martes, 28 de febrero de 2012

CAPÍTULO IX: Antecesores de Gómez-Moreno

[ -Recogemos las páginas principales del libro "Textos iberos" (en imágenes); resumiendo a su lado el contenido, para quienes no tuvieran tiempo de leer las hojas escaneadas. Tras ello y en virtud de lo que se va exponiendo, añadimos nuestros comentarios y teorías. Opiniones personales, disertaciones e hipótesis sobre lo dictado en el libro, que incluimos en párrafos continuados a las fotos y en letra cursiva. Teorías propias que en algunos casos estarán de acuerdo con las incluidas en el texto que resumimos, aunque en otros, serán muy distintas-.]

AL LADO: Primera página del capítulo noveno en el que nos narra la dificultad que tuvo la interpretación correcta de los alfasilabarios ibéricos; los que, en un principio fueron tomados por simples alfabetos y transcritos desde valores cercanos a los griegos. Poniendo como ejemplo de ello, tres diferentes interpretaciónes de un mismo texto; que en manos de Schulten, de Schmoll y de Gómez-Moreno tuvieron muy distintos valores epigráficos (no digamos ya en su traducción, puesto que apenas coindicen en la propia lectura de los caracteres).


AL LADO: Siguiente página del libro, en la que comienza tratando sobre uno de los primeros investigadores que intentaron descifrar al alfasilabario prerromano peninsular, y que fuera Fulvio Orsino. Noble ilustrado italiano del siglo XVIII, que interpretó los caracteres ibéricos como griegos, resultando que una moneda de KABIRKA fue leida por él como de AFRA. Considerando Orsino que se trataba de una ceca del cuño realizado por Jiulio Afrano (gobernador de las dos Hispanias en tiempo de Pompeyo). Este sistema de valorar los signos iberos como un abecedario de tipo heleno arcaico, es el que siguieron los investigadores al menos hasta el siglo XIX. Pero hace unos cien años veinte, la ciencia hubo de replantearse si esos valores grecoarcaicos que otorgaban a los caracteres ibéricos, eran los adecuados. Ello debido a los errores de deducción a los que llevaba, tanto como a las múltiples intepretaciones que muchas letras dejaban "suponer". Aunque sobre todo feron los nulos resultados que ofrecían las trascripiciones y traducciones, obtenidas durante casi tres siglos de "lecturas" , lo que obligó a reconocer a fines del siglo XIX que aquel alfabeto no era griego. Tras ello, comenzó a descifrarse realmente el valor de los signos ibéricos.


Comenzamos este capítulo de hoy continuando con el problema expuesto ya en las anteriores entradas, sobre las hipótesis greco-ibéricas. Teorías que consideraban firmemente que el idioma en el que estaban redactados los textos prerromanos peninsulares era un griego arcaico (al igual que su alfabeto). Idea de la que su principal adalid ya vimos que fue Juan de Dios de Rada; quien a fines del siglo XIX tenía el cargo (entre otros) de Director del Museo Arqueológico Nacional -además de ser catedrático de epigrafía, diplomatica y arqueología, tanto como académico de la Historia-. Recordando de nuevo cómo aquel experto fue quien coordinó los hallazgos del Cerro de los Santos (recién descubierto por aquellos años de 1870). Intentando entonces adquirir para el museo que dirigía (el Arqueológico Nacional) cuantas piezas pudo traer desde este yacimiento. Motivo por el cual sufrió un triste destino al comprar como auténticas varias piedras que creyó procedían del Cerro de los Santos, y que eran completamente falsas. Habida cuenta de que un extraño chamalirero llamado Juan Vicente Amat y que decía llevar años excavando el Cerro junto a Yecla; había mezclado las esculturas antiguas allí encontradas, con otras compradas en lugares muy diversos (e incluso con algunas que se suponen esculpidas por su propia mano).

