregaban humanos a grandes monstruos del mar (incluso a ofidios, como sucedía en la veneración de Meilichios).
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Siendo este claramente el caso de Jonás, del que Las Sagradas Escrituras narra como al producirse una tormenta mientras viajaba en un barco de gran tonelaje, los marineros que pilotaban la nave decidieron inmolarle al dios suyo, para que apaciguara las aguas. Así fue echado por la borda y tras ello tragado por un enorme pez, que tres días más tarde lo devolvió a tierra. Todo lo que realmente se explica desde estos sacrificos humanos que los marineros (especialmente los fenicios) realizaban, entregando a escualos o a grandes ofidios a pobres víctimas humanas, para apaciguar las tormentas -a Meilichios o Melkarte y que no era otro más que Tifón (dios de las tempestad)-. El nombre que se le daba a esos infortunados inmolados sabemos que era el de "tifonios" y en Grecia se susutituyeron por cerditos; pese a ello se dice que hasta Pitágoras fue condenado a ese ritual, aunque días más lo indultaron (como narran algunos de sus biógrafos -Porfirio-). Pena e indulto del sabio que seguramente se debió al comienzo y cese de una tormenta y que sería muy similar a lo se que narra de un modo "más poético o imaginario" La Biblia -cuando habla del pez que tragó a Jonás y que tres jornadas después le dejó en tierra-. Refieriéndose todas estas memorias a los divos demoniacos del temporal y de las lluvias torrenciales, que se identificaban siempre con grandes serpientes por su aspecto similar al del agua ondulante. Que entre los judíos se denominaron Leviatán (espíritu del mal) pero que en otros lugares fueron venerados; como por ejemplo en zonas de Mesopotamia en donde se adoraba bajo el nombre de Tiamat.
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Por todo cuanto expresamos, identificamos este dios del tiempo (climatológico y cronológico) con el Cernunos que sujeta la gran sierpe en su mano izquierda, mientras sostiene el torques de metal precioso en la derecha. Deidad que en gran parte se puede unir a la figura y el mito de Meilichios. Un dios que en Grecia fue transformado en la veneración a pequeñas culebras conservadas en serpentarios. Templos atendidos por sacerdotisas donde estas que las cuidaban daban de comer sin ropas a sus ofidios, unos dulces hechos con leche y miel. Panecillos que ofrecían a las culebras los fieles y peregrinos que hasta estos recintos se llegaban con el fin de consultar su oráculo. Vaticinio que se conocía al observar el modo en que las sierpes ingerían la ofrenda depositada frente a ellas. Pequeñas culebras que hemos de suponer ratoneras, o similares a la "bastarda" de la Península Ibérica, sin gran peligro y a las que ofrecían esos panes de miel y leche, cuyo nombre griego es "Meil-Lichios" (de miel y leche = ). Palabra que en mi opinión dió origen al nombre del Zeus adorado en esa forma de ofidio. Pero cuyos orígenes -con toda seguridad- fue el Melkarte fenicio, como una forma de Tiamat; tan similar aTifón en su apariencia como en su etimología.
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Por todo cuanto hemos expresado de manera extensa, consideramos a este Cernunos que sujeta la sierpe y se halla rodeado de animales de gran peligro una figuración de ese divo del tiempo (climático y cronométrico), que si lugar a dudas es una forma de Cronos. Un dios, que con su hoz castró a su padre Uranos. Lo que como repetidamente hemos explicado es una cosmogonía del tiempo cortando el espacio (el Universo, personificado en Uranos). Expresando a su vez Cronos una adoración de culto lunar relacionada con el cuerno y con el toro (de allí la hoz que simboliza los cuartos lunisolares). Dios que vence al espacio (Varuna, Uranos o el Cosmos) al delimitarlo por ciclos de luz generando un primer calendario, basado en estos cuernos del satélite nuestro de unos veintinueve días de duración. Periodo que al ser muy cercano al ciclo de ovulaciòn de la mujer, pudo ser identificado por los hombres como un calendario de sangre. Lo que pudo llegar al común rito de ofrecer a la Luna sacrificios nocturnos; inmolaciones comunmente humanas, que dieron pie a las leyendas sobre licantropía. Habida cuenta que se consideraban lobos a aquellos adoradores de la Luna y de las noches, que mataban a sus víctimas en los ciclos lunisolares. Antiquísimos ritos que se hacían para conseguir el beneficio de estos dioses de la noche, en los que se documenta comunmente la antropofagia. Debido a todo lo que eran identificados con lobos aquellos que así celebraban y se alimentaban del dolor y de la sangre sirviéndose de víctimas inocentes humanas (5) .



AL LADO:
Detalle del lateral derecho y donde se halla el mencionado Cernunos (ver más abajo) del Caldero de Gundestrup. Agradecemos de nuevo al Museo Arqueológico Nacional de Dinamarca (departamanto y archivo de Copenhagen) nos permita divulgar las imágenes de esta magnífica pieza cuyas dimensiones son de unos 75 centímetros de diámetro, por unos 50 de altura. Hallado en Himmerland, dentro de una turbera y desmontado en paneles; se supone que fue allí depositado como ofrenda entre los siglos II y I a.C.. Como podemos observar en este detalle, hay animales exóticos representados con un estilo anatólico e incluso heleno (del tipo escita o tracio). Llamando enormemente la atención el niño sobre un delfín, que identificamos claramente con Dionisos salvado por estos mamíferos del mar. Igualmente podemos ver dos leones enfrentados con un diseño semejante al de la orfebrería persa o escita; todo lo que unido al Cernunos que sujeta un torques en la mano (al igual que ofrendaban esos collares los persas) nos habla de una plena conexión entre Dinamarca y el mundo de Asia Menor en esta época.

ABAJO: Escena principal del mismo Caldero, donde ya vemos al Cernunos como "señor de los animales" rodeado de un ciervo y un toro a su derecha, mientras un perro (o lobo) se le acerca y un león mira al lado contrario. Siendo un hecho curioso que precisamente la fauna exótica representada esté orientada hacia el sentido opuesto al dios de los cuernos (la pata y cola que observamos en el extremo a nuestra derecha, son de los leones y el delfín de la imagen anterior).
 


