domingo, 7 de octubre de 2012

ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LAS REPRESENTACIÓNES ZOOMORFAS CERCANAS AL "LOBO VACCEO". Capítulo ANEXO: Sobre las teseras hospitalarias; parte tercera (IV) -CONTINUACIÓN-

 
VIENE DESDE LA ENTRADA DE ARRIBA; ES CONTINUACIÓN DE LOS DOS ARTÍCULOS ANTERIORES
El orden de lectura del estudio completo hasta llegar a esta entrada es:

 
TESERAS CON FORMA SIMILAR A UN OSO. Capítulo ANEXO: Sobre las teseras hospitalarias; parte tercera (I). http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com.es/2012/10/blog-post.html

ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LAS REPRESENTACIÓNES ZOOMORFAS CERCANAS AL "LOBO VACCEO". Capítulo ANEXO: Sobre las teseras hospitalarias; parte tercera (II). http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com.es/2012/10/blog-post_4611.html

3ª: ORIGEN Y SIGNIFICADO DE LAS REPRESENTACIÓNES ZOOMORFAS CERCANAS AL "LOBO VACCEO". Capítulo ANEXO: Sobre las teseras hospitalarias; parte tercera (III) -CONTINUACIÓN http://sobrelostextosibericosdemario.blogspot.com.es/2012/10/blog-post_7.html

(siendo imprescindible para comprender el presente, leer previamente las dos que hay antes -en el blog-)

AL LADO:
De nuevo, detalle del fondo del caldero de Gundestrup en el que observamos un extraño "ser" que parece un cocodrilo, junto al toro sagrado. Animal exótico que hemos de considerar una expresión del demonio o del maligno, quizás figurando como el hijo -o la cría- de aquel bóvido; toro salvaje que para el mitraismo significaba las tinieblas a las que daba muerte su dios cada 25 de diciembre (resucitando el Sol). La figuración de esta rara criatura ajena a la fauna de Jutlandia, nos recuerda al modelo que sigue el "lobo vacceo", que como veremos está representado de un modo que ciertamente nos hace pensar se trata de un totem de la noche.
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ABAJO: Imagen en detalle del cánido existente en el llamado "vaso de los lobos". Crátera cerámica hallada en el yacimiento vacceo de Rauda antigua (hoy Roa, Burgos) y fechado entre los siglos III al II a.C. -según, el profesor "Abarquero"- (1) . En ella podemos observar esa extraña figura de un animal cercano a un perro que come o lame un objeto -con apariencia de dulce o pan-. Siendo muy interesante la representación cenital del cánido, que se halla agazapado, en posición sigilosa como robando un alimento (que lame). Otra figura muy semejante y de un diseño tanto o más bello, fue hallada en Pintia (nos referimos al pomo de puñal, de la tumba 32); lo que nos ha llevado a intentar estudiar qué sentido pudiera tener la iconografía de estos animales, tan depuradamente representados. Un estudio que comenzamos basándonos en los de Sanz Mínguez y Romero Carnicero y que nos hizo llegar hasta el caldero de Gundestrup, pleno de lobos y cánidos y en cuyo centro se halla también el "extraño ser", con forma de reptil pero cuyo aspecto mucho recuerda al de estos lobos vacceos (todo lo que analizamos en la presente entrada). Agradecemos al Instituto de Estudios Vacceos -Federico Watenberg- de la Universidad de Valladolid, nos permita divulgar la foto obtenida desde sus archivos y modificada por nosotros (con el fin de que se observen mejor los detalles a comentar). 
 

 
 
6- EL LOBO; TOTEM DEL GUERRERO CELTA Y DEL SEÑOR DE LOS ANIMALES :
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Tal como decimos, una vez analizado el caldero de Jutlandia, nos quedaría por explicar su interpretación (conforme nuestra teoría) y su relación con otras figuras zoomorfas, para llegar comprender algo más sobre los lobos y cuadrúpedos en la iconografía celta -e íbera-. Aunque para exponer unas conclusiones finales, previamente hemos de explicar claramente cual es la simbología que creemos hay escondida en Gundestrup. Crátera en la que vemos (como dijimos) una ofrenda dedicada a un príncipe o noble muerto; a cuya memoria probablemente sus padres encangaron y dedicaron esta magnífica obra de orfebrería -que fué expuesta y enterrada ritualmente en una turbera de Himmerland (Dinamarca)-. De ello consideramos que se iconografía en estas placas de plata a un guerrero que falleció (en combate o cazando uros), al cual una "diosa-madre" resucita y un "dios-padre" protege (junto a otras deidades); mientras, sus soldados le rinden honores.
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Así, en una de las planchas repujadas ya dijimos que se observaba cómo aquel soldado subía al cielo junto a su perro y gracias a la ayuda de su progenitora -una mujer que le toma en su regazo ya muerto, cuya imagen es cercana a la de Anahita, la madre de Mitra-. En otras láminas están diversos dioses representados, que velarían por el valiente noble fallecido. Destacando entre ellas una grande y central en que figura un divo coronado con los desmogues de un ciervo -figurando como Cernunos-; quien probablemente fuera el padre de este guerrero muerto. Un monarca que porta los torques y que se identifica con Mazda (el progenitor de Mitra), tanto como con Cronos (el tiempo). Rey o dios que sujeta una gran serpiente en su mano y se rodea de animales extraños, evocando los cultos frigios o mazdeistas mistéricos (al rodearse de zoología exótica o imaginaria).
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Finalmente, en el centro y dentro del caldero, se halla labrada de forma minuciosa la escena de una diosa de pecho descubierto matando al toro (con la ayuda de su perro); uro ante el cual se halla un extraño lagarto -o cocodrilo-, como si fuera el becerro de aquel. Todo ello evoca unas creencias de resurección en las cuales se habla de cómo el guerrero muerto es reencarnado, por medio de los ritos celtas relativos al caldero mágico. Soldado que realmente sube a los cielos gracias a que con su muerte, se logra acabar con a las tinieblas (matar el toro de la escena central). Uniendo en todo ello los cultos mitraicos con la costumbre celta de cazar uros salvajes; ejercicio cinegético que vimos como comentaba Julio César, era una de las más arriesgadas y celebradas actividades, entre las que realizaban los guerreros centroeuropeos. Por todo ello, lo que se observa el caldero de Gundestrup, en mi opinión sería un canto a la resurección bajo la religión de Mitra y a la vez la síncresis del mitraismo con las costumbres celtas. Ritos indoeuropeos entre los que se hallaba la sacralización de las cráteras mágicas con poder de resucitar, tanto como la consideración de que el modo más digno y veloz de alcanzar un lugar en el banquete de Odín ("ganarse el Cielo"), era morir en la guerra o con valor -en la caza-.
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Jugando un papel importantísimo en todo lo descrito la representación de cánidos. Los que de ser lobos, actuarían como "depredadores metempsicóticos", que comen el cadáver del guerrero para así lograr su reencarnación. Mientras si son perros, figuraban en la antigua Europa como el mejor amigo del soldado o del pastor, acompañándole en todo su ciclo de la vida y muerte (incluso en la subida al Cielo). Estos y otros motivos, confieren sin lugar a dudas al can un papel tan preponderante como mágico en Gundestrup, lo que es una evidencia más de la impotancia de este animal en toda la cultura celta. Algo que no excluye a los indoeuropeos asentados en la Península Ibérica que repetidamente representan lobos (o perros). Animales que sin duda alguna relacionados con las facultades semihumanas de las que gozan, pudiendo ser lo más útil o lo más terrible para el hombre (los mayores enemigos y los mejores los amigos). Que en el caso de los lobos son un ejemplo de comportamiento similar al del hombre, ya que nacen en manadas y se establecen a modo de clanes. Abandonando el grupo al llegar a edad adolescente, buscando una compañera y comunicándose o intentando ser admitidos en otras manadas a través del aullido. Teniendo concepto de territorialidad y mando bajo un jefe (macho alfa, que al morir o llegar a viejo, provoca que su grupo se disperse).
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Cánidos que en ocasiones son la gran alimaña del bosque, fuerte y peligrosa -atacando rebaños y personas-. Por lo tanto, tenidos por un totem demoniaco, maléfico y de la guerra, con enorme importancia; rango sagrado que se acrecentaría en el caso del lobo al comer los cadáveres de soldados (cuando tras el combate eran dejados por los celtas en el campo de batalla). Por su parte, el perro era el gran escudero o ayudante del guerrero, del cazador y hasta del pastor celta, y debido a ello los indoeuropeos le consideraban casi un ser humano. "Humanidad" que además se observa en su comportamiento tan cercano y familiar, al igual que en hechos tan curiosos como que el can no come carne de su misma especie. Lo que habría sido observado también por los indoeuropeos, adoradores de estos y a los que le atribuían tantas virtudes por haber ingerido hombres (conteniendo así en su interior parte de nuestra alma). De este modo podía entenderse que el perro nunca pruebe bocado de un trozo de carne procedente de un cánido, siquiera cocinada; lo que les asemeja más aún al hombre civilizado.