En nuestra opinión, no creemos que el mencionado Amat fuera realmente el falsificador de aquellas extrañas piedras que llegaron hasta el Arqueológico como verdaderas y entre las que destacaban principalmente lápidas plenas de epigrafía. Esculturas con letras y caracteres raros y bochornosos, que nada tenían que ver con los del alfabeto ibérico y que en algunos casos eran insultantemente un timo. Pese a lo que por aquel entonces no fue tan difícil engañar al Museo, ya que nada o muy poco se sabía del mundo ibérico; por lo que cuanto allí llegó desde Yecla, fue admitido de buena fe y de mejor agrado. Aunque algunas de estas obras incluso representaban un Mundo (redondo) en medio de dos carabelas; barcos que flanqueaban cada lado de ese Globo Terráqueo, bajo que había escrita la palabra "Argos" (como si se tratara de la nave de Jasón) -ver las imágenes de la entrada previa a esta-. Pieza que no podemos entender cómo el pobre Juan de Dios de Rada dió por buena, e incluso compró por un alto precio. Aunque lo peor fue que estudió estas esculturas plenas de epigrafía minuciosamente, demostrando que el idioma que hablaban los iberos era una lengua altamente emparentada con la griega. Poco después, un arqueológolo alemán enviado por Mommsen a España y llamado Emile Hubner, comienza a sospechar de la posible autenticidad de aquellas esculturas. Algo que finalmente confirmaron otros grandes expertos en arqueología ibérica; todos extranjeros llegados hasta nuestras tierras destacados por el Museo de Berlin (como lo era Arthur Engel) o del Louvre (en el caso de Pierre Paris).

Como dijimos, las mencionadas falsificaciones vendidas -o hechas- por Juan Vicente Amat supusieron un enorme fiasco e humillación para los arqueólogos españoles, quienes no se habían percatado del timo. Investigadores hispanos cuya cabeza (Juan de Dios de Rada) quedó en evidencia. Algo que tristemente motivó que para siguientes adquisiciones de museos, tanto como para abrir nuevas vias de estudios en arte y epigrafía ibéricas; los españoles ya hubieran de tomar todas las precauciones. Hechos estos que retardaron la investigación arqueológica en nuestro territorio, tanto como la compra de cualquier pieza extraña (por muy importante que fuera). Siendo el resultado de aquella triste historia y de la inseguridad sembrada entre nuestros sabios; que cualquier extranjero pudiera adelantarse y tener más conocimientos soltura para estudiar o adquirir obras tales como La Dama de Elche. Escultura que hacia 1897 fué descubierta por los sobrinos del arqueólogo Ilicitano Pedro Ibarra. Experto que la ofreció con toda prontitud al Museo Arqueológico Nacional, aunque los miembros de La Academia de la Historia no se atrevieron a comprarla con la rapidez necesaria (debido al alto precio que solicitaban sus poseedores, temiendo de que se tratara de otra falsificación).

Los miedos de los españoles para no errar de nuevo fueron más que comprensibles. Tanto como la sospecha de que aquella maravillosa pieza se pudiera tratar de otro timo; puesto que si observamos detenidamente La Dama de Elche, nos parecerá demasiado similar al "retrato de una fallera". Tanto que la moda, joyería y peinados que luce, se asemejan increiblemente a los que aún llevan la mujeres valencianas, en sus días de festividades importantes. Hoy sabemos que la moda se ha mantenido en nuestra tierra durante más de veinte siglos, pero en el tiempo en que se halló esta preciosa escultura apenas se conocían otras damas ibéricas. Por lo que nadie sabía a fines del siglo XIX que el pelo, la orfebrería (y hasta el vestido), que lucían las féminas de hace dosmilquinientos años era muy similar a los que aún llevan las mujeres engalanadas en muchas zonas de la Península Ibérica (recordemos por ejemplo los vestidos y adornos de la zona Norte de la Ruta de la Plata - de las salmantinas, zamoranas o maragatas-; tanto como a todas aquellas mujeres que aún lucen peinetas y rodetes en sus cabezas).

BAJO Y JUNTO A ESTAS LINEAS: Al lado Dama sentada del Cerro de los Santos, adquirida por el Museo Arqueológico Nacional en los años de 1871 a 1875 (al que agradecemos nos permita divulgar su imagen). Entre estas piezas auténticas, tristemente Juan de Dios de Rada compró a Vicente Amat un lote de esculturas que se dice había esculpido el mismo "relojero". Nuestra teoría es otra y pensamos que quizás Amat fué simplemente adquiriendo piedras en la zona, entre las que le vendieron algunas verdaderamente ibéricas pero otras falsificaciones. Obras que alguien esculpiría y que por su carácter, se ve que estaban hechas con tan mala fe, como intención de dañar a la Historia y a los historiadores hispanos. Tanto fué así que hacia 1880 (tras descubrirse el timo de lo que el Museo Arqueológico compró a Amat), las dudas comenzaron a plantearse sobre todas las restantes figuras del Cerro de los Santos. Debido a ello, tristemente y durante decenios algunas piezas auténticas y de gran importancia, fueron retiradas e igualmente tenidas por "dudosas". Ese fue el caso de este tipo de esculturas, donde se presenta una dama ataviada de un modo parecido a como aún vestían las mujeres del siglo XIX en algunas zonas de España (considerando que eran simples recreaciones imitadas también por Amat). Muy por el contario, se trataba de esculturas con casi dosmilquinientos años de antigüedad y que guardan la verdad de unos gustos y una moda mantenida durante milenios.
 

