[ -Recogemos las páginas principales del libro "Textos iberos" (en imágenes); resumiendo a su lado el contenido, para quienes no tuvieran tiempo de leer las hojas escaneadas. Tras ello y en virtud de lo que se va exponiendo, añadimos nuestros comentarios y teorías. Opiniones personales, disertaciones e hipótesis sobre lo dictado en el libro, que incluimos en párrafos continuados a las fotos y en letra cursiva. Teorías propias que en algunos casos estarán de acuerdo con las incluidas en el texto que resumimos, aunque en otros, serán muy distintas-.]
AL LADO:
Primera página del capitulo XI en el que comienza exponiendo su hipótesis sobre una posible escritura críptica desarrollada por los iberos. Alfasilabario peninsular que considera pudo cambiarse en sus valores, habiéndo sido creado tomando signos de los silábicos y alfabetos creto-egeos. Signos importados a los que los habitantes perromanos de nuestra tierra habrían cambiado su significado, quizás con el fin de que los extranjeros no comprendieran aquellos escritos. Por otro lado, estos "textos" habrían tenido un idioma corto y casi secreto, que serviría para crear pactos o unificar a todas las tribus ibéricas. Ello explicaría para Mario Gómez-Morán la dificultad para su traducción, tanto como repetición de muchas de sus palabras y el idioma tan breve en vocabulario que utilizan los textos ibéricos.
Sigue narrando que nuestros signos prerromanos están tomados de alfabetos que entonces se divulgaban en el Oriente Mediterraneo, unidos a los de silabarios que desde antiguo ya se usaban en Creta y Chipre. Destacando que los sistemas silábicos nunca se mezclaron con los alfabéticos y de tal modo la escritura de aquellas islas -o del Egeo-, era o bien alfabética, o bien silábica. No dándose otro caso de un silábico-alfabético de este tipo más que en la Península Ibérica. Exponiendo que el sistema alfasilábico es altamente extraño, puesto que no puede generarse por evolución. Debido a que el modo de escribir por fonemas (sílabas) y por letras es plenamente diferente y al menos entre los creto-chipriotas, jamas se mezclaron ambos. Tanto que un silábico no puede redactar la palabra "Kipros" (Chipre) debiendo recogerlo en la forma "Ki-pu-ros"; lo que hace pensar que si los chipriotas hubieran admitido un alfasilabario tendrían al menos algunas letras que les permitieran escribir correctamente el nombre de su isla. Por lo demás, la diferencia de épocas entre ambas maneras de escribir es enorme; habiendo nacido los silábicos de los que hablamos en la Creta Minoica (al menos a principios del II milenio a.C.), mientras el alfabeto es de origen fenicio y se desarrolla casi quinientos años después. Pese a ello, convivieron sin mezclarse desde el siglo XI al VI a.C. (en que desaparece el silábico de Chipre).
Sobre el tema que tratamos, hemos de recordar que el alefato es "inventado" por los fenicios -e israelitas- entre los siglos del XIV al XII a.C.. Naciendo sus signos desde una forma de escritura simplificada y antecesora, llamada protosináica (importada del sistema egipcio). Unos trescientos años después de haberse instituido esta como un manera de comunicacion "oficial" en Fenicia (Israel-Judá y las zonas de Canaán); fueron los púnicos -principalmente- quienes lo difunden y exportan hacia las costas y zonas con las que comerciaban. Comenzando a instituirse esta manera de "marcar" el idioma por medio de letras en el área helena, desde el siglo IX a.C.. Donde unos cien años más tarde terminarían creando unos alfabetos definidos y propios (los greco-arcáicos). Igualmente, aquellos signos de origen fenicio fueron llevados a ultramar, unas veces en las naves de sus primeros inventores y otras en las de los herederos del sistema alefático (griegos y egeos, entre otros). Ello, produjo una infinidad de nuevos signos y valores, debido a la circunstancia de tener que adaptar aquellos caracteres a unas lenguas ajenas, lejanas y desconocidas. Naciendo así "abecedarios" o alfasilabarios como el estrusco o el ibérico.