 
AL LADO y ABAJO:
Detalles del pomo del puñal de la tumba 32 de Pintia (pintados por nuestra mano) en los que se representa un cuadrúpedo que a todas luces parece el mismo lobo del vaso de Roa (ver arriba). Pese a ello, su aspecto es más bien el de un lagarto, tanto como su lengua es la de una sierpe o reptil. Este "lobo-reptil" lame igualmente una especie de dulce, que en este caso también parecería un tablero (asemejándose a un chaquete de juego); un objeto que en el Vaso de Roa más bien es un pan. El puñal hallado -no hace mucho- por los profesores Sanz Miguez y Romero Carnicero, fue fechado por ellos entre los siglos III y II a.C..


 
 
Explicada la simbología general que consideramos esconde Gundestrup, pasamos a otro de sus enigmas como es el de la aparición de un "extraño lagarto" frente al toro. Raro animal que claramente se identifica con un cocodrilo y que como la larga sierpe que también se representa en ese caldero (en las manos del dios con cuernos), hubo de venir desde tierras muy lejanas (África, logicamente). Ambos "monstruos" que simbolizan el mal, están precisamente en un lugar donde vemos que el dios los va a dominar o erradicar. Primeramente la gran culebra que Cernunos atrapa y "ahoga" entre sus manos y en segundo lugar, este cocodrilo al que Mitra (o el que se dispone a matar el toro) igualmente dominará -tras sacrificar el bóvido-.
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Si reflexionamos acerca de lo que aquellas escenas quieren explicarnos, rápidamente habríamos de ir a los misterios y a las religiones en las que se utilizaban estos animales exóticos y terribles, cuya misión era la de representar al demonio. Un mal figurado en fauna peligrosa que se hacía llegar desde tierras lejanas y que guardaban los templos o palacios; con el fin de demostrar la existencia de seres como el denominado Tifón (Equidna, la Hidra y largo etétera). Usados en religiones y cultos que ayudados de aquellos grandes reptiles o fieras bestias, evocaban lo terrible de la Naturaleza, dejando de manifiesto que en la creación existían seres tales como la mitología narraba. Unos daimones que el hombre debía controlar y a los que habían de enfrentarse, puesto que simbolizaban fuerzas del mal a dominar (pretendiendo contentarlas cuidando y venerando a estas horribles criaturas). Por todo lo que de sucederse grandes desgracias, epidemias o desastres naturales; aquellos seres que representaban al demonio, eran agasajados con múltiples ofrendas para apaciguar su sed de sangre y de dolor (entregándoles fundamentalmente humanos). Hombres que a veces inmolaban directamente regalándolos al monstruo como víctimas; pero que en otras se enfrentaban al daimón, luchando contra el maligno y pretendiendo vencerles. Siendo este el caso de Mitra, Teseo o Heracles con el toro; de los celtas en su cacería de uros, o del Cernunos que vimos en Gundestrup -apaciguando animales y estrangulando la gran sierpe-. Tanto como es aquella la simbología de cocodrilo del caldero; un reptil que como "hijo del bóvido" va a ser muerto o desheredado de su trono, tras matar Mitra el toro (que sacrifica cada 25 de diciembre).
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De tal manera la aparición de estas bestias y seres horribles junto a los dioses, explica o deja claro el sistema ritual de aquellas creencias, en las que había de adorarse al daimón. Aunque muchos de sus ritos se basaban en pruebas semejantes a las mistéricas -que ya hemos explicado-, en las que el hombre debía vencer al ser terrible. Cultos que principalmete extendieron los figios y los lidios, consistentes en el dominio de las fuerzas de la Naturaleza, por medio de la adoración y control de sus animales. Rituales de origen neolítico (edad de la domesticación de aquellos) y que vemos principalmente en las religiones de la más antigua Artemisa (luego Diana) o de la Britomartis cretense; y sobre todo en las Potnias Theron (Señoras de los Animales) del II milenio a.C.. Veneración muy primitiva, basada en el dominio de las bestias, entre cuyos ritos existía la necesidad de adorar a los animales buenos (como útiles), pero aún mas a los perversos (para evitar su ataque o su furia), entegando seres vivos a aquel "monstruo" guardado en un recinto sagrado.
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Pensamiento religioso que llevaría a la continua inmolación de humanos al dios toro, al cocodrilo sagrado o a la gran serpiente -incluso dándoles infantes-. Personas con aquel triste destino y que tal como narra la mitología en ocasiones eran salvados por "semi-dioses", o héroes. Quienes simbolizaron a hombres que en verdad se atrevían a luchar contra los animales horribles, guardados en los templos de esas religiones. Este fue el caso de Teseo ante el Minotauro, pero también de todos los héroes helenos, que como Perseo o Heracles tenían que superar las pruebas de iniciación consistentes en atrapar o acabar con toros salvajes, leones y serpientes (idealizados en hidras, grifos o dragones terribles). Todo cuanto en verdad relata historias sublimadas de expediciones griegas, donde el héroe llegaba hasta un lugar extraño y era ofrecido al totem demoniaco, como extranjero. Logrando acabar o vencer a la bestia y liberar a los súbditos, de aquel monstruo (que suele simbolizar una tiranía o reinado). Todo lo que también significa la nueva era llevada por los griegos; pero que en sí mismo esconde estos ritos y cultos que se representaban en los templos (al menos en época Micenia) durante cada ciclo calendárico -obligando a quienes deseaban integrarse en aquel grupo (o subir en su escala social) a admitirlos, o bien a luchar contra la gran bestia-.