ABAJO: Mujer salmantina luciendo traje de vistas albercano (foto tomada del libro de Carlos Piñel "La Belleza que Protege" -página 57-). Si observamos detenidamente la fotografía podremos ver como el modo de vestir, de peinarse y hasta las joyas que porta la bella charra, son casi iguales a las que llevaban las iberas ya hace veinticinco siglos. En nuestro blog "LO INVISIBLE EN EL ARTE " (adjunto a este) hemos realizado un profundo análisis sobre esta moda y orfebrería milenaria del Mediterraneo, que se mantuvo increiblemente en la Península Ibérica durante más de dos mil años (casi de manera idéntica). Siendo muy llamativo que algunas muhjeres engalanadas para las fiestas españolas, aun en nuestras fechas luzcan determinados peinados o atavíos correspondiendo con los simbolos religiosos de la antigüedad. Ello es el caso de los rodetes (los dos grades rulos sobre cada oreja), que se llevan precisamente en fechas en las que hoy todavía se celebra a la luz. Siendo aquel peinado ibérico con dos ruedas del "carro del sol" a cada lado, un claro recuerdo al culto astral. Adornos que vemos en la Dama de Elche, pero que igualmente lucen las falleras durante las noches y los dias del ritual del fuego (festividad del astro rey, que se celebra durante los antiguos Idus de Marzo, al comienzo del Equinocio).







Continuando con el Cerro de los Santos, sabemos como aquellas falsificaciones hicieron tanto daño, que hizo considerar falsa la teoría de la permanencia de las formas durante milenios en nuestro país; por lo que otras muchas esculturas del mismo yacimiento (completamente auténticas) fueron retiradas. Ese fué el caso principalmente de las damas, de las que al considerarse inspiradas en el traje festivo de mujer española, se pensó que igualmente se trataba de recreaciones del mencionado "relojero" Amat. Pese a ello, diferentes y posteriores hallazgos en muy distintos yacimientos peninsulares confirmaron que aquellas mujeres vestidas de un modo tan parecido a las albercanas, a las maragatas, a las cacereñas, a las lagarteranas o a las falleras (incluso a las gallegas y asturianas); eran las antecesoras de todas ellas. No tratandose de falsificación alguna las damas del Cerro de los Santos, sino son verdaderos testimonios históricos y arqueológicos que demuestran como las modas y costumbres habían pervivido durante milenios en España. Un país cuyos orígenes comunes están en el mundo ibérico; que a todas luces era común y aglutinante de cuantos vivieron en la Península durante la época prerromana.

Por su parte, si hemos de reflexionar sobre quien (o quienes) pudieron tramar la tremenda patraña para engañar al museo arqueológico y a Juan de Dios de Rada (entre otros), vendiendo el lote de esculturas falsas cargadas de epigrafía y extraños símbolos. Consideramos que ello tiene mucho que ver con el momento político que se vivía en los tiempos del hallazgo. Unos años que van desde 1865 hasta 1875 y en los que se sucede la Primera República; cuando toda señal o atisbo de españolismo estaba mal visto (sobre todo en determinadas zonas). De tal manera, sabiendo que el mencionado yacimiento se encuentra en las cercanías del reino de Valencia, pero también cercano a Murcia y en pleno Albacete manchego. Bastará recordar cómo durante aquella república primera zonas como Cartagena se intentaron independizar en un cantón ajeno a Murcia (no solo de España), llegando a bombardear a los puertos murcianos y de Valencia con sus cañoneros. Al igual que Valencia atacó el de Barcelona, enviando también cañonear los de Almería. Mientras que otras zonas, como la pequeña población de Jumilla (que tampoco deseaba ser ni de Murcia ni de Cartagena, ni de la Mancha) solicitaba un cantón libre e independiente; llegando a declarar la guerra a sus dos provincias vecinas, que tanto querían "absorverla".