 




AL LADO:
Traemos como una muestra comparativa de los orígenes de estos cultos del señor de los animales, esta escultura babilónica de barro cocido y de principios del II milenio a.C., que representa a diosa alada de los Hititas (propiedad de la colección Norman Colvile, Foto Warburg Institute a los que agradecemos nos permitan divulgarla). Deidad considerada Inara, la aliada de Teshub (el dios de la tormenta) y como tal la que gobierna sobre los animales de forma similar al Cernunos; sujetando igualmente entre sus manos los "nudos divinos" (o collares rituales). Pese a ello, su representación como Artemisa-Afrodita, señora de los animales la identifica claramente con Anahita, la madre de Mitra; quien casada con Mazda, engendró virgen a aquel dios que dió muerte al toro.
ABAJO: El antecedente más directo de aquellos dioses o reyes celtas que sujetaban el torques en su mano como símbolo del Sol, es el que recogemos, representado en la puerta Este de Persépolis (agradecemos a las autoridades del recinto de la capital persa, nos permitan divulgar la imagen). Donde podemos observar la escultura de Ahura Mazda fechada en los siglos VI ó V a. C.. Deidad del Mazdeimso que se vincula con las religiones zoroástricas; creencias entre las que se encuentran las que aún practican el rito de exponer sus muertos a los carroñeros (tal como hicieron los celtas hace miles de años). Sin lugar a dudas, el Cernunos del Caldero de Gundestrup tiene mucho que ver con este dios persa; un Mazda divinidad del cielo y el Sol, padre de Mitra junto a Anahita. Dioses de cultos procedentes de las más antiguas religiones indoarianas (tal como ya se muestra en el Rig Veda, donde aparecen). Unas creencias que ya estaban asentadas en Persia y en Anatolia a comienzos del II milenio a.C. y que se extenderían por toda Europa cuando los pueblos indoeuropeos, gracias a la aparición del hierro, fueron conquistando (o asentándose) todo el Continente europeo -desde el Cáucaso a Jutlandia y desde Irlanda a la Península Ibérica-.



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CITAS:

(1) :

LAS REPRESENTACIONES ZOOMORFAS EN PERSPECTIVA CENITAL UN ESTADO DE LA CUESTIÓN; FERNANDO ROMERO CARNICERO Universidad de Valladolid (editan Fernando Romero Carnicero / Carlos Sanz Mínguez) Valladolid /2010

(2):
Op. cit (19, pag. 484

(3):
Comentario a las Guerras de las Galias ( "Bellum Gallicum" traducción directa del latín: José Goya Muniáin y Manuel Balbuena; ORBIS -Madrid 1982-) Dice textualmente refiriéndose a los druidas (7, XIV): "Esméranse sobre todo en persuadir la inmortalidad de las almas y su trasmigración de unos cuerpos en otros, cuya creencia juzgan ser grandísimo incentivo para el valor, poniendo aparte el temor de la muerte. Otras muchas cosas disputan y enseñan a la juventud acerca de los astros y su movimiento, de la grandeza del mundo y de la tierra, de la naturaleza de las cosas, del poder y soberanía de los dioses inmortales".
(4): La cita completa que la Guerra de las Galias contiene sobre la caza de los uros entre los celtas y que consideramos un posible origen de la tauromaquia, es la que a continuación presentamos y en la que nos dice Julio César lo siguiente: Los uros "vienen a ser algo menores que los elefantes; la catadura, el color, la figura de toros, siendo grande su bravura y ligereza. Sea hombre o bestia, en avistando el bulto, se tiran a él. Mátanlos cogiéndolos en hoyos con trampas -los celtas-. Con tal afán se curten los jóvenes, siendo este género de caza su principal ejercicio; los que hubiesen muerto más de éstos, presentando por prueba los cuernos al público, reciben grandes aplausos. Pero no es posible domesticar -los uros- ni amansarlos, aunque los cacen de chiquitos. La grandeza, figura y encaje de sus cuernos se diferencia mucho de los de nuestros bueyes. Recogidos con diligencia -aquellos trofeos-, los guarnecen de plata, y les sirven de copas en los más espléndidos banquetes. "Comentario a las Guerras de las Galias" ( "Bellum Gallicum" traducción directa del latín: José Goya Muniáin y Manuel Balbuena; ORBIS -Madrid 1982-) (VI, 14).



(5):
Cuanto hemos recogido en párrafos anteriores, es un resumen de algunos de nuestras publicaciones, debido a lo que no hemos ido situando notas al pie con el fin de facilitar su lectura y habida cuenta que en estas a las que nos referimos ya se explican los orígenes y fuentes. Para quienes deseen ampliar conceptos sobre cuanto explicamos, pueden leer un artículo mío publicado en LA REVISTA FOLKLORE y liberado en la red: EL JUEGO DE LA OCA Y SU TOTEM ANADE (Continuación). Para su consulta pulsar sobre la linea azul:
http://www.funjdiaz.net/folklore/07ficha.cfm?id=2357

Sobre la licantropía y el culto al lobo, ver entre otros en Grecia y Roma mitos y ritos de: Macaria (Pausanias I, 32, 6) (Aristófanes, Cab. 1151) /// Lico: (Plutarco, Paral. 23) (Juba Fragmentos históricos Griegos, III, 472, 23) /// Palámedes, que preveé oráculos a través de la visión de lobos en el campo de batalla /// Macedón y Licaón (Hesidodo, Frag. 29) (Estrabón, VIII, 3, 29) /// APOLO; simbolizado como Lobo; Apolo Licio o infernal, llamado Veovis /// Apolo Licio adorado en Cirene (Virgilio; Georg. Iv, 317) /// Sorano, como Hades infernal asimilado al lobo (Virgilio, Eneida XI, 785) (Plinio Historia NAt. VII, 19) /// LETO, madre de Apolo, convertida en loba que huye al país de los Hiperbóreos, donde pervive adorada en esta figura, mito relacionado sin duda con los de Lugh y Dagda (Apolodoro, I, 2 2) (Higinio, Fábula 40) (Hesiodo, Teogonía, 404) /// Las Ménades como amaestradoras de lobos (Diodoro Sículo III, 64 y IV, 3) /// Licaón como Zeus Licio de Arcadia, donde se inmolaba una víctima humana y los asistentes la devoraban, quedando convertidos en lobos por un periodo de ocho años (Estrabón V, pag. 221) (Pausanias VIII, 2, 1 y ss) (Higino Fabula 175) (Hesiodo, Fragmento 71) /// Marte representado como Lobo y su relación con la Loba Capitolina, que amamantó a Rómulo y Remo /// Arcade y Licaón quien sirvió a su nietotroceado y guisado a Zeus y fue convertido en lobo por ese ultraje (Apolodoro; III, 8,2 y III, 9, 1) (Ovidio; Metamorfosis, II, 406) (Higino; Fabula 224) /// HÉCATE representada con cabeza cánida, como maga y hechicera /// Cultos a ARTEMISA relacionados con los perros y amaestramiento de lobos, cercanos a Hécate y los poderes de la magia.





Finalmente, ha de citarse a Teófane madre del Vellocino de Oro, que fué transformada por Posidón en oveja para que nadie la poseyera. Quienes llegaron a su isla para pretenderla, al no ver más que ovejas se dispusieron a matarlas y comerlas, siendo convertidos en lobos por Posidón. Teófane y ese dios del mar tuvieron al carnero de oro, que salvó a los niños Frixo y Helene del sacrificio ritual cuando su padre se disponía a matarlos. El carnero fue transformado en constelación y en el vellocino de oro, tras lograr Frixo llegar volando en aquel hasta la Cólquida. Siendo así que el ciclodel Vellocino de Oro se relaciona con la salvación del infante del ritual de imolación, dejando la historia de Teófane ver que quienens no lo practicaban eran vistos como seres humanos licántropos (convertidos en lobos).






















ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LAS REPRESENTACIÓNES ZOOMORFAS CERCANAS AL "LOBO VACCEO". Capítulo ANEXO: Sobre las teseras hospitalarias; parte tercera (III) -CONTINUACIÓN-

 
VIENE DESDE LA ENTRADA DE ARRIBA; ES SU CONTINUACIÓN
El orden de lectura de las entradas que le preceden es el siguiente:
TESERAS CON FORMA SIMILAR A UN OSO. Capítulo ANEXO: Sobre las teseras hospitalarias; parte tercera (I).

http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com.es/2012/10/blog-post.html

ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LAS REPRESENTACIÓNES ZOOMORFAS CERCANAS AL "LOBO VACCEO". Capítulo ANEXO: Sobre las teseras hospitalarias; parte tercera (II).

http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com.es/2012/10/blog-post_4611.html
(es imprescindible leer previamente el artículo que hay encima -en el blog-)


AL LADO:
Detalle de la escena de sacrificio del caldero de Gundestrup (agradecemos nuevamente en Museo Nacional de Dinamarca -arqueológico de Copenhage- nos permita divulgar la imagen). En ella vemos claramente un cánido en situación muy semejante a la del perro de Mitra y que al parecer aprovecha el sacrificio para lamer sangre, o intentar coger alimentos desde la crátera. Al lado de este lobo -o perro- hay un ser gigante que introduce a un guerrero (muerto) en el gran caldero; lo que en opinión de otros es un sacerdote sacrificador que mete en aquella tina metálica a un niño. Su sentido para muchos está relacionado con una inmolación humana, aunque para nosotros se trataría del ritual de reencarnación o de resurección de la mitología céltica. Religión que narra como los dioses tienen la capacidad de "cocinar" en el caldero sagrado a los soldados caidos en la guerra, para devolverles la vida o sanarles. Una ceremonia que sin duda alguna habla de las pócimas y medicamentos que los druidas y magos realizaban, para curar a los heridos en combate.
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ABAJO: Parte de la escena anterior completada de una lámina del caldero de Gundestrup (nuevamente agradecemos al Museo Nacional de Dinamarca, nos permita divulgar la imagen). En esta observamos claramente al personaje de proporciones sobrehumanas y vestido de soldado (con cota de malla, o bien traje protegido por trenzados), luciendo coleta y que introduce a una persona en el caldero. Algunos han identificado este momento con los sacrificios al dios Teutates, a los que se ahogaban víctimas. Otros con un ritual de muerte de un enemigo desangrado sobre la crátera, mientras el perro o lobo lamería su sangre. Finalmente, los hay que se relacionan la imagen que vemos con un ritual de bautismo aunque nosotros la vemos unida a los famosos calderos mágicos de capacidades curativas y que devolvían la vida a los guerreros muertos en combate (siendo nuestra opinión que esto último es lo que se representa en la escena).


 
 
4- EL SACRIFICIO EN GUNDESTRUP Y SU RELACIÓN CON EL CÁNIDO:

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El Caldero de Gundestrup que venimos analizando se completa con algunas placas de plata más, entre las que destaca aquella que hemos recogido en su parte izquierda arriba y que representa un sacrificio ritual. Tal como vemos en las otras imágenes bajo estos párrafos, su escena completa consiste en un desfile de guerreros a caballo (clase ecuestre) bajo los que hay otra fila de infantes armados (escuderos o simples soldados). Al lado derecho unos músicos celebran la "parada militar", tocando el gran cuerno trompeta (karnix), mientras a nuestra izquierda vemos el personaje gigante que introduce a un humano en un caldero, bajo el cual un perro lame lo que se supone, son las gotas de sangre del ese muerto (o bien espera para comerlo).
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Antes de comentar lo representado, hemos de explicar que el caldero entre los celtas (indoeuropeos de todo el continente) contenía un valor religioso muy singular. Atestiguando ya Estrabón (1) que estos pueblos del centro y Norte de Europa tenían por costumbre depositar calderos o tesoros en las ciénagas y lagos. Lugar en el que precisamente fue hallado este de Gundestrup, tanto como muy cerca y también entre los lodos, se encontró otro (no tan valioso) que sacaron de la turbera danesa del lago Bra. De un mismo modo, han aparecido este tipo de "ollas rituales" entregadas al pantano o a sus fangos, en Duchcor (Checoslovaquia), o en las orillas de Blackbum Mills y en Carlingwark lake (Escocia). Cuanto decimos, se asocia igualmente a numerosos hallazgos de hachas, armas, joyas o corazas, arrojadas por los celtas a las aguas y que se cuentan por centenares en toda Europa.
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Por lo demás, el significado religioso de estos calderos se asocia con varios ciclos mitológicos (irlandeses y galeses en especial), tanto como con rituales celebrados por los druidas y con los sacrificios ofrecidos a las divinidades. Entre ellos destaca la famosa "olla" del dios gaélico Dagde, quien poseía la "cuba inagotable", cuya miel, carnes, vinos y viandas nunca paraban de manar desde su interior. Siendo este un verdadero "cuerno de la abundancia" con el que se festajaba a los guerreros valientes en el "banquete final". En el Más Allá se hallaba estea "crátera de la abundancia" inagotable y con la que celebraban las fiestas los más fieros soldados caidos en combate. Aunque también, desde el reino de los muertos le fueron entregados a los hombres varios calderos con poderes mágicos y curativos. Así, entre las leyendas gaélicas se halla mención de estas "tinas metálicas" sagradas, que incluso tenían la capacidad de resucitar. Siendo muy famoso el "Caldero de Bran" soldado que recibió esta preciada crátera en las orillas de un lago en el que fué encontrado y que posteriormente regaló al rey de Irlanda. Crátera de Bran cuyo enorme don era el de resucitar a todo guerrero que se introdujera y que fuera allí cocinado.
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Algunos cofundidamente denominan a esta mágica olla "El Caldero de Lug", pues en verdad aquel divo celta se tuvo por el dios de la medicina (aunque más bien debe comparársele con Apolo -por cuanto era el patrón de la sabiduría y de las las artes-). Pero realmente era Dagda el poseedor de esta gran crátera de metal de poderes mágicos y que en nuestra opinión está muy relacionada con la farmacopea. Creación de pócimas, brebajes y remedios que entre los druidas se ejercía profusanmente, cociendo vegetales y misteriosas póciones en esas ollas "sagradas". Finalmente otras historias identifican las grandes tinas con el divo principal celta llamado Teutates (padre de todos). Al que según Lucano se sacrificaban humanos ahogándolos -en los rios o en cubas- (2) . Todo cuanto pudiera explicar la escena que hemos visto representada en el caldero de Gundestrup y que a continuación recogemos de forma contrastada para observar mejor sus detalles.
 
AL LADO:
La imágenes anteriores de sacrificio destacadas y contrastadas para que se aprecien bien todos sus pormenores.
ABAJO: La escena completa de la placa en la que vemos el desfile de soldados (arriba ecuestres, abajo infantes) y al lado unos músicos tocando la tuba sagrada; lures o karnix de largo cuerno en cuya boca figuran esulpidos lobos feroces. Del otro lado, un sacerdote (o más bien un dios) introduce en el caldero a un guerrero muerto, mientras un lobo lame su sangre.