 
AL LADO:
Imagen sometida a croma por nosotros, que contiene un sello de anillo minoico tallado en piedra semipreciosa (onice). Representa a una mujer entre dos grifos alados que claramente son perros con cabeza y alas de pájaro; sobre aquella diosa o sacerdotisa, el Labrys o hacha ritual. El original del sello pertenece al Museo de Heraklion, en Creta (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen tratada por nosotros) y se fecha hacia 1500 a.C. -procede del palacio de Cnosos-. En su talla vemos claramente una Britomartis, diosa de los animales (Potnia Theron) y antecesora de la posterior Artemisa helena. Se rodea de dos perros alados con cabeza de ave, como símbolo de estas dos especies que en el minóico eran adoradas por las sacerdotisas de Britomartis. El perro por su fiereza y fidelidad y el pájaro por servir de guia en el mar. Sobre aquella diosa, figura el símbolo más sagrado de la civilización de Minos: El Labrys; hacha de doble filo que significaba el progreso, los metales y la riqueza entendida como armas y como pecunia (animales).
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ABAJO:
Fragmento de un escudo de bronce hallado en el santuario cueva de la gruta del monte Ida, en Creta (fechado en el siglo VII a.C. y perteneciente al Museo Heracleion, al que agradecemos nos permita divulgar la imágenes). En esta observamos otra "Artemisa" o Britomartis minoica como Señora de los Animales, dominando dos panteras. Estas representaciones se refieren a los cultos de los que hablamos, por los que se veneraba en el templo-palacio un daimón o totem animal de fiereza terrible y que el hombre (o los sacerdotes) debían amansar o domar. Los orígenes de esos ritos sin duda se remontan al paleolítico, en el momento que la Humanidad comenzó a domesticar los animales. Aunque ya en el II milenio a.C. estos cultos ancestrales (fundamnetalmente conservados en las grutas) se convirtieron en religiones mistéricas. Creencias con ceremonias de iniciación, donde el mal a dominar era ese totem y en los que el guerrero demostraba su valor venciendo a aquellas bestias (tal como Artemisa lo hacía). Todo lo que nos habla con seguridad de un tiempo (neolítico) en que las mujeres fueron domesticando a los animales, haciéndose con crias y tratándolos con cariño, hasta llevarlos junto a las cuevas. Generando con ello la ganadería, las bestias de tiro y las mascotas o animales caseros de gran ayuda para el hombre (como el perro o el gato).

 
 
Así es como se explican las ceremonias de la tauromaquia antigua, o los guerreros que habían de atrapar osos y lobos tan solo valiéndose de las manos, y la lucha del hombre con la serpiente gigante (Tifón contra Apolo, o Hércules contra el León de Nemea, etc). Animales imaginarios en la mitología pero que proceden -como hemos dicho- de aquellos que en los templos de cultos mistéricos se guardaban para completar ritos y pruebas de iniciación. Rituales que en ocasiones tan solo consistían en presenciar como se agasajaba a al "maligno", ofreciendo comida suculenta al daimón (comunemente cerdos vivos que se entregaban a la pitón o al león sagrado). Grandes totems que normalmente guardaban los reyes tiranos con el fin de someter a su pueblo, obligando a entregar víctimas a aquel dios aberrante que simbolizaba su fuerza y su poder. Inmolaciones en las que aquel infeliz que allí se ofrecía era denominado "pharmacos"; voz procedente del griego "fármaco" cuya primera acepción es la de: "Medicina", "droga", "brebaje", "remedio terapéutico" e incluso "envenenamiento" y "pócima de brujo". Pero que en su acepción que explicamos -como "farmacos" ()- significa el medicamento que cura el grupo, como "chivo expiatorio" y que paga las penas de todos, al ser aquel "el que se ejecuta cumpliendo el castigo que el dios impone" (o "el inmolado para lavar las faltas del grupo").
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Indicando esta palabra "pharmacos" la existencia aún en Grecia de rituales antiguos, por los que se elegía a inocentes para ser sacrificados y en los que se hacía recaer las penas y culpas de cuantos le rodeaban. Ello era común entre los cultos de la referida Artemisa y en especial aún se mencionan en Esparta o Arcadia ceremonias de este tipo en tiempos muy tardíos y cercanos al dominio romano (aunque no se ofrece ya al daimón el "pharmacos", sinó simplemente mataban entre los asitentes al pobre infeliz en el templo). Unos inmolados en nombre de todos, que comunmente se ejecutaban conforme a rituales horribles, aunque a veces se entregaban a estos animales sagrados para que lucharan contra aquellos. Por lo que tenían "alguna remota" posibilidad de salvarse si conseguían vencerlos.
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Cuanto narramos tiene la importancia de constituir gran parte del origen de las religiones mistéricas, que adoraban a totems horribles y que guardaban estos animales en sus templos. Algo que en el caso de Grecia solía estar presidido por los santuarios de las serpientes, donde se veneraba a aquellas con el fin de leer el futuro y de vaticinar a través del modo de comer de los reptiles. Para lo que se acercaban los fieles hasta el oráculo de la culebra, donde compraban y ofrendaban panes de miel y leche que eran entregados a sacerdotisas; quienes comunmente desnudas, entraban en el sepentario y ofrecían los dulces a los reptiles. Siendo de mal augurio que los ofidios no los comieran. Tanto que de pasar varios dias sin que las sierpes de un oráculo ingirieran alimento, toda Grecia sentía miedo pues era el peor de los presagios (costumbre que no sabemos de dónde puede proceder, ni menos a qué principios atiende; aunque parece ser que antes de los movimientos sísmicos muy fuertes, los reptiles cambian de conducta y quizás dejen de comer).
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Como decimos, el estudio de aquellos ritos obliga a pensar que reyes y sacerdotes conservaran y cuidaran estos extraños animales (a veces terribles) con el fin de asustar, divertir o controlar a sus súbditos o fieles. Lo que explicaría la aparición de la gran serpiente y del cocodrilo en Jutlandia; reptiles a los que de seguro se ofrecían sacrificios (posiblemente hasta humanos), y por lo que serían interpretados como "el daimón". De todo ello a su vez se desprendía que aquellos seres horribles y que ingerían hombres (hasta niños), se tuvieran por oraculares; al contener las almas comidas en su interior. Vaticinando los oráculos con sus movimientos y comportamiento, pero sobre todo con su manera de comer. Lo que en un principio se realizó con ofrendas de seres vivos, pero que en Grecia sabemos hacia el siglo VI a.C. fue cambiado y sustituido comunmente por dulces o panes. Bollos de miel y leche que se daban como votivos a los animales sagrados del templo, de lo que la veneración a estos "tifones" en forma de culebras, era denominada de Meilichios ("miel y leche"). Monstruos a los que comunmente se ofrecía ese panecillo, pese a que en caso de guerra, epidemias o grandes catástrofes -climatológicas- se les entregaban los referidos tifonios (que desde el siglo VI a.C., solían ser lechones vivos).


 
AL LADO:
Cartel situado junto a una estela de la necrópolis de Pintia en la que aparece la silueta del cuadrúpedo (lobo). En este se explica la sucesiva figuración de un animal de cuatro patas que es entre los motivos vacceos (y celtíberos) uno de los mas misteriosos. Sobre el significado y simbolismo de este diseño hablamos unos párrafos más abajo.
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ABAJO: Estela de la Necrópolis de Pintia (Padilla de Duero, Valladolid), en la que podemos observar el animal de cuatro patas representado cenitalmete. Fernando Romero y Carlos Sanz Mínguez creen que pudiera ser esta laja que cubriera la tumba 32, en la que apareció el puñal con el damasquinado de diseño muy parecido a este lobo (agradecemos a la dirección del yacimiento de Pintia nos permita divulgar la imagen). Sobre ello nos dice Fernando Romero Carnicero que es: "la única decorada de entre las de su género; nada desdeñable se nos antoja, además, el dato de que sea precisamente una figura zoomorfa en perspectiva cenital y no otra, la que presenta grabada, lo cual no viene sino a incidir en su valor protector y (...) no deja de ser tentador pensar, a tenor de cuanto hasta ahora sabemos y aun conscientes de los miles desepulturas que acogió el yacimiento, que hubiera podido marcar la del individuo exhumado en la número 32, que, como se recordará, se acompañaba del pomo de un puñal en el que se habían grabado también tresmagníficos ejemplares de animales en idéntica perspectiva" (2) .

