viernes, 3 de febrero de 2012

CAPÍTULO VI (conclusiones acerca de las diferentes teorías sobre el ibero-vasquismo)

Tal como venimos haciendo, recogeremos las páginas principales del libro "Textos iberos" (en imágenes); resumiendo a su lado el contenido, para quienes no tuvieran tiempo de leer las hojas fotografiadas. Tras ello y en virtud de lo que se va exponiendo, añadiremos nuestros comentarios y teorías. -Mis opiniones personales, disertaciones e hipótesis, y que incluimos en párrafos continuados a las fotos y letra cursiva. Teorías propias que en algunos casos estarán de acuerdo con las dictadas por el libro que resumimos, aunque en muchos otros son muy distintas-.

AL LADO: Página del capítulo VI de TEXTOS IBEROS, en el que Mario Gómez-Morán habla sobre la situación actual del vasco-iberismo, tras haber expuesto que los estudiosos de los siglos XVIII y XIX que promulgaron y defendieron la tésis de que el ibero fuera el antecesor directo del euskera, eran fundamentalmente sacerdores de la Compañía de Jesús. Sabios muy cualificados y quizás los mejores filólogos habidos en la España de su tiempo, pero cuyo planteamiento choca en algún modo con la realidad científica por la cual durante aquellos siglos en los que formulan esta teoría (hace más de ciento cincuenta años) no se había transcrito el alfasilabario ibérico.
Pese a ello, comenta como hasta la actualidad (año 2003), la teoría vasco-ibérica es considerada por la ciencia como la más acertada; pese a que las traducciones que ha dado han sido muy pobres y sin gran sentido -gramatical, ni lingüistico- .Basándose aquellas en yuxtaponer vocablos vascuences más o menos similares a los que se intuyen (o se leen) en las epigrafías prerromanas; pero sin aplicar conjugaciones ni declinaciones. Como hipótesis intermedia cita la de Don Julio Caro Baroja, quien acepta la raiz vasca de los escritos iberos, pero matizándola y considereando que una parte de las palabras que allí se contienen también hubieron de ser de origen celta.



Ni que decir tiene que toda frase sobre la cultura que Julio Caro Baroja dicta, es más que un acierto, un enigma resuelto. Estamos plenamente de acuerdo en la base y en el planteamiento del sabio, tanto que yo (al menos) me he aventurado a creer no solo que una parte del idioma ibero hubo de tener palabras celtas (indoeuropeas), sinó que todo él es protoindoeuropeo, por lo que entre el celta y el íbero habría grandes concomitancias. Nuestra teoría (al menos la mía) es que el pueblo que habitó durante entre los milenios del V al III a.C. en la Península, generando el megalismo, fué ampliamente influido por corrientes llegadas del Mediterraneo Oriental (en especial desde Egipto -vía Tasili o bien a través de mar, y de Mesopotamia, vía la franja de Canaán y Anatolia -a través de las islas Chipre-Creta-Malta). Más tarde, desde el 3000 al 2000 a.C. (aproximadamente), estos civilizadísimos megalitistas de nuestra Península entran en el Bronce, al ser aculturados -o colonizados- por gentes venidas desde el Este Mediterraneo (buscadores de metal); desarrollando así la cultura de Los Millares. Pero desde fines del III milenio, una nueva civilización del Bronce Pleno se genera (El Argar); debido a que buscan el elemento que se precisa para fundirlo con una mayor resistencia. El estaño. De tal manera y necesitando la casiterita para conseguir la perfecta aleacíón del bronce (que consiste en un 92% de cobre y un 8% de estaño) han de venir los expedicionarios hasta lo que luego llamarían Iberia.