 
 
Muchas son las teorías acerca del significado de este sacrificio
, aunque la gran mayoría relacionan su representación con la imolación humana, que historiadores y fuentes clasicas relatan muy comunes entre los celtas (3) . Normalmente se ha visto en esta imagen un sacrificio de presos, basándose en una de las citas de Estrabón, en la que el geógrafo historiador afirma que era costumbre de los pueblos de Jutlandia cortar la garganta a los prisioneros, dejando se desangrasen en un caldero (4) . Narrando concretamente como las sacerdotisas que acompañaban a sus ejércitos vestían con coronas a aquellos infortunados a los que luego suspendían por los pies para degollarlos ellas mismas, dejando caer su sangre en una gran crátera de centenares de litros (mientras que otras sacerdotisas de este pueblo cimbrio, los abrían en canal para practicar con ellos la extispicina) (5) .
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Tras leer el texto de Estrabón (ver citas 4 y 5) nos podríamos plantear que lo representado en Gundestrup no deja lugar a dudas, tratándose de lo descrito por el geógrafo griego. Pese a ello, muchos investigadores tienen serias dudas de que realmente sea aquel  el ritual y no otros realizados con calderos sagrados y de carácter muy distinto. Para los interesados en ello, recomendamos un breve artículo liberado en la red y sin firmar (publicado por Terrae Antiqvae -ver cita 7-), que realiza un resumen bastante acertado sobre las opiniones de algunos expertos en el tema. Mencionando y defediendo la teoría de que la iconografía del supuesto sacrificio fuera en realidad la de un bautismo al "smith god" Tleps. Un dios herrero caucásico a cuya forja acudían las madres llevando a sus hijos para que los introdujera en el agua de templar aceros y convertirlos así en invulnerables (leyenda que se relacionaría con la de Aquiles). Todo ello lo justifican iconográficamente en Gundestrup porque -según Krutas- esa pieza presenta no solo tema célticos, sino también, "numerosos elementos del mar Negro"; es decir, de la zona en la que se desenvuelven los actuales Osetas y antiguos Escitas. Pueblos que tenían por costumbre -aún conservada-, que la progenitoras llevaran a su hijos a la forja, donde el herrero los sumergía en la cuba del agua de templar pidiendo a la vez al divino Tleps por el neonato (6) . Una forma extraña de bautismo muy semejante a la que recibió el héroe de la Iliada, cuya madré consigue de un modo muy semejante que fuera invulnerable a las armas (a excepción de su talón que quedó fuera de las aguas estigias).
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Posteriormente sigue exponiendo la autora del mencionado artículo, que: "Quizá la escena del caldero de Gundesdrup representa a Tleps, ese dios herrero del Caúcaso o a otro semejante, en el momento de introducir en el agua al joven que se inicia como guerrero, lo mismo que el herrero introduce a los niños en el agua de la fragua para dotarlos de vigor, como en un bautizo, un rito de paso." (..) "Dumezil completa la referencia a la costumbre descrita con otra en el mismo contexto de la fragua : `Según N. Zardenscaya (...) Las mujeres encinta iban a la forja donde eran rociadas con agua mezclada con carbones. En caso de parto dificil, hacían beber a laparturienta agua que hubiera servido para templar una espada´ ". (7) Pese a lo bello de la idea, yo personalmente me inclinaría más a pensar que la iconografía de esta placa de Gundestrup es lo descrito por Estrabón (la inmolación de prisioneros) o bien una ceremonia de religión celta de resurección. Toco ello al considerar que no es un niño el que es introducido en la crátera, fundamentalmente porque va vestido como el resto de los soldados (con lo que es a todas luces un "uniforme" protector y un casco). Siendo su atuendo exactamente igual al del resto de los guerreros que le rodean, e incluso al de aquel (gigante) que lo mete en el caldero; lo que obliga a creer que tampoco ser trataría de un enemigo -preso, atado, coronado y desarmado; como refieren las fuentes que eran estos degollados por las sacerdotisas-.
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En todo ello, el principal motivo que me lleva a pensar que pudiera tratarse de una escena de dioses indoeuropeos, es el hecho de que el sacrificador (o el que toma a la persona para introducirlo en el caldero) es de un tamaño desproporcionado y que aquel "gigante" también tiene la misma apariencia que los guerreros que rodean toda la recreación. Pareciendo más un dios que un sacerdote y que si se tratara de una mujer -habida cuenta de su coleta- nunca sería una sacerdotisa de traje talar, sino una diosa-guerrera (divinidad de la batalla o una sus oficiantes, extrañamente ataviada de soldado). Puesto que en verdad luce una gran trenza (algo común entre ciertos militares de rango), pero su apariencia es que está cubierto de cota de malla o bien de cuero y con un traje muy similar al del resto de militares (no pareciendo una vaticinadora de las que Estrabón nos habla). Por lo demás un hecho fundamental para dejar de considerar que la iconografía sea de un sacrificio se basa en que el oficante no porta cuchillo ni espada, ni menos su apariencia puede asemejarse a la de un sacerdote o pitia cimbria (lo que podemos atestiguar debido a que algunas de ellas aparecen en otras placas del mismo caldero).
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Por todo lo expuesto anteriormente, yo -personalmente- me inclino a pensar que se trataría quizás de un rito de resurección y no de "bautismo" ni de sacrificio. Justificando ello en la disposición de los guerreros y por el tamaño y vestimenta del personaje que introduce al individuo en el caldero. Un ser que parece sobrenatural y que preside la "parada militar" de los allí representados -"gigante" que además ha de suponerse, es un guerrero (por su aspecto)-. Lo que me lleva a deducir que seguramente es una figuración del banquete del Walhalla (de Odín o de Dagde), en el que se honra al soldado para ser cocinado y reencarnado en una nueva vida. Festín reservado en el Mas Allá para los caidos con dignidad y donde se hallaba el famoso caldero con el cual se lograba resucitar a los muertos en batalla (llamado de Dagde o de Bran y que poseían -entre otros- el rey de Irlanda). Un hecho y mito que -en mi teoría- claramente se relacionaría con el perro o lobo que vemos a los pies del cadáver y bajo la crátera metálica; animal que aprovecha la oportunidad para lamer su sangre o incluso intentar devorarlo.


