viernes, 27 de enero de 2012

Final del III capítulo; comentarios y conclusiones.

AL LADO: Página 23 de TEXTOS IBEROS. Comienza en su primer párrafo disertando sobre las teorías del marqués de Algorfa (Pérez de Sarrió), de forma un tanto "dura", aunque añadiendo que fué un sabio. Sobre este último calificativo, estamos abosolutamente de acuerdo; pues en mi opinión el análisis de Pérez de Sarrió de los textos ibéricos, pretendiendo traducirlos desde el "fenico" (semíticas), no solo implica el conocimiento profundo del hebreo que Algorfa tuvo, sinó también una hipótesis inteligente (y "en algo" acertada, aunque sus conclusiones no fueran las verdaderas). Continúa con las teorías de Masdeu y Lorichs, quienes afirmaban también en el siglo XVIII y principios del XIX, que el idioma ibero era un simple latín "deformado", algo realmente lejano a toda realidad histórica. Finalmente termina hablando de la "idea itinerante" capitaneada por Doménico Sestini, la cual igualmente a principios del siglo XIX pensó que quizás los valores de los caracteres iberos tuvieran un significado diferente, conforme estuvieran al lado de otros signos (o frases).


Comenzaremos por dar nuestra opinión sobre las terías del marqués de Algorfa, del que siempre debemos pensar se trata de un sabio del siglo XVIII, donde la autodidáctica era norma común y la recién nacida "ciencia" luchaba contra todo prejuicio social (tiempos que dieron mentes tan preclaras como Newton, quien pese a su genialidad, se ha llegado a "superar" -desde el punto de vista teórico, no filosófico-). De tal modo, Algorfa es el claro ejemplo del ilustrado hispano de cultura inigualable y de gusto incomensurable. Un personaje en las ciencias y humanidades tal como lo fuera Jovellanos en la política. Quienes sufrieron el ostracismo junto a otros talentos "dieciochescos", debido al oscurantismo de Carlos IV, la ignorancia de Godoy y el analfabetismo radical de Fernando VII -llegando a ser torturados, denostados, y los más afortunados (como este) tan solo olvidados-. Dicho ello y aclarando que en el periodo fernandino se cerraban universidades, con cuyos fondos se abrían plazas de toros oficiales (cosos). Idea de aquel rey "deseado" y con el fin de que la corona se ganase el aplauso del pueblo; a quienes se les motivaba para que aplaudieran esta medida real y de paso "apedrearan" a los ilustrados (haciéndolos huir a otros paises). Exponemos algunas ideas sobre el tan denostado marqués de Algorfa, cuyos duros analistas y peores enjuiciadores creemos que leyó mi padre (y a quién confundieron en lo que expresan sobre aquel sabio, tratándole como un loco "obnubilado" que leía a Nabucodonosor entre los textos iberos...).







De tal modo -y muy por el contrario-, en mi opinión la hipótesis de Algorfa sobre el ibero afirmando que era de raices fenicias, tanto que hasta su alfabeto fuera púnico, es más que sabia (sobre todo teniendo en cuenta que se formula hace más de doscientos años). No solo porque los signos de escritura en "letras", tal como hoy los conocemos, comenzaron a crearse en la franja de Canaán y Siria (Fenicia). Donde primero desde los símbolos cuneiformes, partiendo desde el Ugarítico del siglo XV a.C.; se conformaron dos siglos más tarde estas "letras", partiendo del Protosiánico Anterior (caracteres importandos desde tierras egípcias y cercanas a la actual Israel). Conformando así un "alefato" que luego surge como "abecedario" y que se extendió por todo el Mediterraneo Norte; cuyos albores están en el siglo X a.C.. Signos que primero llegaron en forma de contabilidad o señales para entenderse comercialmente -entre fenicios y gentes de Anatolia, la Hélade y etc.-; pero que ya desde el siglo IX a.C comenzaron a tener un sentido pleno. Conformado finalmente las "letras" que crearon para escribir en lenguas arcaicohelenas; expandiéndose aquel "alfabeto" por toda la Grecia Arcaica y luego por el Oeste del Mare Nostum (especialmente hacia Etruria, Iberia y el Lacio). En todo este periplo, desde que nace en Bibos-Ugarit hasta que llega a Iberia y que debió durar al menos cuatro siglos (del X al VI a.C.), los caracteres iniciales fenicios se fueron mezclando con silabarios creto-chipriotas -o anatólicos-, conformando tal como dijimos y así, el conocido alfabeto griego arcaico (que tiene algunas variacones con el clásico y muchos parecidos con el púnico).