 

Podemos preguntarnos por qué llegaron hasta la Península Ibérica esas gentes (hacia el 2100 a.C.) para instalarse y generar una nueva cultura que precisamente se denomina El Argar (de "argento", la plata, cuyas minas van siempre unidas a las del plomo). Aunque para mí, la respuesta es obvia: En todo el Mediterraneo no hay más yacimientos de estaño que los de nuestras tierras. Encontrándose casiterita durante el periodo antiguo tan solo en la Península Ibérica y tras ello, en las cercanías del Cáucaso (a más de la existente en las Islas Británicas y otros lugares ya muy lejanos al "radio de acción" de las civilizaciones del Bronce: Egipto y Mesopotamia). Este creemos que fue el motivo que genera la venida al Oeste de gentes trasladadas desde el Oriente; primeramente en los siglos de Los Millares y más tarde durante El Argar (periodos que cubren desde comienzos del IV milenio, hasta mediados del II milenio a.C.).







Por cuanto decimos, es nuestra opinión (la mía) que en estos siglos que cubren desde el XL, hasta el XVII a.C., en la Península hubo un sustrato de gentes venidas de zonas cercanas al Egeo y Asia Menor. Una primera civilización marinera y colonizadora que inició Los Millares y El Argar, y que fundamentalmente pudo tratarse de cretenses y anatolios costeros; quienes navegaban y comerciaban para los egipcios. Unas gentes que ya en el 4000 a.C. tenían embarcaciones suficientemente preparadas como para alcanzar tierras lejanas (tal como muestran sus tablillas y sellos), donde obtenían nuevos e increibles productos para vender en Egipto, o hacerlos llegar a Mesopotamia. De tal manera creemos que los minoicos más tempranos y los chipriotas del primer Bronce pudieron colonizar nuestras tierras, en busca de sus metales. Puesto que ya a comienzos del IV milenio a.C. Creta y Chipre (culturas metalúrgicas por excelencia) mercadeaban con Egipto y con algunos semitas o árabes, quienes consumían sus productos, llevándolos en caravanas desde Oriente Medio hasta el Tigris y el Eúfrates.

Lo que narramos podrá parecernos extraño y hasta exagerado, habiendo quienes consideren que la llegada de gentes desde la zona creto-chipriota en el IV milenio a.C. a nuestras costas, es solo una hipótesis. Pero mucho más raro sería fabricar bronce sin estaño; algo que resulta imposible. De lo que no habiendo yacimientos de casiterita en el Mediterraneo (al menos en la Antigüedad) aquellos buscadores de metales de La Edad del Bronce hubieron de llegarse hasta nuestras costas -o hasta las del Cáucaso, junto al mar Negro, donde también se dan minas de plomo argénteo-. Evidentemente, desde Creta y Chipre (o las costas de Oriente Medio) era relativamente fácil alcanzar durante el verano -costeando- las tierras de la Almería deshabitada y paradisiaca, del 4000 a.C. (en una ruta lejana y apartada de aquellos pueblos del Oriente Mediterraneo, quienes ansiaban los preciados metales). Pero pudo ser casi imposible llegar desde Creta y Chipre hasta el Mar Negro, cruzando el Bósforo; para adquirir el "plomo plateado" en un ya conocido y estratégico punto minero del Cáucaso; lugar que dominaban y frecuentaban gentes llegadas de Anatolia (y sobre todo los mercaderes de Mesopotamia, tanto como los primeros "troyanos" ya controlaban estrechamente el paso por El Bósforo).

Por todo ello, no debemos dejar de pensar que la ruta más fácil para hacerse con el indispensable estaño -desde el siglo XL al XV a.C.-; fué embarcarse hacia el Occidente, donde partiendo de tierras cercanas a Asia Menor y costeando en una "chalupa", en tan solo unas semanas se llegaba hasta El Argar (o Los Millares). Ello creemos que es el sustento, el origen y el motivo de estas civilizaciones metalúrgicas que surgen y conviven con el megalitismo en La Península y que generan el llamado Bronce Ibérico; donde sociedades como las de Los Millares o de El Argar llaman la atención por su gran avance (solo comparables con las de Asie Menor o las islas del Egeo). Igualmernte, creemos que esta aculturación venida de las proximidades de Oriente Medio, en la Edad del Bronce, trajo sus idiomas y sus costumbres. Costumbres que podemos ver en la refinadísima joyería que se dá en toda la Península durante el III y II milenio a.C.; con diseños solo comparables a la orfebrería egipcia o mesopotámica (muestra de ello son los múltiples tesoros hallados en yacimientos megalíticos o del Bajo Bronce).