Evidentemente, la característica más extraña del sistema ibérico es que contiene los dos modos de escritura: Por letras y por fonemas, algo inexistente en otras latitudes de este tiempo. Ello, no es solo un hecho peculiar, sino que además constituye un dato que puede hablarnos claramente sobre quienes importaron ese modo de escribir hasta nuestras tierras, tanto como del tiempo en que ello se hizo. Puesto que el silábico del que se origina el prerromano de nuestra tierra, había nacido a comienzos del II milenio a.C. en Creta, utilizándose en esta isla y llevándose luego a la de Chipre (donde se impuso uno muy similar). Allí, en Chipre pervivió y se reformó ese sistema minoico, creándose a fines del II milenio los signos del nuevo sistema de escritura heredero del de Creta, que se llamó silábico chipriota y pervivió hasta bien entrado el siglo VI a.C..
El origen de aquellos alfasilabarios egeos fue el denominado Lineal A Pictógrafico (con dibujos), que se usaba ya en Faistos y en la Edad de los Palacios minoicos, al menos desde el siglo XIX a.C.. Aquel modo de recoger fonemas por jeroglíficos cretenses (que contenía también ideogramas), derivó en la isla hacia una escritura simplificada del tipo "hiragana o katakana" japonesas. En la que los pictogramas ya eran signos conformados por lineas abstractas y a cada uno de ellos, correspondía a una silaba. Este fue el denominado Lineal A, que pervive al menos desde el siglo XVII a.C. hasta el XV a.C., cuando se convierte en el denominado Lineal B del que apenas se diferencian sus caracteres, aunque se supo recientemente que estaba escrito en una lengua muy distinta -tal como dieron a conocer Ventris y Chadvik a fines del siglo pasado, quienes tradujeron y descifraron el idioma del lineal B que es de tipo aqueo, o grecoarcaico-. Finalmente este modo de escribir comienza a desaparecer tras la invasión Doria de Creta, que produjo el final del Minoico (y la época Micénia), dando comienzo a lo que entendemos como etapa griega. Pese a ello, parece que los huidos o los herederos de la cultura de Minos, pudieron refugiarse en Chipre donde enotnces surge "nuevo" un modo de escibir muy parecido al anterior.
Posiblemente la invasión de Creta del siglo XII a.C., fue el motivo para que una escritura muy similar a la Lineal B llegara a Chipre (justo en el momento en el que comenzaba a desaparecer el "alfabeto" autóctono minoico). Iniciándose en aquella isla el llamado "Silábico Chipriota", escrito en idioma de esta otra isla, pero muy semejante por sus signos y reglas a su predecesor (el Lineal B). El nuevo silabario de Chipre estuvo en uso desde el siglo XI, hasta el VI a.C. y en mi opinión personal es el que dió con toda seguridad origen a los signos de los fonemas del alfasilabario ibérico. La opinión antes expresada está avalada por los estudios de Manuel Gómez-Moreno, descubridor de los valores del signario ibero. Quien fue el investigador que más consideró los caracteres de sílabas ibéricas, como originados por los eteo-cretenses, o los eteo-chipriotas. Tanto es así, que en base a sus estudios sobre el alfasilabario de la Hispania Prerromana (que consiguió descifrar); pretendió descubrir también el significado de algunos signos los egeos, dando un valor igual a los nuestros, entre los signos de Chipre y de Creta. Intentando igualmente estudiar y descubrir parte del Lineal B, por comparación con el nuestro (lo que más adelante referiremos, cuando tratemos sobre los estudios de Gómez-Moreno de signos comparados. Destacando las tablas de concordancias entre los caracteres ibéricos, los de Creta y los chipriotas; a los que denomina "egipcio-egeos y minoicos" respectivamente) .