 
AL LADO:
Otra de las placas de plata del magnífico caldero, en la que se representa a un dios, que toma con sus manos a dos hombres también vestidos de guerreros. Estos a su vez, cada uno sujeta a un perro y bajo todos ellos hay a la izquierda un cánido (quizás lobo) y a la derecha un pegaso. Representaciones que las identificamos con el perro y el caballo como animales de la guerra, de lo que el dios que aparece en el centro sería el de la guerra como "el señor de los animales" (un Thor -Taranos- cercano al Teshub anatólico, que se presenta sobre leones, toros o caballos).
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ABAJO: Otra de las láminas del mismo caldero, en la que de nuevo observamos un dios de descomunales proporciones y que se ha identificado con el gaélico Dagde, señor del caldero de la abundancia. A su lado, un guerrero sujeta la rueda (símbolo solar indoeuropeo por antonomasia) a modo de arpa, por lo que podemos identificar esta figura con el Apolo celta, denominado comunmente Lugh (divo patrón de la sabiduría, las letras y las artes). A ambos lados, dos cánidos de fiero aspecto que parecen lobos idealizados. Abajo, algunos grifos típicamente de estilo tracio o anatólico (mitad caballo, mitad pájaro; que se relacionarían con la velocidad de algunos equinos y con Pegaso). En el centro la sierpe, con cabeza de carnero; pudiera ser el llamado "Uróboros" (también llamado, Oulowolf y Ouroboro). Dragón u ofidio que la filosofía druídica narraba habitaba bajo el Mundo (terreno), dirigiendo el destino de los hombres, moviendo la tierra (provocando terremotos); al cual se debían las corrientes telúricas y el nacimiento de los manantiales. 
 

 
 
El detalle de la escena de sacrificio (hablamos de las fotos previas a las de arriba) en la que vemos al cánido pretendiendo comer al difunto -o su sangre- creemos que nos daría una clave sobre su iconografía. Así, por la situación de aquel ser sobrehumano (un dios) que lleva a alguien entre sus brazos, nos lleva a deducir que lo representado en el Caldero de Gundestrup es un ceremonial de honras fúnebres (posiblemente de un rey y quizás de aquel noble cuya familia o saga donó al lago esta crátera). De tal manera, el lobo o perro bajo el fallecido; nos hablaría de que aquel guerrero que sujeta el gigante, ha muerto en la lucha y debe ser devorado por los carroñeros. Tal como era costumbre entre los celtas, quienes dejaban en el campo de batalla al más valiente para ser comido por los animales -totems entre los que se hallaba con mayor rango el lobo-. Un depredador que al engullir al valiente soldado cumpliría su función de reencarnarlo y enviarlo al Mas Allá. Lugar donde lo recibiría el dios que lo introduce en el caldero para sanarlo y devolverlo a la vida (correspondiendo ello posiblemente a lo representado en la escena que estudiamos). Mientras cuanto narramos sucede, la tropa que mandó aquel valiente general (o rey), estaría figurada en las dos lineas de hombres armados que desfilan apoyados por los músicos, presentando todos ellos sus respetos ante el cadáver que se encuentra en el tránsito.
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Así es como interpretamos la escena que reflejaría de manera sublimada el ritual indoeuropeo de exposición del guerero valeroso, que obligaba a dejarlo en el lugar donde cayó, para que pasara a manos de los dioses tras ser devorado por las alimañas. Siendo para mí esta placa de Gundestrup una figuración de la metempsicosis y de los rituales mortuorios idoeuropeos, en los que el cánido cumple una función primordial: Comer al guerrero para hacerlo llegar al mundo de los muertos, donde el dios del caldero sagrado le resucita. La otra hipótesis (la del sacrificio, que no nos convence plenamente), obligaría a pensar que aquel que figura sobre la crátera es un prisionero ejecutado, entregado a los lobos -o a los perros-, tras recoger su sangre en la crátera. Incluso pudiera concluirse de lo que vemos, que quizás fueran así cocinados esos prisioneros sacrificados que menciona Estrabón, para alimentar a los canes del ejercito que los inmolaba.
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Puesto que el geógrafo griego añade que tras haberlos degollado o matado para vaticinar con sus vísceras y sus espasmos, encendían el caldero con el fin de hervirlos. Atreviéndome a expresar como una idea personal, que muy posiblemente también algunos de estos cuerpos de guerreros amigos, cuando tras ser heridos morían en el campamento, se introdujeran en "una crátera de resurección" (como expresan las leyendas celtas). Donde tras ser cocinados fueran entregados a sus más fieles perros; en sustitución de la exposición y para que se reencarnasen en los animales. Rito que quizás es el que vemos en esta imagen y que se completaría con la ofrenda de los restos del homenajeado a sus "amigos" más fieles: Los canes, que entre los indoeuropeos se consideraban casi humanos y eran veneradísimos.
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Acerca del valor del perro en el mundo indoeuropeo, son innumerables sus ritos, leyendas e historias. Entre las que destaca la de uno de los héroes más importantes gaélicos cuyo nombre es el "soldado perro", Cuchulain (de "CU" "guerrero" y "CHULAIN", sabueso). Noble irlandés,
Hijo del dios LUGH y de DECTERA, hermana del rey del ULSTER; que un día mientras vistaba a su padre adoptivo en la casa del herrero Culann mató a la perra que guardaba la forja. Tras lo que se comprometió a hacer él de sabueso en la hererría, hasta que un cachorro de la que había matado llegara a la edad adulta. Pasando más tarde Cuchulain a defender solo el Ulster, en la famosa batalla de los toros de Cualinge (expuesto en el ciclo "Razzia du toreu de Cooley"), que curiosamente comienza con el robo de un semental de bóvido generando la invasión de Irlanda (que más tarde logra recuperar Cuchulain). Infinidad son las historias celtas y gaélicas que se refieren a canes junto a toros y que curiosamente cuadran o encajan con muchas de las escenas que vemos en el caldero danés, donde ya habíamos encontrado una caza de uros y donde el animal que más se repite es el perro (o el lobo).
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Unos cánidos que para los indoeuropeos fueron sagrados, habida cuenta que eran su compañero de guerra, de guardia, defensa y caza. Tanto que se suponía que en el Más Allá, el señor del mundo de los muertos (Arawn) tenía numerosos perros, que le ayudaban y con los que siempre compartía sus festines. Animal que en muchos casos se tomaban por el guía ideal del viaje del difunto y que como tal era sacrificado, para que acompañaran al fallecido en su camino hacia el Walhalla -costumbre común a muchas culturas-. Matándose la mascota real del fallecido u otras y que en ocasiones comían los celtas en ceremonias rituales. Todas estas costumbres sin lugar a duda son el origen de la impotante función que aún hoy tiene en el mundo anglosajón este animal, que durante la etapa del románico y del gótico numerosas veces aparece esculpido en la tumba del noble (indicando la fidelidad). Por todo ello, el perro para los celtas era el símbolo de la muerte (al tenerse por el más fiel amigo que podía acompañarnos hasta ella sin temor); de la curación (al observar que se autocuraban con su saliva, con su alimentación, purgantes y etc); de la caza y la diversión (por su simpatía y bondad) y de la fildelidad y la amistad.