Pero a su vez, creemos que estos metalúrgios llegados de Oriente y que colonizaron la tierras nuestras (sobre todo con fines de explotación de sus yacimientos de estaño) trajeron su idioma. Una lengua proto-indoeuropea, cercana a la que hablarían y escriben ya en el Minoico Lineal A. Idioma del que yo personalmente creo y considero pudieron surgir las primeras voces ibéricas y que darían finalmente como resultado una lengua común para entenderse entre todos los metalurgios de la Península. Lengua de la cual derivaría el ibero y por lo tanto el vascuence -siendo esta mi teoría, que evidentemente no cuadra con lo que TEXTOS IBEROS expone, por lo que continuamos con el análisis de este libro-.


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, página 37 de TEXTOS IBEROS en la que sigue tratando sobre el ibero-vasquismo, manteniendo que no es una hipótesis viable. No es este nuestro criterio exactamente (el mío en particular es otro diferente); aunque resumimos lo que sobre el tema nos dice: Expone primero que existía ya una conocida división de los remotos pobladores de la Península, añadiendo que un hecho que puede demostrar que el alfasilabario ibérico no es euskaldún (ni en su origen ni en la lengua que contiene) se advierte al observar cómo los vascos no escribieron en su idioma durante el periodo antiguo -al menos en tiempos romanos, ni hasta bien entrada la Edad Media-. Reflexionando finalmente que ningún pueblo olvida su escritura, si permanece hablando un idioma que ya ha redactado.

ABAJO: Imagen de una "expedición naval" de los frescos del palacio de Cnossos, que han de fecharse con anteriroridad al 1600 a.C.. Observemos en ella como ya los barcos navegan a remos (en primer término) o a través de un extraño sistema de propulsión que no acertamos a desentramar, pero parecen ruedas y velas (tal como vemos en la nave grande a la derecha). En sellos y placas de arcilla del IV milenio a.C. (dos mil años antes de este "cuadro"), también pueden observarse cómo los minoicos más tempranos ya gozaban de embarcaciones capaces de flanquerar cientos de millas en rutas de altura (no olvidemos que la isla de Creta está a varios días de trayecto desde el punto más cercano y fué habitada desde tiempos muy remotos). En nuestra opinión, estos pueblos que vinieron hasta nuestras tierras en búsqueda de estaño -primero- y más tarde de oro y plata, fueron los que trajeron las primeras culturas y el primer idioma. Una lengua protoindo-europea egea, próxima a las eteo-cretochipriotas (muy cercana a la que se mantuvo entre los hititas); de la que pudo derivar perfectamente el vascuence (siendo ello tan solo una teoría personal y mía).



Aclararemos el punto en que nos dice cómo los iberos eran tribus y gentes distintas, sin homogeneidad racial ni cultural, ya en época de los griegos y romanos. Ello es cierto, de algún modo, pero no del todo. Pues no lo podemos aceptar, debido a que los escritores clásicos denominan iberos a todos quienes habitan tras los Pirineos y hasta el Sur peninsular (e incluso a algunas tribus de la zona de Aquitania y el bajo Ródano). Siendo así que en los textos de autores más antiguos leeremos como la palabra Iberia es sinónimo de la posterior Hispania (romana); a la vez que el término ibero es casi análogo al de hispano. Concibiendo siempre los geógrafos (desde Herodoto y Estrabón, hasta los escritores romanos), que Iberia es un territorio comprendido entre la Galia y África, donde habitan tribus que tienen en común muchísimo rasgos (culturales y raciales). Condiciones tan particulares, que los hacen distintos a todos los otros celtas y europeos vecinos; tanto como para llegar a reconocer iberos a algunos pobladores del territorio galo, donde en las zonas de frontera con el Pirineo también se consideran varias tribus como ibéricas asentadas entre celtas. Esto es lo que leeremos en los textos de griegos y romanos, e incluso en el periplo de Rufo Festo Avieno, Ora Marítima (viaje de un marsellés, perteneciente al siglo V a.C.), donde la unidad de Iberia y la común cultura de sus habitantes se vislumbra de continuo.