Posteriormente griegos, fenicios y egeos, llegaron hasta tierras occidentales, donde colonizaron nuevas tierras fundamentalmente en busca de sus metales y materias primas. Aquella expansión oriental, que se trajo desde el siglo VIII a.C. con grandes migraciones hacia el este desde las islas del Egeo y Fenicia, fundando Massilia (Marsella), Rhodetom (Rosas-Emporiom) o Gadir y Malaka (Cádiz y Málaga). A su vez fue aculturando primero las costas de Iberia y posteriormente el interior. Tanto que ya en el siglo VI a.C. comienzan a leerse escritos en un idioma (o al menos en unos caracteres) diferente a todos los otros del Mediteraneo. Estos son los llamados ibéricos, que tienen una unidad plena y que fundamentalmente se diferencian en que los del Sur (la Turdetania -Andalucía-, Alentejo y Algarve) se escriben comunmente en sentido semita: Habiendo leerse de derecha a izquierda. Por lo demás algunos signos ibéricos son diferentes según la zona, distienguéindose la Meseta del Sur y esta de la zona levantina, la aragonesa y la pirenaica. Pero en todo ello hay una pauta de unidad que obliga a pensar que los iberos tenían una cultura común en el siglo Vi a.C. y que hablaban (o al menos se entendían) en un mismo idioma (escrito o hablado).



AL LADO: Página 100 del magnífico libro sobre la exposición de "Los Fenicios", así intitulado y coordinado por Sabatino Moscati en 1988. Editado en Barcelona en ese mismo año y a quienes agradecemos nos permitan divugar esta su hoja 100, esta obra se trata de una de las mejores monografías sobre el mundo púnico publicadas -pese a sus casi veinticinco años de antigüedad- . En la imagen que recogemos, vemos cuales son las diferencias entre los alefatos fenicios originales (a la izquierda en el gráfico) y los alfabetos greco-arcaicos posteriores (a la derecha). Siendo tales sus similitudes que coinciden las letras: Quince, sin contar que otros muchos símbolos griegos, como: también tienen similitudes con sonidos cercanos en alfabetos fenicios antiguos (como ejemplo no hay que ver más que la Tet fenicia de la foto, que es casi igual a la Teta griega 



Tal como decimos, uno de lo problemas que plantea la existencia de un alfabeto característico, propio y distinto a todos los demás, existente en nuestra Peninsula (al menos desde el siglo VI a.C.), es que había una unidad cultural y seguramente idiomática ya en este tiempo. Más claro: Que los íberos conformaban un conglomerado de pueblos más que unidos y comunicados y con caracteres muy semejantes. Ello es un hecho que se puede demostrar con una base histórica tan simple como viendo que: Los helenos todos escribían en su alfabeto y lengua; tanto que cuando nos encontramos ante un cambio de caracteres e idiomas, pese a que sea en lugares muy cercanos, fronterizos o incluso dentro del territorio griego, ya sabemos que no se trata propiamente de helenos. Al igual que los íberos debían tener sus dialectos (eólio, jonio, ático, etc), con sus variaciones en caracteres de escritura (sobre todo en época arcaica). Pero allí donde hacen presencia los griegos, veremos escritura en su lengua. Pudiendo llegar a deducirse hechos históricos como el de que los frigios no eran helenos, porque usaban otro idioma, apareciendo a mediados del siglo VII a.C. el griego allí, lo que confirma que los sucesores en Frigia (los lidios) sí lo eran.

Este es un hecho tan indiscutible como cierto, por el que podemos aseverar y afirmar que nunca pudo escribirse en América lengua española, antes de 1492. Donde de hallarse algún texto hispano con fecha anterior al Descubrimiento, con seguridad se trata de "una antigüedad" hispana, llevada desde Europa en tiempos posteriores a Colón. De igual modo, allí donde llegaron los fenicios y desde esos siglos en que aparecen, proliferaron sus inscripciones; algo que precisamente se mantiene hasta la desaparición (o el exterminio) de su civilización. Ello supone que escritura y cultura son dos hechos tan unidos, como el analfabetismo y la barbarie. Por lo que hemos de deducir que si nos encontramos una unidad de alfabeto e idioma, desde el Norte de España (zona vascopirenaica) hasta el Sur (Andalucía -Tartessos- y el Algarve); ello significa que los íberos ya en esos siglos eran una civilización unida y con grandes caracteres en común.

Lo antes dicho es algo que no afirmamos nosotros, sinó que lo dictan todos los textos antiguos (griegos y romanos, desde el siglo V a.C. al II d. C.) quienes llaman iberos a los que vivían en el territorio comprendido entre: El actual Gibraltar, hasta Aquitania y desde el Cabo de Roca, hasta las Islas Baleares. Tanto que creemos como la palabra Iberia es un sinónimo de Hispania, nacida esta segunda por deformación de lo que significaba "Iberia" en griego arcaico (incluso en un idioma anterior: preaqueo o protoindoeuropeo). Debido a que Hesperia ; era voz cuyo significado es "Atardecer, Occidente" en griego y que seguramente se origina desde "esberia" - "Severia", que en indoariano es "occidente", "atardecer" ("Sol en el agua"). Voz que en semíticas pudo generar las palabras "Sefereria" (hoy Sefarad) y que se trasforma en fenicio por Spani-Spali, que produjo Hispania e Hispalis -para comprobarlo y no deseando extendernos más en este tema (que ya hemos tratado repetidamente), aconsejamos consultar nuestra entrada del blog Lo Invisible en el Arte:
http://loinvisibleenelarte.blogspot.com/2011_04_01_archive.html