 
AL LADO: Parte derecha de la escena del sacrificio, donde aparecen varios músicos tocando lures (o kanix); largas tubas similares a las que aún se hacen sonar en los Alpes y que llevaban tallada una cabeza de lobo fiero en su extremo o boca (también figuraban otros animales "montruosos" en esa parte final de la tuba; principalmente jabalís). La representaciòn de aquel hombre gigante introduciendo en el caldero al guerrero junto a todo un ejército en parada militar, se completa con estos músicos que acompañan el rito. Curiosamente Estrabón no habla de que los cimbrios lucharan bajo el sonido de estos lures o tubas, sinó que cuando entraban en combate las sacerdotisas y mujeres hacían un estruendo terrible con los escudos y objetos de cuero en sus carromatos (8) . Por todo lo que expresamos, la escena nos hace creer que se trata de un ceremonial de honras fúnebres.
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ABAJO:
Una de estas "trompetas" celtas, pero en este caso celtíbera y en forma de tuba romana (circular). Se trata de un ejemplar hallado en Numancia y perteneciente a los fondos del Museo Numantino (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Veamos que igualmente en su extremo se halla el lobo fiero, de boca abierta, todo lo que lleva a pensar que el sonido de estos lures celtíberos intentaba de algún modo imitar (o emular) el ladrido o gruñido del lobo. Como forma seguramente intimidatoria contra el enemigo y de ánimo para los combatientes propios. En el caso de las tubas numantinas, tanto como en el de los karnix daneses, vemos el lobo tiene un significado muy preciso relacionado con la fiereza y la guerra. Siendo con toda seguridad un totem que concedía la suerte (de ello que en algunos relatos, la visión de un lobo previamente a entrar en lucha, era presagio de ganar la batalla).


 
 
Por cuanto sabemos no cabe la menor duda de que los cánidos eran los más importantes totems entre los celtas, animal sagrado cuya deificación igualmente existía en el lobo del mitraismo persa -que seguramente en el posterior culto de Mitra romano se convirtió en el perro que le acompañaba- (9) . Puesto que en nuestra opinión, en todo el nuevo culto de Mitra que Roma tomó y fue reelaborando, habría unas profundas influencias celtas. Algo que afirmamos, debido a que comunmente se cree -o interpreta- que esta religión mistérica fué introducida por los cilicios en Roma, poco antes del año 70 a.C.. Contándose que ello se debió al contacto con los piratas llegados desde esta costa (hoy turca) hasta Italia, que convirtieron al mitraismo a los primeros soldados romanos. Corsarios que abundaban en el litoral de Anatolia (llamada Cilicia) y que curiosamente llegaron a apresar a Julio César en estos años en los que su trato con los ejércitos romanos expandiría sus creencias. Pese a ello y a la dudosa veracidad que tiene este origen de la mistérica religión en Roma; el hecho cierto es que estos cultos tan persas y escitas (y por lo tanto, indoeuropeos) tal como llegaron al imperio estaban impregnados de rasgos celtas -al menos en mi opinión-. Todo lo que creemos se ve en el caldero de Gundestrup donde a mi juicio se expresan diversas creencias de este orígen.
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Por todo ello, considero a la figura central (el llamado Cernunos, que hemos estudiado en la entrada anterior) un dios muy cercano al persa Mazda -el padre de Mitra-. Pero incluso creo poder ver a la madre de este mismo Mitra entre los representados en el caldero; sobre todo en una de las placas, donde hay iconografiada una clara maternidad. Es esa la que mas abajo recogemos y en la que se observa una figura central de sacerdotisa o diosa, ataviada tal como Estrabón explicaba que se vestían las pitonisas y magas de los cimbrios (10) . Su escena es la siguiente: Se halla en el centro una mujer, con los pechos al aire (o muy marcados), mientras sostiene en su regazo y con el brazo derecho, un hombre muerto. Del otro lado y a la misma altura, yace un perro y ella levanta la mano como en actitud de lanzar una paloma. En su hombro se sienta otra mujer (de traje talar y pecho igualmente marcado). Mientras en la parte más alta y a cada lado podemos ver: A la izquierda un hombre que la peina y sobre este un ave (probablemente buitre o águila) y a la derecha, un perro muerto y sobre aquel otro pájaro igual al que había sobre aquel que peinaba a la diosa.
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La escena (que podemos ver más abajo en imagen) en mi opinión reflejaría: Arriba la derecha, el guerrero muerto camino del cielo donde lo lleva el ave (el buitre que lo come) mientras este peina a la diosa -su madre-. Igualmente el perro que yace sin vida del lado contrario, también es representado más arriba elevándose hacia el cielo gracias al pájaro que sobre aquel se halla. En el centro, se representaría esta diosa de la maternidad, que podemos identificar con Anahita (madre de Mitra); que sujeta con sus brazos al soldado caido en batalla, junto a su perro. Sobre el hombro de esa diosa, de nuevo hay una mujer y que yo identifico con la esposa del guerrero  -aparece sentada encima la diva-. Se trataría pues todo ello de la segunda parte de la historia del guerrero fallecido y que hemos visto honrar en el caldero por sus tropas, mientras se realizaba la ceremonia de su resurección en la crátera. Siendo esta lámina la que explica como sube al cielo junto a su perro (gracias a las aves que lo comen); mientras peina a su madre-diosa que le recuerda ayudando a su esposa (que se sienta sobre el hombro de la madre). Ver la representación:
 
AL LADO: Escena de maternidad en el caldero de Gundestrup. En ella interpreto que se halla una diosa madre (central) que sujeta a un guerrero muerto -que ha dejado de vivir y por lo tanto no puede alimentar en su pecho-. Del otro lado, un perro igualmente sin vida y más al extremo  -en el hombro de la diosa madre-, una mujer sentada que interpretamos como la esposa del difunto. Sobre todos ellos, la figura del soldado muerto ascendiendo a los cielos (gracias al buitre que lo lleva) a la derecha y peinando a su madre. En el lado izquierdo, de igual modo, sube el perro al reino de la eternidad (también por mediación de otro ave que hay sobre aquel).
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ABAJO: Fondo del caldero de Gundestrup.
En este encontramos ciertamente la clave de su carácter mitraico, al ver dentro de aquel la representación de un toro tumbado o en actitud de caer (quizás ante un sacrificio) y que como el bóvido de Mitra tiene antes sí un animal maligno. En este caso curiosamente es un cocodrilo el que representa al mal que lo ataca, tal como el buey de Mitra era mordido por el escorpión y la serpiente (por lo que el dios acababará con el animal de forma rápida y noble). Tras el toro se encuentra un guerrero, pero esta vez con la espada en mano y su perro al lado, figurando claramente como Mitra y su inseparable can.