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, portada del interesante libro de Mónica Ruiz Bremón sobre Los exvotos del Cerro de los Santos. Venimos hablando en anteriores entradas sobre el significado y la importancia de las esculturas halladas en ese santuario ibérico cercano a Yecla. En el libro que traemos a nuestra página podrán encontrar quienes nos siguen, muchos de los datos que por falta de tiempo y de espacio, no hemos podido incluir sobre este importantísimo yacimiento. Entre otras, aparece en el ejemplar -cuya portada vemos fotografiada- la historia del descubrimiento del Cerro, de sus falsificaciones y las últimas aportaciones sobre significados y dataciones (que hace unos veinte años se realizaron). En lo que se refiere a las famosas damas del Cerro de los Santos que venimos estudiando, es importante saber que tras ser halladas y a fines siglo XIX, fueron tenidas por falsificaciones. Ello, principalmente porque su moda era tan "estrambótica" y tan semejante a la que lucían por entonces las mujeres españolas, que se consideraron recreaciones de la época. Algo que llevó a confundirse a los mejores expertos, que asombrados veían como aquellas mujeres esculpidas de época prerromana, lucían trajes y tocados casi iguales a los de las falleras, las maragatas, las salmantinas o las extremeñas (entre otras). El tiempo y los diversos estudios, pudieron probar la autenticidad de las Damas (especialmente de las sedentes, tenidas todas por falsas), cuya moda y estilo personamente hemos podido estudiar y comprobar. Logrando ver que se corresponde con la de muchos modelos chipriotas de época algo anterior a las ibéricas. Igualmente y como más adelante estudiaremos, el silabario ibérico coincide con el de Chipre.
ABAJO:
Dos cabezas chipriotas, esculpidas sobre caliza, fechadas hacia en siglo V a.C.. Por su tipología y moda vemos que coinciden plenamente con las esculturas ibéricas, siendo muy similar a las que se desarrollan unos siglos después en nuestras tierras. Los bustos que vemos en foto serían de algún modo contemporáneos a la Dama de Elche, aunque esta última pertenece a una época -o un estilo-, que contiene una influencia mucho más egea (por no decir griega arcaica). De un modo muy distinto, la estatuaria ibérica que surge tras el siglo IV a.C. es mas tosca y simplificada; correspondiéndose con este tipo de modelos cercanos a los chipriotas (tanto en su moda, como en sus trazos o maneras de realizarlos). Igualmente, el alfasilabario de los iberos contiene varios signos directamente heredados de los creto-chipriotas, lo que indica una influencia clara llegada de esta isla hasta nuestras tierras.
AL LADO:
Siguiente página del capítulo que tratamos de TEXTOS IBEROS, en el que considera que el alfabeto ibérico no es producto de una evolución histórica, sino una simple creación realizada en la Hispania Prerromana -como producto de una élite que lo "inventaría" e impondría-. Ello en base a que contiene símbolos creados en lugares muy lejanos a Iberia e importados hasta la Península, donde luego les dieron otros valores fonéticos. Otro problema que plantea es la posible generación de un sistema críptico, que tan solo fuera entendido por aquellos que lo crearon, o que lo mantuvieron; debiéndose a ello quizás la dificultad para su desciframiento. Tocando al final de la hoja la precariedad que aquellas inscripciones iberas contienen; "textos" entre los que no hay ni puntuación, ni ortografía, ni menos un modo regular de poder traducirlas desde un punto de vista "filológico". Ello, quizás por la antigüedad de las mismas, ya que los signos y la ortografia helena se deben a un periodo cercano al clásico, tanto como la romana se inicia ya en época próxima a la imperial. Expresando finalmente que -a su juicio- las inscripciones iberas están recogidas en un dialecto grecoarcaico, muy precario y primitivo; lo que nunca significa para él que aquel fuera el idioma de los iberos (considerando que la lengua hablada y la escrita eran muy distintas en la Península Ibérica, hasta la llegada de los romanos, igual que lo fue en toda Europa hasta el siglo XVI).