En este panorama que se desarrolla durante la Primera República, no es extraño que timadores y gentes de todo tipo intentaran engañar a los investigadores que pretendían hallar las raices, o profundizar en el significado de lo ibérico (un hecho cultural común, que une a todos los habitantes de la Península bajo unos mismos orígenes). De tal manera, en plena Restauracíón (hacia 1874) es cuando se logra vender las esculturas falsas al Museo Arqueológico a través del "relojero" de Yecla. Piedras que muchos han atribuido a la mano de Amat, pero que creemos este debió de comprar a algunos desaprensivos; quienes no solo pretendían timar al Estado, sinó promover además un gran daño cultural. Algo que consiguieron, puesto que tras aquella adquisición y viendo el ridículo hecho al estudiar por buenas esculturas que "prerromanas" que llegaban a presentar un globo terraqueo entre dos carabelas... . El descrédito de los sabios hispanos fue terrible.

Una tremenda injusticia, puesto que los hombres de cultura que antaño hubo en nuestras tierras, eran de una talla inigualable; perfectamente comparables (sino mejores) a los curadores que tuvo el Louvre o el British. Entre aquellos figuraban nombres tan ilustres como el mencionado Juan de Dios de Rada, junto a otros como: Amador de los Rios, Juan de Dios Aguado, Cean Bermudez y un largo etcétera de ilustrísimos (ilustrados y humanistas) que se vieron asaltados en sus estudios de iberismo al ser sometidos a la encerrona que contamos. Timo, o más bien complot, que se unía al intento de que España no liderara más las colonias de ultramar y menos que tuviera la merecida relevancia que le corespondía el IV Aniversario del Descubrimiento (que se celebraría pocos años después, en 1892). Por lo que de seguro la escultutra de lo barcos de Jasón con la inscripción en "semigriego iberico" y el Globo terraqueo en su centro; era como una premonición de que nuestra neción por aquellos años debería ser descabezada (al menos en lo referente a su cultura).

Así lo fue, porque tras publicar el gran Juan de Dios de Rada en sus "Antigüedades de España" los descubrimientos del Cerro de los Santos (entre los que se encontraba esta pieza con un Mundo y dos "carabelas...) . Y pese a que aquella colección de doce libros maravillosamente encuadernados fue una joya de sabiduría, de impresión y litografias (en la que cada ejemplar mide unos 80 x 50 centímetros). Tras aquel error del Director del Museo Arqueológico y catedrático más importante de nuestro país entonces; los expertos hispanos sobre iberismo quedaron en una espantosa situación. Tanto que se empezó a sospechar de una gran mayoría de las esculturas que se hallaban en los museos y de la propia cultura ibérica (algo que no nos es ajeno, puesto que no hace mucho -ya en 1995- todavía existía el ridículo debate en el que algunos expertos de universidades extranjeras afirmaban que la Dama de Elche una falsificación del siglo XIX). En esta triste situación, lo único que parece resulto positivo fue que en la adversidad los sabios españoles de entonces se unieran; hasta tal punto como para nombrar Director del IV Centenario del Descubrimiento al propio Juan de Dios de Rada (quizás en un intento por quitarse la terrible espina clavada con aquella escultura del Mundo entre las dos naves, en cuya base se leía "Jasón"; a la que parece solo quedó ponerle "Cristóbal Jasón" para completar la mofa).

Sea como fuere, tras esta terrible experiencia arqueológica con la que concluyó el siglo XIX; el interés de los investogadores españoles por lo ibérico quedó en un segundo plano. Tanto que habría de esperarse ya al nacimiento de una siguiente generación para que se dieran nombres de relevancia en el estudio del iberismo. Mientras, nuestra cultura más antigua, desde el perido comprendido entre 1880 hasta 1920, quedó practicamente en manos de extranjeros. Hispanistas alemanes o franceses que dieron figuras como Aldolf Schulten, Arthur Engel o Pierres Paris. Aquellos que incluso pretendieron continuar con mucho de lo heredado desde estudiosos españoles, no pudieron continuar en la misma linea, pues las hipótesis de los nuestros ya se daban por eliminadas. Sobre todo, tras lo ocurrido con Juan de Dios de Rada, que desechó la consideración de la ibérica como una cultura descendiente directa de las Egeas (o de las greco orientales). Ello aunque autores como Schulten -y otros- pretendieran seguir por aquella senda, en un camino que buscaba de nuevo la ascendencia griega a los prerromanos. Camino que, antes o después, siempre se vio truncado; quizás por efecto del mal recuerdo que vivieron los investigadores que habían mantenido la teoría del greco-iberismo (liderados por De Rada).