 
 
"Traduciendo" estas religiones
mediterráneas de las que hablamos, al mundo celta (y al celtíbero) hemos de exponer que muchas de las funciones que tuvo el león entre las gentes del África y de Oriente Medio, en Europa le fueron asignadas al lobo (y al oso). Totems igualmente de la guerra y que por lo tanto hubieron de ser oraculares, debiendo imaginarse que el cánido entre los celtas tuvo una función de vaticinio, al igual que la hubo entre los helenos (tal como múltiples leyendas griegas y gaélicas muestran). Una predicción de futuro que en el caso del lobo estuvo unida a la noche y a la Luna, astro al que este animal se asocia en todas las culturas. Ello porque aquel aulla de forma lúgubre al reflejo de esta luz durante las tinieblas, tanto como su gemido o ladrido se dice que advierte y pronostica de determinadas "presencias", presagios y males. Del mismo modo, en el Mundo Antiguo se consideraba que el perro contactaba con el Más Allá, teniendo capacidad de ver fantasmas y muertos. Lo que creemos se debe -fundamentalmente- a de estos de pronto y durante las noches se sorprenden, ladran o aullan. Sin poder aún explicarse bien por qué gimen o ladran; lo que muchas gentes consideran "presencias" o "apariciones" -perceptibles para los cánidos, pero invisibles para los humanos-.
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Estos y otros hechos hicieron del lobo y el perro animales casi humanos, a los que se rendía culto en ceremonias nocturnas licántropas; que llegaban al sacrificio de personas (en el que se ingería a la víctima) (3) . Rituales que sin lugar a dudas contenían un sentido de veneración al daimón y de pacto con el maligno, para que sus adoradores protegieran y ayudaran a aquellos adeptos que aceptaban tales liturgias horribles. Ceremonias que llegaron a pervivir hasta Época Clásica (en ocasiones), como sucedió con en el famoso rito licántropo del Zeus Licaón de Arcadia, donde los que ingerían las vísceras del inmolado quedaban convertidos en "lobos" durante ocho años (periodo tras el cual volvían a ser hombres a menos que comieran de nuevo carne humana). Celebraciones y ritos que nos enseñan el valor de estos cultos que deificaban animales fieros o terribles y cuyo fin era fundamentalmente someter y atemorizar a los débiles; obligándoles a realizar esos actos horribles para ponerlos bajo el mando y las órdenes de los más perversos (capaces de mantener ese tipo de religiones).
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Pese a ello, estos cultos fueron modificándose y en el siglo V a.C. parece que ya el "pharmacos" era una práctica tan denostada por los griegos, como puede serlo para nosotros la quema de herejes. Momento en que la veneración de animales en santuarios fue quedando tan solo con un carácter oracular; sustituyendo aquellas víctimas inmoladas por simples ofrendas de comida. Generalizándose por entonces la entrega al dios-animal de panes y dulces votivos; algo que en el caso de las serpientes se realizaba con en bollo de miel y leche ya descrito. De un mismo modo en los diferentes santuarios de darían este tipo de funciones oraculares entre los que destacó como similar a la descrita la alectromancia; consistente en la adivinación a través de la lectura y observación del picotear de las aves a las que se situaba comida distribuida sobre un tablero cargado de letras (poniendo sobre cada símbolo un grano).

 
AL LADO:
Dado celtíberico de Sepúlveda, hallado en el Cerro de Somosierra. Observemos que en una de sus caras se halla igualmente la figura del lobo esquematizada; por lo demás el resto de lados, no presenta números, sinó figuras. En este artículo y a continuación, propondremos la teoría de que se trata de un dado oracular de los que comunmente había en Grecia desde tiempos de Homero. Dados que solo tenían dos marcas (normalmente en una cara la "alfa" y en otra la "sigma" o la "omega"), y con los que se vaticinaba tirando seis veces consecutivas. Existiendo una respuesta combinatoria para el oráculo en cada caso. Observemos como este de Sepúlveda tiene marcado un lobo, entre lo que parecen dos medias lunas; por su parte en la cara del lado izquierdo, aparece otra figura cenital de cuadrúpedo que pudiera simbolizar una piel (quizás de lobo).
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ABAJO: Dado muy similar al anterior y también ibérico, fue hallado en Calahorra. En este se aprecian seis figuras muy diferentes y bien marcadas, lo que en mi opinión eran seis distintos oráculos o suertes, a combinar tantas veces como se tirara y según del lado que ese cayera. Similares a los de juego, los de vaticinio tenían marcas simbólicas por las que se interpretaban las distintas tiradas. Siendo común lanzarlos cinco veces y leer en esta combinatoria lo que aquel dios decía a través del objeto de seis caras. En el de la imagen, vemos la figura del lobo esquematizada en la izquierda.

 
 
 
 
 
 
7- EL LOBO COMO TOTEM ORACULAR: LA ADIVINACIÓN POR MEDIO DE LOS ANIMALES CONSAGRADOS A APOLO:

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Múltiples y casi infinitas fueron las formas de vaticinio en la Antigüedad (4) , cuyas religiones más importantes practicaron por lo común la astrología (como "ciencia" mayor) y después diversas formas de intuir los presagios. Pudiéndose destacar las fórmulas "oníricas" de mancias, basadas en la lectura de sueños, citadas en la Biblia y practicadas en infinidad de santuarios griegos y romanos. No menos frecuentes fueron las técnicas oraculares basadas en las aves, quizás una de las más antiguas por cuanto el propio nombre de "auspicio" significa la lectura del sonido, vuelo y comportamiento de estas. Siendo aquel sistema de la ornitomancia (adivinación por los pájaros) el que se practicó en uno de los más famosos santuarios de Grecia (Dodona); cuyos sacerdotes veían el futuro a través del estudio de las palomas -que en un roble y frente al templo anidaban-.
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Algunas de estas formas de augurar llegaron hasta nuestros días y en referencia a las predicciones a través de los animales, destacan las que se otorgaban a todos aquellos que se identificaban con Apolo. Siendo estos: El lobo, la serpiente y el lagarto; además de la comadreja y el cuervo. Córvidos, reptiles y cánido que hasta bien entrada la Edad Media fueron igualmente fuente de presagios; aunque en aquel tiempo ya los cuervos y los ofidios se consideraban "bichos de mal agüero" -tanto como el lobo, una alimaña que indicaba posibles infortunios-. De manera muy diferente, en la Antigüedad estas inteligentes aves carroñeras (los córvidos) eran tenidos no solo por la viva imágen del dios Apolo, sinó por señal de magníficos presagios. Al igual que sucedía con el lobo, cuyo avistamiento indicaba siempre el triunfo de una batalla, el inicio de un buen negocio o la aparición de dinero. Del mismo modo, el lagarto y la sierpe (atributos de Asclepio, dios de la curación y animales que ese hijo de Apolo "heredó" desde el culto a su padre) servían para vaticinar todo tipo de situaciones; siendo absolutamente necesario el oráculo de la culebra para conocer el verdadero futuro de toda la Hélade.
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De un modo parecido, los perros tenían dones asimilados al lobo y se consideraban sagrados conocedores del alma humana y de nuestro devenir. Siedo aquellos los que -como dijimos- principalmente custodiaban los templos de Artemisa y en los que se tenía como presagio infalible que todo el que allí entrara y no fuera ladrado, ni atacado por sus perros, se considerase persona en santidad. Así se narra en la historia de Apolonio de Tiana, cuando Filostrato cuenta que habiendo llegado el filósofo a un templo de Artemisa en Creta (posiblemente en la ciudad Xania), pudo entrar en su recinto sin ser ladrado ni herido por los terribles canes que lo guardaban -quienes al ver a Apolonio quedaron amansados- (5) . Ello, porque los guardianes de Artemisa eran temidos por todos, tanto que apenas algunos se atrevían a internarse en el recinto sagrado, para compartirlo con las vírgenes que allí habitaban. Así, por la fiereza que de ellos describen algunas fuentes clásicas, se ve que bien pudieron tratarse de semi-lobos o bien de razas de presa y lucha (preoarados por las sacerdotisas para la guerra o la defensa). Cuidados y adiestrados en estos templos de la "señora de las bestias", donde ya hemos explicado que se adoraba la bravura de los animales y la capacidad de los héroes -o semidioses- de controlarlos y vencerlos.
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Pese a todo, el carácter oracular fué fundamentalmente del lobo, cuyo avistamiento era siempre señal de haber tomado contacto con el mismo Apolo (a través de uno de sus más cercanos mensajeros). De tal manera y centrándonos en el estudio que vamos concluyendo, consideramos que la figura de este cánido vacceo, siempre ha de asociarse a los dioses del vaticinio; deidad que entre los celtas fue Lugh y entre los griegos Apolo. Unos divos que compartían el patronazgo sobre las artes, la sabiduría y hasta la medicina. Pero que sobre todo destacaban como adivinos; pudiéndose considerar tanto a Lugh como a Apolo principalmente dos arúspices y simbolos del sacerdocio más depurado (que cultivaba la música, las letras y las artes; pero entre todas ellas las adivinatorias). De tal modo a Apolo se le consagraba el Templo de Delfos, de una igual forma que a Lugh se le ofrecían cuantas consultas de futuro realizaban los druidas. Siendo ambos deidades solares, que hasta compartían los animales consagrados: El lobo, la sierpe (el lagarto) y el córvido. Cuervo, reptil y lobo tan unidos a Lug como a Apolo y que sobre todo simbolizaban la capacidad oracular de ambos dioses.
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Tanta es la identificación  de ambos, que si uno se denomina Lugh, voz gaélica que indoeuropeo significa "luz", "luminoso" "el que luce"; el otro se llama Apolo, vocablo que a mi juicio procede del verbo griego "apolampo" () y cuya traducción es "dar destellos", "brillar", "resplandecer". Lo que muestra que ambas deidades simbolizaban al sol en el amanecer o en su nacimiento cada 25 de diciembre; además de su unión con el lobo cuyo nombre procede del griego "lu, luminoso" (lico). Dioses de la sabiduría y del esplendor, que se caracterizaban por su poder profético, de lo que sus animales (el can del bosque, la sierpe, el lagarto y el cuervo) entre griegos y celtas eran algunos de los principales totems para conocer el futuro. Por todo lo dicho, y refiriéndonos ya al mundo vacceo, vemos que en el puñal de la tumba 32 de Pintia aparece una "especie" de lobo figurando como una sierpe o lagarto. Ello habida cuenta que estos tres son el símbolo del buen augurio (sobre todo del guerrero). Unión del reptil con cánido, que en la mencionada empuñadura deja ver el significado de los totems de Apolo o Lugh, en la representación de un ser "mitad" lobo, "mitad" lagarto y con cabeza y lengua de sierpe. Quimera que se halla lamiendo un extraño dulce...

 
AL LADO:
De nuevo detalle aumentado de una parte del pomo del puñal, donde vemos que hay un cuadrúpedo que parece un lobo o un bien un lagarto. Ambos eran los consagrados a Apolo y con un claro significado oracular. La extraña figura, en este caso aparece junto a otros dos animales de gran importancia entre los vacceos (los cerdos o vacas). Debido a ello no debiéramos dejar de considerar que el mencionado cuchillo así labrado fuera una daga de rituales o sacrificios; ceremonias en las que se leyera el futuro inmolando toros o verracos al dios serpiente-lobo.
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ABAJO: La empuñadura en fotografía tomada desde el libro de Fernando Romero Carnicero LAS REPRESENTACIONES ZOOMORFAS EN PERSPECTIVA CENITAL UN ESTADO DE LA CUESTIÓN; FERNANDO ROMERO CARNICERO Universidad de Valladolid (editado por Fernando Romero Carnicero / Carlos Sanz Mínguez) Valladolid /2010. Agradececemos enormemente al INSTITUTO DE ESTUDIOS VACCEOS (Federico Watenberg), nos permita divulgar y disponer de esta importante foto donde claramente se observa que el lobo aquí representado, es una mezcla de lagarto y sierpe; todos ellos animales de Apolo. Teniendo este la lengua de reptil sacada y lamiendo lo que parece un dulce, objeto que como explicaremos a su vez puede ser un chaquete de la suerte (un tablero o calendario oracular).


 
 
Siguiendo con nuestra teoría, llegaríamos al análisis de los dos dados antes recogidos en imágenes (ver en las fotos sobre las de arriba). Objetos de juego que curiosamente no llevan números (letras en cifra, nos referimos) y ni siquiera marcas que pudieran hacerlos considerar un dado -como tal- . Ello y la representación del lobo-lagarto en ambos, nos ha llevado a creer que se trata de un enser dedicado a la cleromancia (de astrágalo). Forma de adivinación a través de objetos usados en los juegos de suertes; vaticinios que eran los más extendidos y comúnes en la Antigüedad. Tanto que Cicerón advertía de que esta baratísima manera de conocer el futuro, ya se practicaba en todo lugar y por cualquier persona que se considerase mago (o poseedor de poderes); siendo la más fraudulenta (6) . Sobre aquellos dados y métodos de ver los presagios narra David Hernandez de la Fuente, que el más famoso era el llamado Oráculo de Homero. Fórmula en que se vaticinaba con dados que tan solo tenían dos marcas (una alfa y una sigma), tirándose hasta seis veces para así adivinar el porvenir. Tanta importancia tuvieron aquellos oráculos homéricos que en el mismo British Museum existe un papiro de época Ptolomaíca en el que se explican minuciosamente las instrucciones de esta forma de acertar el futuro con dados. En el que existían 216 combinaciones conforme a las posibilidades debidas a como cayera este en sus seis tiradas; habiendo pues un número igual de vaticinios al de sortilegios que salían de cada forma (7) .
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A esta modalidad de acertar el porvenir denominada astrágalomancia y que se ejecutaba sirviéndose de tabas u objetos similares, creo personalmente que pertenecen ambos dados hallados no hace tanto (en Sepúlveda y Calahorra). Enseres ibéricos de los que casi todos investigadores opinan que no parecen de juego, sinó más bien de culto o para usados en pactos. Siendo así que De Hoz y Ballester determinan que se trata de teseras anepígrafas, posiblemente las más antiguas de nuestra tierra y con un uso semejante a las que comunmente fueron fabricadas en metal (8) .Mientras Beltran y Romero Carnicero (entre otros) ven grandes dificultades en considerar estos dados como teseras, aunque claramente observan que no tienen números, sinó marcas; todo lo que obliga a creer que se trata de un enser para probar "un tipo" de suerte (no solo la del juego). Citando el prof. Romero Carnicero, a Blanco , recoge asi sus palabras:
"Visto lo matado de sus vértices, lo que facilitaría que rodara al ser tirado; (cree que puede ser. entre otras posibilidades un) objeto relacionado con prácticas mágicas o adivinatorias- (9) .
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Ciertamente nos quedamos con esta hipótesis, que explicaría no solo sus dibujos, sino también la aparición del lobo; que como decimos es el símbolo de Apolo y por lo tanto el del oráculo por excelencia. Y siguiendo con nuestra teoría acerca de estos dados adivinatorios, recogemos otra cita más de Fernando Hernandez de la Fuente -ver cita (7) - en la que este autor escribe textualmente: "Se han conservado también los textos interpretativos de estos oráculos que da soluciones a cada posible combinación de tirada de cinco series (desde el 1,1,1,1,1=5 hasta la 6,6,6,6,6=30). Así para cada una de las 56 combinaciones posibles habría un dios protector". Todo este mundo se relacionaba con el denominado Apolo Licio, que es la figura de esta deidad como lobo, reflejo máximo de aquellos juegos de astragalománcia por medio de los cuales se hallaba el futuro lanzando tabas o dados. Pero todo ello nos lleva hasta un número final que menciona Hernández de la Fuente y que es muy curioso: El 56; correspondiente a los dioses que protegían el oráculo de los dados. Número que increiblemente aparece en la representación del lobo del Vaso de Roa, cuyo pan (o tablero) que está lamiendo tiene esta cifra de casillas -o divisiones-.