Claro está que entre los iberos se distinguían: Turdetanos (tartessios), vettones, arevacos, lusos y largo etcétera. Tal como entre los helenos se diferenciaban: Atenienses, espartanos, lidios, milesios y ... . Griegos que también podían distiguirse según sus las regiones, en: Tesalios, áticos, mecedonios, feacios, focenses y demás. Diferenciaciones que no implican nunca que los helenos dejaran de ser una unidad cultural y una civilización común. Pese a lo que quizás tuvieran grandes desaveniencias -e incluso desuniones y enemistades fraticidas-; pese a lo nadie concibe el mundo griego, ajeno a una unidad cultural (al menos desde su florecimiento tras la caida de Troya y el dominio del los aqueos -ya por el siglo XII a.C.-).

Lo mismo sucede en Iberia, donde podemos distinguir cientos de tribus y decenas de particiones, pese a lo que a todos ellos los autores clásicos citan o mencionan siempre como "iberos". Algo que conforma la Hispania romana, que ya se concibe unida culturalmente y tan solo dividida en dos (Ulterior y Cilterior). Separada en algún modo de Lusitania, aunque los lusitanos fueron igualmente considerados iberos (pese a quienes también dirán que no lo eran). Más la Historia, hechos son y no solo los lusos han de cosiderarse iguales en origen a los hispanos, sinó que el propio Viriato, el héroe entre los iberos de Hispania, era luistano de nacimiento y por familia. Ante lo que podemos preguntarnos: ¿Si no eran iguales a los hispanos y los lusitanos; cómo un general nacido en tierras "portuguesas" pudo aglutinar y luchar, encabezando a los iberos de la Meseta?.

El personaje de Viriato nos trae a colación otra pregunta: ¿Hablaban tan diferentes idiomas unos y otros los iberos?... Si ello es cierto: ¿Por qué Viriato y otros tantos caudillos ibéricos, tenían capacidad de pactar unos con otros y hasta de mover tropas, establecerse o mandar sobre turbas; tan pronto en Lusitania, como en Turdetania, o bien en la Meseta Central?. De lo que vuelve a surgirnos otra cuestión: ¿Si no hubo un idioma común a los iberos, cómo un lusitano se pudo hacer lider de ellos por toda la Península, mandando ejèrcitos en las proximidades de Numancia, lo mismo que en el Sur de Portugal, o junto a Sanabria?. Este y otros hechos obligan a pensar que sí hubo una unión plena entre los diferentes iberos (sobre todo lingüistica) y ello explica que todos, absolutamente todos, usaran un alfasilabario muy semejante (con algunas variaciones, tanto como entre los helenos había diferentes dialectos y hasta sistintos abecedarios en época arcaica).