Habíamos dejado nuestros comentarios, hablando de los estudios de Gómez-Moreno, quien descifró el alfasilabario ibérico y que además intenta hacer algo parecido con el Lineal B -por comparación con signos y valores semejantes a los iberos-. Ello es algo que claramente veremos cuando editemos las imágenes de sus alfabetos y sus concordancias, en las que comunmente compara los de Chipre y los de Creta con el nuestro. Pero baste conocer esta teoría de la que parte Gómez-Moreno en base al silábico chiprota, para entender tanto el razonamiento de Gómez-Morán, como la intuición que De Rada tuvo hace mas de ciento veinte años (cuando consideraba que las inscripciones prerromanas estaban redactadas en un idioma del tipo egeo o en griego arcaico). Efectivamente la teoria del greco iberismo sufre un termendo varapalo cuando Juan de Dios de Rada es engañado con una serie de esculturas que le dicen halladas en el Cerro de los Santos y que ya vimos estaban plenas de falsas inscripciones (muy cercanas a los caracteres griegos).
Pese a ello, si fuera tan fácil traducir desde el idioma heleno primitivo los textos ibericos, quizás De Rada hubiera tenido algún seguidor quien antes o después lo hubiera conseguido con pleno éxito. Pero el problema de estas inscripciones prerromanas (a mi juicio) no radica tan solo en la lengua en las que estén redactadas, sinó también en el modo en que se hicieron. Ello porque no son verdaderamente escritos, sino simplemente lápidas, teseras, plomos y bronces -tanto como algunas cerámicas-. Soportes cuyas inscripciones siempre tienen un carácter oficial, ritual y conmemorativo; siendo muy ajenas al idioma que comunmente se habla. De tal modo, si hoy tomáramos para traducir del castellano algunas piedras con nuestra lengua, tanto como otros textos grabados en español sobre metal y cerámicas (medallas, placas y objetos decorativos). El resultado sería encontrarnos fundamentalmente con nombres, conmemoraciones y fechas. Ello porque esos soportes en los que se han conservado los textos de los iberos, son los que se usan para inscribir celebraciones, pactos, rituales, necrológicas, gentes y gentilicios (aún en nuestros días). Por todo ello, el tema es tan complejo como dificultoso. Pese a ello, parece que es absolutamente seguro que nuestros signos silábicos -del alfasilabario ibero- descienden de los cretochipriotas y debieron ser traidos por fenicios y por gentes de estas islas (entonces ya ocupadas por púnicos en una parte). Lo que hubo de suceder en los años en los que se formó el signatario (hacia el siglo IX y VIII a.C.). Una época en la que ciertamente el alfabeto inventado en Fenicia se difundía por todo el Mediterraneo, a la vez que en Chipre aún pevivía un peculiar modo de escribir (por sílabas) del que allí no hacía mucho se había creado una versión moderna (el silábico chipriota).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado, una dama sedente chipriota del siglo V a.C. (pretenece a la colección Boissé a la que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Observemos el parecido de esta estatuilla con otras muy similares (aunque de mejor hechura) pertenecientes al Cerro de los Santos y fechadas cien o doscientos años después. No siendo solo la postura y el significado de la dama sedente lo que nos atrae y nos parece tan similar al mundo ibérico; sinó también su moda y su joyería (tan cercana a la nuestra).
ABAJO: Preciosa damita sedente del Cerro de los Santos (propiedad del Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Esta serie de esculturas de iberas sentadas fue tenida por "no auténtica" durante años; entre otras cosas por su enorme parecido con las vestimentas que aún a fines del siglo XIX lucían las mujeres de España. La arqueología pudo comprobar su autenticidad y con ello hemos entendido como la Historia ha podido probar que durante milenios se han conservado modas y formas en Iberia (sin apenas variación). Modelos que seguramente vinieron del Oriente Mediterraneo, pero que quedaron en nuestras tierras "cristalizados" en fórmulas y estilos que no cambiaron casi en dosmil quinientos años. Veamos así el parecido de esta dama sedente con algunas de su mismo tipo de Chipre, tanto como con las mujeres ataviadas con trajes regionales que aún pueblan y alegran las fiestas populares de nuestra vieja España.