 
AL LADO:
Detalle del Vaso de los Lobos, hallado en "la Casa del Sótano" de la antigua Rauda (Roa; propiedad del Museo Arqueológico de Burgos, al que agradecemos nos permita divulgar la imágen). Foto tomada desde los archivos del Instituto de Estudios Vacceos (Revista Vaccea, número 5; pag 53) a los que agradecemos nos dejen incluirla en nuestro estudio. En esta vemos claramente como el objeto que lame el lobo tiene 56 divisiones. Que son: 4 y 4 a cada lado -en las zonas ovales redondeadas-; mientras en el centro y claramente definidas contiene 8 filas y 6 lineas. Todo lo que hace un total de 48 (centrales) + 8 (finales) = 56. Siendo este número precisamente el que señala el oráculo del dado, que asigna cincuenta y seis dioses para cada una de las combinaciones al tirarlo por cinco veces consecutivas.
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ABAJO:
Una pieza del tesoro recuperado en el Castro de las Labradas; sito en Arrabalde, Zamora. Detalle del broche conseguido desde una foto trabajada con croma por mí y del original tomado al tesoro por Delibes y Esparza en 1989 (a los que agradecemos nos permitan modificar y utilizar esta imágen). Como podemos ver en este colgante se representa igualmente un cuadrúpedo muy similar a los anteriores. En párrafos siguientes expondremos una teoría sobre el significado de estas representaciones en relación con el oro y las riquezas.


 
 
Como hemos dicho, no creemos que pueda ser simple casualidad que precisamente el lobo se halle comiendo algo que está partido en 56 porciones; creyendo que todo ello se puede relacionar con el referido vaticinio del dado. Formas de acertar el futuro muy simples y que permitían realizarse en los bosques o lugares dedicados al Apolo ibérico (quizás Lugh), reverenciado seguramente en el cánido salvaje (como entre los helenos y los celtas). Evidentemente, habrá quienes puedan argumentar que aquel número de 56 es puramente casual, pero no lo creemos porque su trazo en el vaso cerámico de Roa es demasiado perfecto. Algo muy similar a lo que ocurre en el otro objeto que lame el lagarto-cánido del puñal de la tumba 32 (ver imágen encima de las anteriores). Donde vemos que el reptil-can está tocando con una larga lengua lo que a todas luces parece un chaquete o damero; tablero (seguramente de la suerte) que se divide en este caso en 4 casillas a cada lado, con otras 4 x 4 en el centro. Es decir, 16 (fuera) +16 (dentro); un total de 32 divisiones que también nos hablan de combinatoria, y sobre todo de astrágalomancia.
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Pero no solo eso, sino que a su vez ambos números (el 56 en un tablero y el 32 en el otro) nos llevarían a pensar en los necesarios calendarios, que comunmente originaban estos dameros de juego (llamados entre los griegos chaquetes). Por todo ello si hemos de interpretar astronómicamente el primero (del Vaso de los lobos) se llegaría a la conclusión de que nos habla de la semana semita. Un periodo de 7 días compuesto por dos "meses" lunares de 28 = 56 días; todo lo que subdividía el mensis lunisolares de 29,5 de duración (tal como tenían los indoeuropeos). Meses y semanas persas y semitas, igualmente seguidos y resueltos entre los celtas (conteniendo el primero 29 jornadas, mientras el siguiente había de tener 30 días). Estas conclusiones al calendario ibérico las expreso en tanto y cuanto sabemos que el calendario celta estaba así regulado -en meses de 29,5 días y años de 12 y 13 meses- (consecutivamente). Lo que llevaba a un total de 62 meses en que se cumplía el primer ciclo céltico y que se corresponden con cinco años solares -momento en que reajustaban las dos jornadas sobrantes entre ambos- (10) .
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Ello creemos que puede significar este número 28 por 2 = 56 (casillas del Vaso de los lobos) y que sumarían ocho semanas semitas -como las nuestras, de siete días-. Por su parte, el tablero que lamería el lobo-reptil del puñal se corresponde con otros números: El 16 por dos veces, que astralmente suman exactamente el número de días de un mes lunar más los dos y medio, que sobran al ciclo celta de cinco años. Algo que explicamos en la cita (11) y que se resume en la idea presente: Que los objetos que lamen los lobos (o el reptil cánido), son calendarios o chaquetes oraculares; y que estos seguramente se corresponden con ciclos en los que se celebrarían las fiestas y los grandes festivales del bisiesto entre los celtíberos -donde se reajustaba el calendario (festividades que en Grecia eran las Olimpiadas)-. Todo ello uniría la figura del lobo al Lugh (celta) y a los cultos de la Luna; una de las pocas diosas que conocemos en lengua ibérica y a la que se denominaba Noctíluca. Deidad que ha de ser la misma que "La Blanca" entre los indoeuropeos y que la Artemisa lidia o frigia; la señora de la noche y de los animales, cuyo símbolo es el totem más feroz y la luz lunisolar.
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Aunque en todo ello nos queda resolver la pregunta del "por qué aparecen aquellos totems oraculares lamiendo un tablero"... . Hecho este que en mi opinión se relacionaría con el Zeus Meilichios y las ofrendas incruentas votivas entregadas al dios montruo. Divo terrible que en un caso pudo ser un lobo y en otro un reptil; al que ya no se ofrecían humanos en las fechas de las grandes celebraciones astrales (en los ajustes calendáricos o de "bisiestos"). Sinó se le entegaba el dulce -quizas de leche miel- ; momento en que que quizás el mejor vaticínio fuera que el totem de Apolo (lobo, lagarto o culebra), lo tocara con la lengua y tras ello lo engulleran. Posiblemente como una señal de haberlo probado y "besado", antes de comerlo. Todo lo que encajaría con las formas oraculares mediterráneas, e incluso con la representación del cocodrilo en el caldero de Gundestrup; lo que quizás nos lleva a pensar que entre los vacceos también pudieron llegar ese tipo monstruos (regalados o traidos desde África). Reptiles que posiblemente guardaban en palacios y templos, como ejemplos del daimón y al que en la remota antigüedad se inmolaron humanos. Pero que ya en el siglo III a.C., se le ofrecía el dulce de miel y de leche; que quizás en el caso del lobo vacceo es este en el que figura grabado el calendario sagrado (conmemorando el motivo de rendir honores a aquel dios de las tinieblas, vencido por la luz en los días que había de corregirse la medida del tiempo. La victoria de Zeus -la luminosidad- frente a Cronos).
 