Como final a estas ideas sobre una unidad plena entre los distintos tipos de iberos, que tuvieran una lengua común o muy cercana (que no solo afirmamos nosotros, sinó que igualmente citan todos los autores antiguos). Diremos que seguramente debido a aquella unidad, la conquista de Iberia por los romanos debió ser tan compleja y larga. Habiendo de realizarla en continuas campañas con enormes despliegues; ya que desde la aparición de Escipión el Africano en nuestras tierras, hasta la caida de los últimos baluartes hispanos (como Termantia, Calgurris, o la zona Cántabro Astur) transcurrieron casi doscientos años. Dos siglos de luchas entre la poderosa Roma y un pueblo que para lograr no ser dominado hubo de permanecer unido y organizado. Unión que habría de comenzar por la tenencia de un idioma común o muy próximo. Sin el cual es imposible pensar que en la antigüedad los iberos pactaran entre ellos; llegaran a coordinar y comandar ejércitos cohesionados, ni menos tuvieran una plena consciencia de pueblo aglutinado, que deseaba luchar unido contra un invasor común a todos. Por todo ello, creemos que entre los iberos hubo una lengua común o muy cercana, usada por todos ellos para comunicarse desde tiempos inmemoriales, convivir y pactar. Un idioma ibérico con el que serían redactados sus textos (o epigramas).

SOBRE ESTAS LINEAS: Brazalete de Cantonha, del tipo Estremoz de oro puro. Perteneciente a la cultura megalitista (Bajo Bronce, hacia el siglo XII a.C.; propiedad del Museo Nacional Arqueologico de Lisboa, al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Esta joya de refinadísima facturación es un ejemplo de las decenas y hasta centenares de pulseras, torques y brazaletes que se han hallado pertenecientes al la Edad del Bronce (en España y Portugal). Su forma de elaboración deja claro que aquellos orfebres que trabajaban en el III y II milenio a.C. en la Península, tenían una técnica solo equiparable a la de los egipcios o mesopotámios (de entonces). Puesto que si observamos la joyería muy posterior, incluso de la más avanzada Edad del Hierro y en todo el Mediteraneo (incluida la Península Ibérica), nos será casi imposible hallar piezas con este grado de refinamiento (debiendo llegar hasta el periodo clásico grecorromano para encontrar una joyería similar en su calidad de trabajo, a la que vemos arriba fotografiada).

ABAJO: Idolillo en oro, con forma de hueso y pechos (u ojos); del tipo El Argar (figura procede de Vila Nova de Cerveira y que pertenece al Museo de Viana do Castelo; al que agradecemos nos permita divulgar su imágen). Se data entorno al 2000 a.C. y se trata de una deidad muy similar a las que aparecen talladas en pizarras, o en cerámica coetáneas a El Argar. Su trabajo en oro es igualmente prodigioso, tanto como su calidad y simbología deja ver claramente que pertenece a una cultura metalúrgica muy avanzada. Esta, junto a centenares de piezas en oro y plata que se han hallado entre los dólmenes, megalitos, o enterramientos en cuevas; nos lleva a pensar como la civilización que se dió en la Península ibérica -durante El Bronce-, fue una de las más importantes y avanzadas de este tipo y de su tiempo. Surgiendo de ella, probablemente, el concepto y la cultura ibérica (e incluso posiblemente un idioma común en casi toda la Península) .


JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, página que cierra el capìtulo VI, hablando sobre la teoría de Julio Caro Baroja; que afirma cómo aunque se parta de una tesis vasco-iberista, el planteamiento ha de ser más profundo. Es decir, que no solo puede tenerse en cuenta el idioma euskaldún para pretender traducir la epigrafía ibera; sinó que han de tenerse en cuenta otros idiomas que pudieron convivir con este en la Península (en especial los de origen celta).
ABAJO: Ajuar con  pulsera de oro, de la Edad del Bronce ibérico. Centenas, por no decir miles, son los hallazgos habidos en los que se ha encontrado una joyería insuperable en cuanto a su elaboración y belleza. Toda ella pertenece a un tiempo en el que "teóricamente" la Península estaba en la nebulosa de la preciviliación y en un periodo que se considera "cuasi salvaje". Pese a ello, sus enterramientos y los ajuares que presenta en aquellos, son tan solo comparables con los hallados en otras grandes culturas, tales como Egipto o Mesopotamia (siendo muy anteriores a las del Heládico Anterior -del Egeo previo a Micenas-; e incluso muy superior en su elaboración a toda la joyería posterior micenia).









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