JUNTO Y BAJO ESTAS LINEAS: Al lado, cabeza de dama del Cerro de los Santos que luce moda egeo-oriental. Algunas esculturas como esta, fueron compradas en el mismo lote que el de las falsificaciones; por lo que tristemente hasta hace pocos decenios se consideraron también "posiblemente hechas" por Amat. Pese a lo que modernamente se ha podido demostrar que la gran mayoría de lo que se compró al joyero de Yecla, se trataban de maravillosas piezas. Las que por su extraña moda y tipología son tan difíciles de catalogar, como contituyen una inigualable fuente para el estudio de la Antigüedad mediterránea.
ABAJO: Litografía del libro "Antigüedades del Cerro de los Santos, en término de Montealegre, conocidas vulgarmente bajo la denominación de antigüedades de Yecla". Publicado por Juan de Dios de Rada en "Museo Español de Antigüedades" (Tomo VI, año 1.875 ; y editado en la misma revista ejemlar VII, año de 1.876). Observamos entre las muchas damas que recoge la litografía, la de la imagen anterior (en foto arriba) se encuentra precisamente la primera a la izquierda. En todas ellas vemos la curiosa moda de la mitra, que tanto nos recuerda a las peinetas y tipos de tocados que aún perviven en la Península. Igualmente, parte de la joyería que vemos lucen estas damas -cuyas esculturas se fechan entre los siglo IV al II a.C.-, es muy parecida a la que llevan aún las mujeres hispanas en sus trajes regionales (sobre todo las de zonas donde se ha conservado costumbres ancestrales; como la Alta Ruta de la Plata, Levante o Norte de España).


AL LADO: Siguiente página de TEXTOS IBERICOS en la que se expone como los investigadores tardaron siglos en considerar que los signos de ese idioma prerromano de la Península pudiera ser un alfasilabario (incluyendo vocales, algunas consonantes y un conjunto de sílabas). Ello, porque es una fórmula tan solo ibérica, que no se da en ningún otro sistema de escritura antigua. Sistemas de redactar idiomas usados por los griegos, fenicios, etruscos, cretenses o Anatolios; que eran "abecedáricos" (de letra por letra) o bien silábicos (conteniendo sílabas vocales). Sin haber otro signario -al margen del nuestro primitivo- que indistantamente contenga vocales y algunas consonantes sueltas, junto a tres sonidos escritos por sílabas: La "B" la "K" y la "T" (ba, be, bi, bo, bu; ka, ke, ki... Ta, te, ti etc). El largo camino que se precisó para ir identificando correctamente las letras del alfasilabario ibérico, comenzó con el obispo Antonio Agustín; para ser seguido por Velázquez de Velasco. Aunque el que verdaderamente desentramó y descubrió el valor de aquellos signos en su totalidad fue Manuel Gómez-Moreno (hace poco menos de cincuenta años). Pese a que algunos antecesores ya habían realizado ciertos avances; entre los que destacaron en el siglo XIX, J.F. Bladé y sobre todo Jacobo Zóbel, que hacia 1890 fue el primero en considerar que se trataba de un alfasilabario y no un alfabeto.


Dejamos aquí nuestro artículo de hoy, puesto que tras esta idea ya hemos de plantearnos seriamente el origen del silbario ibérico. Tanto como los muchos "por qués" que surgen al saber que los habitantes prerromanos de la Península, escribieron con símbolos absulotamente ajenos a los que en igual época usaron en el resto del Mediterraneo. Puesto que tras el siglo X a.C. en Medio Oriente se comienza a difundir ya el alfabeto (nacido en Fenicia), escribiéndose poco después en esta fórmula por el área del Este Norte del Mediterraneo. Llegando los caracteres del nuevo sistema alfabético inventado en Fenicia y la franja de Canaan (con "letras"), hasta zonas tan lejanas como Etruria. La cuna de Roma, donde pese a tener un idioma hasta hoy desconocido y ajeno al griego o al de los fenicios, lo redactaban en signos muy próximos a los de Grecia y del Egeo: En sistema alfabetico, divulgado desde los siglos VIII al VII a.C. y muy distinto al silabario que usaban los iberos (desde estos mismos siglos y hasta la dominación plena de los romanos).









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