AL LADO:
Detalle de una funda de puñal celtibérico del antiguo Museo Cantábrico de Comillas (hoy de Cantabria, al que agardecemos nos permita divulgar la imagen). Fechada en los siglos IV-III a.C. y procedente de Las Cogotas, en esta podemos ver claramente como las conteras de las armas iberas tienen un diseño que se corresponde con el cuedrúpedo. Figura que claramente recuerda al labrys o al lingote llamado "piel de buey"; forma que se corresponde con el símbolo de los metales y de la riqueza en la antigüedad y que es el emblema del pectoral del Tesoro de El Carambolo.
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ABAJO: Piel de un visón, tal como se expone en el Museo Arqueológico de Bilbao (al que agrademos nos permita divulgar la imagen); para mostrar cómo el hombre antiguo curtía y preparaba sus ropas. Estos pellejos eran (o hubieron de ser) la primera forma de moneda o ponderal de intencambio y trueque, que se pudo medir de un modo más o menos común y regulado. Ciertamente ello ocasionaría que más tarde las culturas cretochipriotas acuñaran los lingotes en una igual forma (de piel, pero de buey), figurando lo que es la pecunia (la riqueza medida en animales, sus pellejos o en cabezas de ganado). Acerca de las pieles y de su relación con las placas en las que se representan cuadrúpedos o lobos el profesor Romero Carnicero expresa que en los pactos por medio de teseras: "se ha indicado que pudiera representar al animal sacrificado para sancionarlo, cuya piel, siguiendo ritos ancestrales, quedaría como testimonio del mismo" (12) .


 
 
 
AL LADO:
Página del estudio de la prof. Mari Cruz Marín Ceballos, sobre los lingotes de piel de buey (agradecemos a esta profesora de la Universidad de Sevilla, nos permita incluir la presente imagen de su trabajo y divulgarla). En el dibujo podemos ver diferentes lingotes del tipo "keftiu" -o cretenses- que durante el II milenio fueron usados para comerciar el bronce. Finalmente, a comienzos del Hierro dejaron de utilizarse estos modelos de talento de Creta y Chipre, aunque no dejaron de tener un valor religioso y simbólico. Significado el metal y las riquezas, tanto como conservando un sentido apotropaico en toda la Edad del Hierro. Un ejemplo de ello son los famosos pectorales del tesoro de El Carambolo.
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ABAJO:
El tesoro de El Carambolo, tal como se expone actualmente en el Arqueológico de Sevilla (al que agradecemos nos permita divulgar la imagen). Observemos que su pectoral tiene mucha relación con estos otros colgantes y símbolos apotropaicos con forma de cuadrúpedo. En el caso del tesoro tartessio se trata de una piel de toro, que -decimos- corresponde con el keftiu o forma del lingote de cobre cretochipriota. Pero que en sí mismo significa el animal salvaje cazado por el héroe. Tanto que creo personalmente que esos pectorales tartessios simbolizan "Los bueyes de Gerión" que roba Heracles al rey de Tartessos; toros del monarca del Sur hispano, que sublimaron en un mito los griegos narrando como llegaron hasta las orillas del Guadalquivir para llevarse a la Hélade la plata, el oro y el cobre de allí. Unos bueyes representados en aquellos lingotes y simbolizados en los colgantes. Broches y joyas (con toros o lobos) y cuyo carácter sagrado procedería de contener los totems de la suerte y el animal fiero y sagrado que concedía el honor de la victoria (el lobo de Apolo, o el toro de Heracles y de Teseo en el Laberinto).


 
 
Finalmente añadiremos a cuanto hemos expresado, que encontramos una relación plena entre estas representaciones de cuadrúpedos y la marca que los iberos ponían en las conteras de sus armas. Puñales y espadas cuyas fundas estaban rematadas por un diseño igual (o muy semejante) al labrys y al lingote "piel de buey". Forma que aparece como venerada por la cultura metalúrgica del Sur Peninsular durante toda la Edad del Hierro (en altares, platas de templos, tumbas, joyas y hasta en los pectorales del tesoro tartessio). Lo que se corresponde como sabemos con el lingote y con el valor de los metales, que se medían en cabezas de ganado. Toros o bueyes (cobre, plata y oro) que vino Hércules a robar hasta el propio Guadalquivir, desde el momento en que Kolais de Samos desembarcó en tierras de Arganthonios, llevándose toneladas de metal precioso.
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Todo cuanto exponemos, expresa el sentido apotropaico y legendario de estas formas de cuadrúpedos que se usaban para hacer broches, colgantes o para decorar las armas. Por su parte y en lo que se refiere al diseño del lobo-reptil (de Pintia) consideramos que mucho tiene que ver con este tipo de formas ancestrales cuyo valor es primeramente material (por cuanto el cánido era un animal útil para los celtas) pero sobre todo con un simbolismos astral y relativo al sacerdocio y a los oráculos. Por todo cuanto nos aventuramos como idea final a expresar que quizás la crátera llamada "vaso de los lobos" hubiera sido usada para hacer esos dulces de miel con leche que en las fechas sagradas se ofrecerían al totem divino del bosque (en este caso, el lobo).

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CITAS:


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(1):

Francisco Javier VERA BARQUERO MORAS "Simbolismo cenital en el mundo vacceo a propósito de un recipiente de cerámica de Las Eras de San Blas (Roa, Burgos)". Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología arqueología, LXXII-LXXIII, pp. 183-209 (2006-2007).
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(2):
Pag. 507 del libro: LAS REPRESENTACIONES ZOOMORFAS EN PERSPECTIVA CENITAL UN ESTADO DE LACUESTIÓN; FERNANDO ROMERO CARNICERO Universidad de Valladolid (editan Fernando Romero Carnicero / Carlos Sanz Mínguez) Valladolid /2010
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(3): Habíamos dado ya esta cita en nuestra primera entrada, pese a lo que la repetimos con el fin de que se entienda la importancia en el Mundo Antiguo de cuanto narramos:
Sobre la licantropía y el culto al lobo, ver entre otros en Grecia y Roma mitos y ritos de: Macaria (Pausanias I, 32, 6) (Aristófanes, Cab. 1151) /// Lico: (Plutarco, Paral. 23) (Juba Fragmentos históricos Griegos, III, 472, 23) /// Palámedes, que preveé oráculos a través de la visión de lobos en el campo de batalla /// Macedón y Licaón (Hesidodo, Frag. 29) (Estrabón, VIII, 3, 29) /// APOLO; simbolizado como Lobo; Apolo Licio o infernal, llamado Veovis /// Apolo Licio adorado en Cirene (Virgilio; Georg. Iv, 317) /// Sorano, como Hades infernal asimilado al lobo (Virgilio, Eneida XI, 785) (Plinio Historia NAt. VII, 19) /// LETO, madre de Apolo, convertida en loba que huye al país de los Hiperbóreos, donde pervive adorada en esta figura, mito relacionado sin duda con los de Lugh y Dagda (Apolodoro, I, 2 2) (Higinio, Fábula 40) (Hesiodo, Teogonía, 404) /// Las Ménades como amaestradoras de lobos (Diodoro Sículo III, 64 y IV, 3) /// Licaón como Zeus Licio de Arcadia, donde se inmolaba una víctima humana y los asistentes la devoraban, quedando convertidos en lobos por un periodo de ocho años (Estrabón V, pag. 221) (Pausanias VIII, 2, 1 y ss) (Higino Fabula 175) (Hesiodo, Fragmento 71) /// Marte representado como Lobo y su relación con la Loba Capitolina, que amamantó a Rómulo y Remo /// Arcade y Licaón quien sirvió a su nietotroceado y guisado a Zeus y fue convertido en lobo por ese ultraje (Apolodoro; III, 8,2 y III, 9, 1) (Ovidio; Metamorfosis, II, 406) (Higino; Fabula 224) /// HÉCATE representada con cabeza cánida, como maga y hechicera /// Cultos a ARTEMISA relacionados con los perros y amaestramiento de lobos, cercanos a Hécate y los poderes de la magia.