 
 
 
Finalmente quedaría tan solo por analizar el fondo del caldero para tener la certeza de que sus escenas se refieren a una religión de tipo Mazdeista o mitráico -cuyos diferentes misterios hemos visto representados en sus paneles laterales-. No sabemos si existen otros estudios que confirmen lo que decimos acerca de Gundestrup, pero creemos suficientemente argumentado pensar que estas figuraciones simbolizan ciclos de unas creencias solares de tipo indoariano; muy cercanas a las seguidas en gran parte de Asia Menor y del Cáucaso desde el nacimiento de Zoroastro. Máxime cuando vemos un sacrifico de tipo mitráico en su fondo, donde en la cabeza del propio toro se dibujan los símbolos del Sol (en la frente) y de la Luna (en el morro). Bóvido al que le faltan los cuernos y que seguramente se habrían perdido al ser de marfil (o de oro) -ver detalles en la foto última sobre este párrafo
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Tras aquel gran uro de enormes testículos (como podemos ver), se halla un personaje armado con una espada y frente a él, su perro. Ambos, pese a representarse como tumbados, se encuentran en ademán de movimiento y más concretamente de ataque. Todo lo que habla de que se hallan a la caza del toro, siendo el momento descrito en que "Mitra" se prepara para asestar una cuchillada al bóvido. Ello se relacionaría con otra escena del caldero en que figuraban varios soldados matando a toros ayudados por sus realas (ver artículo anterior y sobre este). Si aumentamos la imagen y la observamos con detenimiento, encontraremos como el perro lleva un gran collar protector, de los usados para que los lobos y otros animales no hagan presa en su cuello. Mientras, su dueño luce el traje de guerrero que ya vimos en el resto de representados con armas, aunque se le observa coleta o trenza. Ello nos lleva a pensar si se tratará del mismo personaje que había en la escena del sacrificio. Un guerrero de proporciones gigantes, ataviado de igual forma (con trenza) y que tenía tomado a un hombre al que ponía boca abajo sobre el caldero.
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Aunque en la fotografía aumentada (ver abajo al lado) se llega a observar que aquel que imaginamos es Mitra, parece que tuviera los pechos descubiertos y el pelo de mujer. Lo que nos llevaría a concluir que el que oficia el ritual del sacrificio tanto como este que mata al toro, serían mujeres guerreras o bien diosas de la guerra. Algo que cuadraría con la veneración a la madre de Mitra (Anahita), que en mi opinión aparece en el caldero como maternidad; ya que ella es la patrona y deidad de la guerra. Una diosa Anahita que como un Marte (o Ares) grecorromano, preside las batallas y la lucha. Diva del combate que sin lugar a dudas hemos de identificarla con la gaélica "Diosa Blanca" y que se identificaría con los más extraños cultos de la Luna y con los ritos de la antigua Artemisa. Deidad de origen neolítico, adorada como la domadora o domesticadora de los animales (su señora); una Potnia Theron venerada junto a bestias salvajes y cuyos ejemplos los tenemos en todo Oriente Medio y Levante Mediterráneo durante el II milenio a.C.. Siendo conocidísimas entre las mujeres que oficiaban esos cultos a las señoras de los animales; aquellas sacerdotisas -que como las de Creta- eran domadoras de serpientes o taurómacas. Unas acrobáticas adoradoras del toro, que saltaban y apresaban morlacos en Cnosos y en cuyo laberinto del Minotauro ralizaban los ritos del astado sagrado que allí se escondía.
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De todo cuanto se deduce que el rito del toro de Minos -mitad hombre-, al que entregaban cada nueve años varias doncellas y jóvenes, con el fin de inmolarlos al dios cornúpeta. Está completamente relacionado con los cultos que arriba vemos en Gundestrup. No solo con la cacería de uros salvajes, sinó también con esta representación de una Mitra mujer (como Artemisa Britomartis), que mata el toro junto a su perro -totem de la diosa Artemis-. Una muerte del astado que se celebraba entre los mitraicos cuando acababa el ciclo del Sol (el 25 de diciembre) y que por lo tanto se relacionaría plenamente con la idea del laberinto. Ya que el gran laberinto, el primigenio y primero, representado desde los megalitos, hasta los tiempos modernos, es la Via Láctea. Esa máncha de luz giratoria, compuesta por los cuerpos celestes cuya comprensión y estudio era el secreto de los sacerdotes (ya que permitia guiarse en los desiertos y en el mar). Por todo cuanto la victoria del toro en el laberinto mucho tuvo que ver con los secretos del Cosmos y ello con el calendario (imprescindible para crear una civilización). De lo que Mitra (hombre o mujer) matando el bóvido el día que comenzaba a "resucitar la luz (fecha de su nacimiento) se relaciona plenamente con un Teseo acabando con el Minotauro. Héroe griego que simboliza de algún modo la superación del sacrificio humano y la liberación del hombre a través de la inmolación del toro en sustitución de aquel.

 
 
AL LADO: Detalle del fondo del caldero de Gunderstrup donde vemos que el sacrificador (Mitra) es una mujer. Por lo tanto las creencias aquí representadas serían de tipo frigio y han de asimilarse a las de Artemisa lidia y a los cultos de Cibeles. Figurando unos ritos similares a los oficiados por las sacerdotisas minoicas, cuyo deber era el de dominar al toro salvaje o a la serpiente.
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ABAJO:
Vista general del caldero. Aprovechamos esta última imagen para agradecer al Museo de Copenhanguen (Arqueológico Nacional de Dinamarca) que nos permita divulgarlas.


 
 