AL LADO:
Siguiente página del capítulo que analizamos en la que Mario Gómez-Morán defiende la teoría de que aquellos textos de los iberos cumplían una función similar a los que se escribían en latín, tras la caida de Roma. Época en la que cuanto se redacta y protocoliza se hace en latín; idioma que tras el siglo IV d.C. se conserva para toda la Europa culta. Usando aquel idioma de una civilización ya desaparecida, para entenderse en una lengua común. Tanto que hasta bien entrado el siglo XVI (tras la división de Europa en diferentes cristianismos), en los lugares de cultura de todo nuestro continente se escribía y hablaba el latín. De ello considera que el pueblo ibero pudo tener varios idioma -quizás muy cercanos algunos al vascuence-; pero escribía en otro que desde el Egeo le llega. Ello, con los signos que los griegos, fenicios y chipriotas les enseñarían (aunque dándoles otros valores). Explicando también y en base a la desunión y el individualismo de cada una de las tribus iberas, que para ponerse de acuerdo seguramente adoptaron un idioma foráneo, importado por los colonicadores y que se pudiera redactar (en una escritura igualmente enseñada por quienes les aculturaron).
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS:
Al lado foto de mujer vistiendo traje popular de Salamanca hecha en 1928 (por Venancio Gombao). Observemos el parecido de aquella con las retratadas en el Cerro de los Santos, tanto como con las "damas chipriotas" de hace más de dosmil quinientos años. Una similitud de modas que no solo se limita a la forma del tocado o a los pliegues y modos que el traje guarda. Sinó que también otros detalles son increiblemente semejantes; paralelos tales como la compleja forma de cerrar el vestido, los dobleces repetidos por toda su ropa y sobre todo, la joyería (que entre mujeres -como las salmantinas- no podía faltar siquiera a diario). Siendo indudable que aquellas charras, maragatas, lagarteranas o falleras de hoy, descieden directamente de las maneras de vestirse y decorarse que las féminas iberas tenían ya hace más de veinticinco siglos.
ABAJO:
Se acercan LAS FALLAS, fiestas del solsticio que se celebran con fuego dando la bienvenida al año agrario. Esta festividad, que coincide claramente con los Idus de Marzo romanos (celebrados igualmente a mediados de este mes) tienen un origen muy anterior y peculiar. A nuestro modo de ver se trata de una fiesta dedicada al Equinocio y de raices indudablemente ibéricas. Para demostralo, mostrarlo y "como muestra, bien vale un botón" -tal como dice el refrán- : En este caso traemos los "botones" del peinado de las falleras. Pelo recogido con los rodetes del "Carro del Sol" o del fuego, que coincide plenamente con aquellos que lucen también muchas de las damas ibéricas (en especial las levantinas -como la de Elche-). El peinado en la antigüedad tenía un significado religioso (no solo decorativo) y desde el famoso "króbilos" de Ares, hasta los múltiples moños y tocados que lucían las mujeres, se concebian en un contexto o con un simbolismo muy concreto. En referencia al pelo y al tocado, hasta nuestros días tan solo nos han llegado conceptos ya muy tardíos como lo son el de la tonsura, la corona o la toquilla de monja. Pese a ello, en La Antigüedad el valor del cabello y el significado que escondía su modo de cortarlo o decorarlo, era un lenguaje tan comprendido y arraigado en todas las gentes de una misma cultura, como hoy puede serlo el lenguaje escrito. El peinado de Fallera que celebra el triunfo del Astro rey -en su Equinocio de primavera con la llegada del buen tiempo-. Es lucido por la mujer que asiste al ritual del fuego, vestida de oro, con las ruedas del Carro del Sol en su tocado. Un ejemplo vivo de la arqueología mas pura y refinada.
JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, cabeza del Cerro de los Santos (perteneciente al Museo Arqueológico Nacional, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Observemos igualmente el parecido de esta cabeza de hombre, con otras de la estatuaria chipriota (uno o dos siglos anteriores a las ibéricas).
ABAJO:
Cabeza chipriota fechada en el siglo IV a.C. (en colección particular de Estambul). Observemos en la foto del frente y la del lado, sus tremendos parecidos con la estatuaria ibérica de igual época y posterior. Guardando estas imágenes de Chipre unas increibles similitudes con las esculturas que desde el siglo IV al II a.C. se hallan en la Península Ibérica.
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