Finalmente, ha de citarse a Teófane madre del Vellocino de Oro, que fué transformada por Posidón en oveja para que nadie la poseyera. Quienes llegaron a su isla para pretenderla, al no ver más que ovejas se dispusieron a matarlas y comerlas, siendo convertidos en lobos por Posidón. Teófane y ese dios del mar tuvieron al carnero de oro, que salvó a los niños Frixo y Helene del sacrificio ritual cuando su padre se disponía a matarlos. El carnero fue transformado en constelación y en el vellocino de oro, tras lograr Frixo llegar volando en aquel hasta la Cólquida. Siendo así que el ciclodel Vellocino de Oro se relaciona con la salvación del infante del ritual de imolación, dejando la historia de Teófane ver que quienens no lo practicaban eran vistos como seres humanos licántropos (convertidos en lobos).
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(4):
Para conocerlas y para saber el significado de estas artes oraculares en la Antigüedad recomendamos consultar por ejemplo el libro de Ciceron "Sobre la Adivinación", donde este político y orador romano que fue en sus comienzos augur, narra y expone todos los pormenores de aquella dedicación de entonces. Vaticinios que podían realizarse de las más diversas maneras: Ornitomancia (lectura del vuelo y comportamiento de las aves); alectromancia (comprender el signifiacado por el modo de comer de los pájaros); licanomancia (adivinación a través del reflejo del agua); "hestiomancia" (observación del fuego y los humos); cleromancia (a través de dados, o suertes); keraunoscopia (estudio de los rayos); hepatoscopia (estudio del hígado para saber el futuro); hieromancia de animales (por su comportamiento); extispicina (interpretando los espasmos y las entrañas de la víctima sacrificada); y un larguísimo y casi infinito etcétera, entre los que destacaran siempre estas artes llevadas a cabo con los animales de Apolo: El lobo, el cuervo, la sierpe y el lagarto.
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(5): Filostrato; VIDA DE APOLONIO DE TIANA VIII, 30.




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(6): Cicerón en Sobre la Adivinación (I, 58); ya advierte de que esta era una forma tan extendida como poco fiable de acertar el futuro. Hablando de que los oráculos a través de los dados no debían considerarse para nada fiables.
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(7):
David Hernandez de la Fuente; ORÁCULOS GRIEGOS; Alianza Ed. Madrid 2008, pag 74.
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(8):
POSTILLA AL DADO CALAGURRITANO (y al numantino); estudio del profesor, XAVERIO BALLESTER /en Kalaorrikos 4, 1999. En las páginas 257-266 y Donde Bellester llega a la conclusión final de que De Hoz tiene razón, y se trataría de la tesera más antigua de la Península (al fecharse en siglos anteriores a las comunes placas hospitalarias).
En referencia a los mismos dados escribe Fernando Romero Carnicero (Op.cit. 2), pags. 508-509: "Una sugerencia del profesor J. de Hoz, en el sentido de que efectivamente se tratasen de téseras, llevó a Ballester (1999) a insistir sobre el particular, centrando su atención en el área de procedencia de los hallazgos, el carácter de los signos -evidentemente no grafemáticos, aunque posiblemente inspirados en, o imitando, el signario celtibérico, en el caso de los de la pieza de Numancia-, o la forma en que pudieron cumplir su función de identificar a las partes contratantes del pacto; a la vista de todo ello le parece lógico interpretar estas piezas cúbicas como la primera manifestación de las téseras celtibéricas (...) proponiéndose así su identificación con una tésera celtibérica (Ballester, 2008: 196-199). (...) (Beltrán, Jordán y Simón, 2009: 636 y 650), asume las dificultades, algunasya señaladas por Ballester, que tal interpretación plantea" .




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(9): Fernando Romero Carnicero (Op. cit. 2), pag.508: "El hallazgo descontextualizado del dado de Sepúlveda en nada contribuye a facilitar la comprensión de su funcionalidad y significado;un intento en el que Blanco ha barajado distintas posibilidades -adorno personal, quizá como amuleto, pues no hay que olvidar que presenta una perforación que posibilitaría su suspensión; matriz para sellar o marcar objetos de arcilla previamente a su cocción; pieza para el juego u otras actividades lúdicas, visto lo matado de sus vértices, lo que facilitaría que rodara al ser tirado; objeto relacionado con prácticas mágicas o adivinatorias- sin llegar a decantarse, a falta de otros paralelos e información más precisa, por ninguna de ellas, aunque viene a descartar las dos primeras (Blanco, 2004: 136-137)."
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(10): Los datos que damos se corresponden con el calendario de Coligny y con otros hallados en el mundo celta. Formas de medir el tiempo que curiosamente son muy parecidas al calendario al griego; tanto como ambos son casi iguales al ancestral persa -y también muy cercano al judío aún vigente-. Por su parte, la división del mes lunar en semanas de siete días es típicamente semita y muy posiblemente pudo llegar a la Península de manos de los fenicios (quienes lógicamente compartirían un calendario muy semejante al hebreo, y parecido al griego).
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(11):
Es decir, que como el calendario celta tenía años consecutivos de 12 y 13 meses de 29,5 días cada uno; ello significa que cada cinco años solares hay que añadir dos meses lunares. Lo que significa: (29,5 x 12 x 5) = 1770 días. De lo que si 5 años solares los consideramos (365,25 x 5) = 1826,25; faltarían en el ciclo de 5 años solares, 56, 25 días. Periodo que para ajustarlo teniendo meses de 29,5 jornadas, hay que añadir dos meses (29,5 x 2 = 59) y luego restar en el bisiesto celta (celebrado en los lustros) 2,75 días. Lo que obliga a que cada cuatro bisisstos haya que incluir 3 dias más; completando un calendario con cadencias de 30 años en ciclos de 5 y 6 (tal como demuestra el calendario de Coligny y Julio César comenta en "La Guerra de la Galias", cuando habla de que los druidas se reunían cada bisiesto, que se cumplimentaba en ciclos de 5 y 6 años).
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(12):
Fernando Romero Carnicero (Op. cit. 2; pag 471); dice sobre las pieles, al hablar de la tesera de Libiaka con un oso: "Si se ha apuntado que tales figuras animales debían de tener una significación específica para aquellos que sellaban el pacto (Beltrán, F., 2001: 55) y propuesto diversas interpretaciones al respecto (un resumen de las mismas en Balbín,2006: 136), para el caso de la pieza que nos ocupa se ha indicado que pudiera representar al animal sacrificado para sancionarlo, cuya piel, siguiendo ritos ancestrales, quedaría como testimonio del mismo (Almagro-Gorbea, 2001 y 2003: 218-219)"



 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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