 
Tras cuanto hemos ido viendo, no nos cabe la menor duda de que en la Jutlandia contemporánea al caldero de Gundestrup (siglos II al I a.C.) gran parte de las oficiantes y diosas eran mujeres. Acerca de ello y regresando a la cita de Estrabón, podríamos pensar que consecuentemente ha de creerse que lo iconografiado en la "placa del sacrificio", es una de esas inmolaciones de humanos, ya referidas y realizadas por vaticinadoras (en una gran crátera). Aunque para afirmar con rotundidad esta idea -que en principio parece tan clara- hay varios problemas: El primero la inexistencia de cuchillo en la mano de aquella que se supone sacrificadora (de la que se observan hasta las ataduras de los zapatos, por la minuciosidad con la que está toda su figura labrada). En segundo lugar, la imposibilidad de que aquel que esta mujer tiene entre sus manos sea un enemigo, porque va vestido exactamente igual a ella y al resto de los guerreros que rodean la escena. En tercer término, se nos hace muy difícil comprender la diferencia de tamaño entre la persona que introduce en el caldero y ella misma (que parece un gigante). Todo lo que ha hecho suponer que se trataba de una madre "bautizando" a un niño en la cuba de templar en acero; pero que a nuestro entender se justificaría por el hecho de que aquel gigante es la figura de un dios. Deidades que en todo el resto del caldero vemos igualmente en un tamaño mucho mayor que el resto de los personajes (humanos).
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Estos tres motivos unidos a la observación de que aquel que parece Mitra matando al toro, tiene pechos y trenza (o pelo largo de mujer). Nos lleva a concluir que el significado de la crátera es mitraico femenino. Debiendo pertenecer su religión a un culto muy cercano al de Cibeles y que se basaba en la adoración de una diosa madre antiquísima venerada por mujeres en las cavernas. Cueva que representaba los tiempos más antiguos de la humanidad, tanto como el útero materno. Claustro donde se gestaba y nacía la luz (gracias al fuego encendido en la gruta) y luz que simbolizaba al primer vástago. Un hijo allí concebido o salvado (en la caverna) y que en Grecia se llamó Zeus -dia, dios o luz-; pero que entre los gaélicos fue denominado Dagda, cuyo origen es el mismo al de Zeus o a la palabra "dios": Del radical indoeuropeo que significa la "claridad", el "dia", la "luminosidad" ("diayus").
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Dagda, era el divo celta propietario del caldero mágico que nunca se agotaba y del que comían todos los valientes guerreros (fundamentalmente tras su muerte). Crátera que dió origen a la de Bran, que guardaba el rey de Irlanda y que concedía la vida eterna o la sanación del que en ella se introducía. Mitos y ritos que mucho nos recuerdan a los del primer Zeus (cretense) el cual recibió de su nodriza Amaltea (la cabra) el cuerno de la abundancia. Una cornucopia que jamás se agotaba y del cual surgían todas las riquezas, que se completaba con el llamado "vaso de los Curetas"; una vasija metálica fraguada por los Coribantes o Dáctilos en la que cualquiera que se bañara era curado o renacido. Por cuanto exponemos, hemos de concluir que las creencias de la Jutlandia de Gundestrup se acercaban mucho a las que procedían de Lidia -o Frigia- (tan próximas a las minóicas y a las micénicas).
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Siendo así, creemos que lo representado en la crátera danesa es lo siguiente:
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1º- Una lámina que contiene un rey coronado como ciervo (o como dios Cernunos), rodeado de animales y como señor de estos. Monarca muy cercano a Mazda en su simbología, pero también a Cronos y que podía ser el padre del guerrero muerto al que se dedica el caldero.
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2º- Una placa en la que vemos una maternidad, de una reina (diosa) que sostiene a su hijo yacente entre los brazos, mientras este y su perro ascienden a los cielos (a un lado aparecería la esposa). Siendo indudablemente aquel, el soldado fallecido que se homenajea en la crátera.
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3º- Otra lámina en la que figura una cacería de uros ayudada por perros, quizás como símbolo de la guerra o como ritual sagrado. Actividad en la que pudo morir el príncipe al que se dedica el caldero.
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4º- La placa llamada del sacrificio, en la que los soldados rendirían homenaje al muerto que es introducido en un caldero de manos de una gran diosa, con el fin de resucitarle. Frente a él, sus soldados en parada militar y el perro (o lobo) que pretende comer su sangre.
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6º- Diferentes deidades (similares a Dagda, Odín o Lugh) representados en otras tantas láminas.
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5º- Finalmente el fondo del caldero, que contiene una escena de mitraismo femenino y que explicaría todo el resto de la iconografía tal como a continuación exponemos (en la siguiente entrada más abajo).
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SIGUE EN ARTÍCULO BAJO ESTE.

VER: http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com.es/2012/10/origen-y-significado-de-las.html






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CITAS:

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(1):
Estrabón; Geog. IV, 3





(2):
Lucano; Phars. I, 444 y ss.

(3):
Julio César en La guerra de la Galias VI, 15, dice textualmente sobre los sacrificios humanos: "los que padecen enfermedades graves, y se hallan en batallas y peligros, o sacrifican hombres, o hacen voto de sacrificarlos, para cuyos sacrificios se valen del ministerio de los druidas, persuadidos de que no se puede aplacar la ira de los dioses inmortales en orden a la conservación de la vida de un hombre si no se hace ofrenda de la vida de otro; y por pública ley tienen ordenados sacrificios de esta misma especie. Otros forman de mimbres entretejidos ídolos colosales, cuyos huecos llenan de hombres vivos, y pegando fuego a los mimbres, rodeados ellos de las llamas rinden el alma. En su estimación los sacrificios de ladrones, salteadores y otros delincuentes son los más" - del libro "
Comentario a las Guerras de las Galias" ( "Bellum Gallicum" traducción directa del latín: José Goya Muniáin y Manuel Balbuena; ORBIS -Madrid 1982-) (7, XIV)-.

De una manera muy similar se expresa sobre las inmolaciones celtas Estrabón en su Geografía (IV, 5), tanto como Lucano (ver cita anterior). Diodoro Sículo, también menciona estos sacrificios humanos como "obligados" en cada ciclo calendárico druídico que era de un lustro (V,61)

(4):
Estrabón (VII 2,3): "Se cuenta también la siguiente costumbre entre los cimbrios: Sus mujeres cunado están con ellos en alguna expedición, eran acompañadas por unas sacerdotisas de largos cabellos y vestidos blancos, con unas capas de gasa abrochadas al hombro un ceñidor de bronce y descalzas; que se encargaban de hacer los vaticinios. Estas, ayudadas por espadas recorrían todo el campamento en busca de cautivos de guerra. Tras adornarlos con coronas, los conducían hasta una crátera de bronce con una capacidad máxima de veinte ánforas (unos 600 litros aprox). Cada una de ellas se subía sobre una escalinata que tenía a su disposición y que quedaba por encima de la caldera, degollando al prisionero que había sido alzado, realizando predicciones por medio de la sangre que iba cayendo en el caldero".
(5): La extispicina, era el arte adivinatorio por medio de leer las entrañas de una víctima. La narra entre los cimbrios de Jutlandia en el mismo texto de Estrabón, Geog. (VII 2,3) -VIENE DE LA CITA ANTERIOR-: "...degollando al prisionero que había sido alzado, realizando predicciones por medio de la sangre que iba cayendo en el caldero. Otras, sin embargo, tras abrirlos en canal, inspeccionaban sus entrañas para proclamar la victoria entre sus gentes".
(6):
En el artículo que hemos mencionado se recoge la cita de Venceslav Krutas -"Los celtas" edit.SARPE 1985; pag 354- del siguiente modo: "…Nos han contado entre los Chepsuges, que las mujeres llevaban a su hijos a la forja. El herrero los sumergía en la cuba del agua que le servía para templar el hierro, pidiendo a la vez a Tleps, (el dios herrero ) fortificar la salud del niño."
(7) Georges Dumezil, "Escitas y Osetas", edit. Fondo de Cultura Económica; Mexico, 2006. Procede la cita del mencionado artículo liberado en red. Para los interesados ver:
http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/una-costumbre-del-caucaso-y-el

(8): Estrabón (VII 2,3), sigue la cita anteriormente recogida habando de como las sacerdotisas "jaleaban" el combate de los cimbrios haciendo riudos ensordecedores desde los carromatos.




(9): Hablamos del culto a Mitra posterior y romano, habida cuenta que este religión nacida hace unos cuatro mil años en la zona del valle indoariano, se extendió a Persia y a Anatolia hacia el 1500 a.C.. Posteriormente y tras haberla seguido los Hititas y las gentes de Mitani, desde el siglo X a.C., gracias a Zaratustra, fué conviertiéndose en culto oficial del mundo persa, que allí la conservó hasta su transformación o sustitución por el (nuevo) mitraismo romano.

(10):
Estrabón (VII 2,3): "eran acompañadas por unas sacerdotisas de largos cabellos y vestidos blancos, con unas capas de gasa abrochadas al hombro un ceñidor de bronce y descalzas; que se encargaban de hacer los vaticinios".