AL LADO: Cuadro de Manuel Gómez-Moreno, en el que de manera interesantísima expone las similitudes entre el alfabeto ibero y otros como el fenicio, y los egeos (minoico y egipcio-egeo -cercanos al chipriota-). El interesante trabajo de este genio de la arqueología tristemente no culminó por conseguir traducir el ibero, algo que quizás hubiera conseguido hacer desde los idiomas que se relaciobanan con los lugares de los que procede su alfabeto (que vemos son fundamentalmente: Fenicia, Chipre, Creta y el Egeo). Ello porque cuando muere don Manuel Gómez-Moreno, aún no se habían conseguidido decifrar claves como la del lineal B (Minoico-cretense) o las del hitita. Creemos que si esta insigne personalidad de la historia hubiera vivido en nuestros días, seguramente hubiese avanzado muchísimo en sus estudios, al poder comparar las palabras iberas con las del minoico-chipriota, y con algunas comunes de origen fenicio, tanto como una gran mayoría anatólica. Una labor que tan solo pudiera hacer un genio como Gómez-Moreno, al cual solo "me acerco en el parecido" de su apellido y sobre todo por la admiración que guardo hacia su persona y su obra. Por lo que desde estas lineas, viéndome en la imposibilidad de traducir el hitita, menos para llegar a compararlo con el protoaqueo y las semíticas; animo a quienes de veras dominen la filología egeo-anatolia, minoica y chipro fenicia, a intentar descifrar de este modo el ibero, usando las fuentes que creo originaron la primera lengua que se escribió en nuestra Península (algo que en parte hizo mi padre, al pretender llegar a comprenderlo desde el griego arcaico, tal como en un principio intuíamos se podía hacer).


El cuadro anterior en el que vemos las similitudes enormes entre los alfasilabarios y alfabetos, fenicios, egeos e ibéricos; contiene un problema como es el de que los signos aún siendo los mismos, se han de leer de forma diferente. Ello por el simple hecho de que el de los iberos es silábico y tan solo puede coincidir con un alfabético, en sus vocales. El resto de caracteres al expresar sílabas, precisa una interpretación referida a "ba, be, bi, bo, bu"; ya que la "b" por si sola no existe en un silabario. Lo mismo sucede a la escritura egeoa (especialmente entre los creto-chipriotas y los anatolios); hecho este que debió hacer dejar en segundo plano u olvidar este interesante cuadro de Gómez-Moreno, en el cual se podía intuir que el idioma ibero pudo ser de origen fenicio-chipripriota-creto-egeo. Olvido de esta genial comparación intuitiva expresada por maestro entre maestros, más aun cuando el Lineal-B, los idiomas anatólicos y hasta los de Chipre, no se habían descifrado en los años en los que dibuja este gráfico que expresa la clara idea de la afinidad entre todas estas escrituras.

Máxime en una época en la que aún no se conocía la antigüedad del Minoico Lineal-B, anterir al fenicio y que podía dar la clave de que el origen del alfabeto de estos pueblos marineros estaba en el comercio marítimo. Un mercado que iba desde Ugarit a Chipre y de esta isla a la de Creta, en tan solo semanas de navegación. Lugares de gran mercado y puertos, que ya en el siglo XV a.C. tenían sistemas alfabéticos y silábicos de escritura, posiblemente porque esta se oiginó desde un método numérico. Más claro: En nuestra opinión, consideraamos que muy posiblemente el origen del alfabeto (por letras o sílabas) procede del momento en el que la escritura "cae" en poder de la casta de comerciantes. A quienes no les interesaba un método difícil, hierático, sagrado, ni menos incmprensible; como los fue el ideograma (pictograma o jeroglífico). Simplificando los sonidos por caracteres: A uno por letra o por sílaba (como si se trataran de números o cifras). De ello la hipótesis del origen fenicio del ibero que propuso el marqués de Algorfa hace ya más de docientos años, nunca debe ser infravalorada; más aún si tenemos en cuenta que en aquel tiempo ni se conocían las civilizaciones minóicas, hititas o protoindoeuropeas. Para comprobar lo que afirmamos incluimos la imagen siguiente, tras lo que seguiremos comentando el capítulo III del libro TEXTOS IBEROS, que analizamos:

AL LADO: Cuadro sinóptico que presenta el profesor M. López Pegna, donde podemos ver la similitud entre los alfabetos fenicio, hebreo, griego arcaico, etrusco y latín. Coincidencia que no se debe a que tan solo sus signos sean casi iguales, sinó que además tienen un mismo significado. De lo que podemos afirmar y deducir que los "padres" del alfabeto romano fueron el etrusco y el heleno, pero que ambos nacieron del fenicio (totalmente emparentado con el hebreo).



AL LADO: Última página del capítulo III que analizamos, donde Mario Góme-Morán continúa exponiendo las teorías anteriores al siglo XX, sobre el idioma ibérico, hablando de tratadistas como Merino, o Caignart. Tras ello explica como pese a la enorme capacidad y cultura de los múltiples estudiosos que sobre el tema hubo (ya desde el siglo XVI), no se ha conseguido resolver el enigma de los textos ibéricos.






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